Crítica de televisión: ‘Dancing with the Stars’

Con cinco temporadas al hombro el peso se hace mayor y ya se necesitan novedades.

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Con la quinta temporada, la versión de Dancing with the Stars de Teletica, ya ha mostrado el teje y maneje habitual, las novedades radican en los participantes.

Este tipo de programa -por su naturaleza- tiene posibilidades limitadas de renovación. Al ser un formato adquirido, es poco lo que puede introducirse para renovar un programa que hace tres años no tiene mayores novedades. Luego de su primera temporada una modificación importante del escenario constituye la última gran novedad de este espacio.

Sin embargo, no hay que malinterpretar. Calidad del programa y su congruencia se anteceden por la aplicación del formato. Si bien esto garantiza y estandariza la promesa, también de algún modo es implacable al denotar que el programa del año pasado es muy parecido al de este año, aunque existen espacios.

Sobre lo propio.

Aún con esto, Teletica tiene un control sobre cápsulas patrocinadas, con creatividad propia de La Sabana. Las cápsulas siempre van bajo el mismo abordaje de ficción, en situaciones entre bailarines y participantes que no siempre es natural, sino poco plausible.

Estas cápsulas tienen en general errores técnicos que no se condicen con el resto del programa, ese que vemos bien ordenado y organizado. Por ejemplo, mezcla –igual que la tele nacional- la máxima calidad de realización en vivo con diferente estándar, óptica y tratamiento en el video de las cápsulas. Incluso en el apartado del sonido, donde no se explica cómo un participante con micrófono de solapa, se escucha mediante el sonido del micrófono externo de la cámara en un claro error de edición o producción de campo.

De esto adolece la propuesta: la realización en vivo es buena, pero la realización de los VTR es muy variable y no está a la altura siempre.

Aciertos.

Hay bastantes, sobre todo en el montaje de algunas introducciones del baile. La situación que se crea con extras y atrezos suele ser interesante. Los montajes con VTR son pensados, bien pulidos y ayudan a introducir figuras de montaje y efectos imposibles en la realización en vivo. Estos son pensados para disfrutarse en la casa, lo que agradece la audiencia sin duda.

Carga emocional.

Es un estilo marcado en la televisión nacional. Es un lugar común, un facilismo. Aquella carga emocional que todo productor o jefe de información crea cuando quiere “conectar” con la audiencia, y que se visualiza como un pañuelo de lágrimas, parece apoderarse más de DWTS cada vez. No es solo en el especial Año memorable donde muchos tenían historias interesantes, pero que solamente son sacadas a flote para crear una situación emocional. Esto afecta la entrega del espectáculo.

Pasa que esa transformación conceptual mediante ganchos emocionales traslapa incluso la calificación de los jurados, como lo dijo un juez: “se me hace difícil hablar de la parte técnica”.

Exacto, porque el discurso dominante está en los mocos y lágrimas y no en la técnica.

En galas sin tema en específico, esa pare emocional funciona para rellenar la energía, entrega e incluso muchas veces el mismo baile. Únicamente falta ponerle atención a la ligereza de algunos jurados al mencionar “la bonita energía, la conexión, la alegría” pero nada del baile en sí, de la técnica, del performance. Y no es solo DWTS, otros muchos programas de Teletica hacen esto, buscando sustituir ficticiamente una propuesta que contenga esa emoción locomotora o audiovisual con prosa al vuelo.

Sobre los jueces y el poco espacio para renovación del mismo formato, sería interesante plantearse cambiar a los flojos jueces y así, introducir una novedad. Sería interesante ver jueces técnicos y duros, que sirvan incluso de antagonista sin quebrar el formato. Parece que existe un tipo de control o recomendación sobre los jueces. No está mal que exista la pretensión de personaje sobre ellos, pero sus comentarios parecen buscar los gritos del público mediante la felicitación, algunas veces sosa. Sería mucho mejor que un juez como David Martínez pudiera ser tan duro y crítico como puede serlo.

Este programa es una propuesta ya madura, tanto que será interesante ver cómo podrán en el futuro introducir novedad en la curva de vida del producto, pues los participantes por sí solos no rendirán ni serán suficiente. El espacio existe, el reto será aprovecharlo. Como audiencia, usted puede empatar perennemente con el formato o momentáneamente con los participantes y ahí está la disyuntiva sobre el peso de la renovación futura.