Competidores estrechan lazos de amistad fuera de la pista de baile

En el camerino Entre bailarines, jueces y presentadores, se respira un ambiente de camaradería al finalizar el programa

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En la pista luchan por superarse unos a otros y por convencer a los jueces con sus coreografías, con el objetivo de lograr las mejores calificaciones; pero, una vez que las cámaras se apagan, los participantes del Reto centroamericano de baile se vuelven como una pequeña gran familia.

Al menos esa fue la sensación que los 24 concursantes de El Salvador, Honduras y Costa Rica, los presentadores y los jurados dejaron sentir entre quienes acudieron el domingo a la tercera fecha de la competencia de baile, que se realizó en el Estudio Marco Picado, de canal 7, en La Sabana.

Minutos antes de las 9:30 p. m., cuando todos los concursantes estaban en la pista, el nerviosismo era evidente entre el público, en especial por conocer los resultados finales y, en especial, por saber si las parejas costarricenses conformadas por Natalia Álvarez y Jonathan Campos, y Nancy Dobles y Diego Torres, lograron ubicarse en los primeros puestos: y así fue.

Pero, antes de llegar a ese último momento del programa, el público en el estudio fue testigo de cómo se hace televisión a la tica. Faltaban poco menos de 20 minutos para el comienzo del programa, cuando Edgar Silva subió al escenario.

La misión de la ficha estelar de Teletica buscaba varias cosas: romper el hielo con el público que estaba bastante tímido. Para lograrlo les explicó desde dónde estaban los sanitarios, hasta les pidió que no sacaran carteles de apoyo, para no obstruir a las cámaras.

También los motivó a ser entusiastas en sus aplausos, incluso, realizó un ensayo con los presentes, donde él simulaba su ingreso y la audiencia aplaudía. Fueron necesarias dos prácticas, hasta que el volumen dejó a todos satisfechos.

Cuando el programa salió al aire, todo siguió el guion establecido, minuto a minuto los asistentes conocieron las carreras que tienen esos personajes que entran a sus hogares cada semana.

Junto a los resultados, la concurrencia descubrió la simpatía de Luciana Sandoval, la presentadora salvadoreña, o bien, aprovecharon la amabilidad de la jueza invitada Lis Vega, quien accedió a tomarse fotos con niños y jóvenes, desde luego, durante los comerciales.

Tras el programa. La transmisión llegó al final, el público en masa comenzó a salir del estudio, pero la adrenalina aún se experimentaba en los camerinos, donde los protagonistas se abrazaban en señal de felicitación, comentaban sus presentaciones y donde los jurados dejaban de lado esa postura de los encargados de dictar veredictos, para ser uno más de un gran grupo de amigos.

Aún sobre unos enormes tacones, la jueza Lis Vega no ocultó lo emocionada que estaba por la calificación 10 que otorgó a la pareja de Natalia y Jonathan.

Para ella, el Reto centroamericano de baile está en un momento muy interesante, y así será con cada programa, porque, para la jueza invitada y dueña del voto secreto, todos los bailarines deben tener conciencia de que ya comenzó la recta final.

Aunque algunos entre el público creyeron que el baile de Vega sobre la pista era algo planeado, ella defendió que fue espontáneo.

“Trato de traer vestidos para que no me saquen a bailar, y siempre me sacan; de todas formas yo soy la más feliz, el chiste es compartir”, añadió la cubano-mexicana.

Si de compartir se trata, Toivo Ramos de Honduras, demostró en los camerinos que eso es lo suyo. No importó que junto a su pareja, Sheyla Downing, solo obtuvieran 63 puntos y con eso la última posición, porque él se la pasó bromeando, sonriendo y caminando de aquí para allá, mostrado que aún tenía energía para rato.

“Nuestro reto (en el concurso) es ir subiendo posiciones, estamos de a poco. Esperamos que para la cuarta o quinta gala estemos arriba; la esperanza es lo último que se pierde”, añadió.

Pero no todo fue baile, porque este joven estaba entusiasmado con la comida del país, con el paisaje y se regresaba a su país lleno de atenciones de los ticos.

Aunque su labor es en ocasiones vista como la del malo de la película, el juez hondureño, Osmel Poveda no siente que sea un villano, sino alguien que tiene la labor de ayudar a crecer a las parejas con sus comentarios y críticas.

“Yo no puedo calificar aciertos y no castigar desaciertos (de los concursantes) y sobre todo en un trabajo como este. Con cada ritmo se exponen ante el público y ante nosotros, y los vemos crecer, madurar, dominar su cuerpo en la pista de baile”, añadió el hondureño.

Un poco serio, pero muy accesible, así recibió Salvador Nasrrala a la prensa que lo esperó al final del programa. Con esa postura que lo caracteriza aseguró que la producción costarricense le pareció excelente, lo que dio con un programa estupendo a su juicio.

Agregó que trabajar con Silva resultó un gusto, por la simpatía que posee, de igual forma habló de su coanimadora de El Salvador.

Salir de camerinos le resultó una tarea un poco compleja a la bella presentadora salvadoreña; no pocos querían hacerse fotos con Sandoval y además de atender consultas de los medios locales.

“Los ticos están muy bien (en el concurso), están muy fuertes, más bien creo que los jueces fueron fuertes (duros en sus decisiones) con los salvadoreños. El ojo de los jueces es especializado, conocen sobre baile, cada uno es experto y tienen que ponerse rígidos y eso exige que las parejas mejoren cada día”, aseguró.

Además, calificó a Edgar Silva como un “vacilón y lindísima persona”, de quien puede aprender mucho.

Cuando, finalmente, la producción logró reunirlos a todos en un autobús, esta pequeña familia se fue a festejar el tercer programa, en una cena privada.