‘Better Call Saul’: el drama de un castillo de naipes que los Emmy decidió ignorar

Más allá de que los populares galardones omitieran la importancia cultural de la serie derivada de ‘Breaking Bad’, este título se recordará como uno de los más sensibles retratos sobre el duelo, vidas arrebatadas y el remordimiento

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Las series derivadas de grandes títulos suelen tener un margen de precisión peor que disparar en medio de una tormenta, aún más cuando se trata de expandir el universo de una serie de culto, como es el caso de Better Call Saul.

Parida de la mitología de Breaking Bad, Better Call Saul tenía todas las apuestas en su contra. La serie original, enfocada en Walter White, rozó la perfección y entró directamente a un podio que parecía intocable.

Afortunadamente, los creadores Vince Gilligan y Peter Gould no fueron flor de un día pues, con la realización de Better Call Saul, no solo afirmaron que había mucho por contar con los personajes que nos dejó Breaking Bad, sino que quedaba un espectro de sensibilidades y reflexiones que, en muchas ocasiones, susurraron al oído temas aún más dolorosos que los que logró la serie original.

Qué importan los premios

Sí, no importan los galardones, por supuesto. Los premios van por añadidura, pero aún así llamó la atención que en la pasada entrega de los Emmy Better Call Saul se fuera con las manos absolutamente vacías.

No es de extrañarse, pues no es la primera vez que la academia televisiva deja a una serie sin galardones. En el 2018 Twin Peaks, al igual que Better Call Saul, estaba en su año de despedida y también se fue sin nada. No por eso no vale la pena resucitar los sentimientos que suscitó Better Call Saul desde el 2015 hasta el término de su producción, el pasado agosto.

Desde el primer episodio, Better Call Saul revuelca los sentimientos: al enfrentarnos a la serie sabemos que todo lo que veremos de allí en adelante es un castillo de naipes que tarde o temprano caerá.

Ambas series tienen un propósito claro: mostrar la transformación de un hombre común. Breaking Bad lo hizo con la transfiguración de Walter a Eisenberg; Better Call Saul lo hace con la conversión de Jimmy a Saúl.

Pero la maestría detrás de esta transición reside en lo multigénero que acaba siendo la historia. Si bien, la serie se presenta a priori como un drama judicial, lo que menos importa es el momento de litigar.

Por supuesto que el ingenio de Saúl para hacer y deshacer casos en la corte es digno de un Sherlock Holmes retorcido, pero conforme se cocina la historia nos damos cuenta que el objetivo de la serie en tocar llagas abiertas.

La segunda mitad de la serie es un absoluto bajón anímico, en el mejor sentido de la palabra. La serie se pone decadente, especialmente al profundizar en la relación entre Jimmy y su hermano Chuck, la cual desvela disfunciones familiares de las que todos hemos sabido o experimentado alguna vez.

Cuando llega el clímax de esa relación, aparece el duelo para inundar la coraza emocional de esta historia. Los arrepentimientos, las acciones tomadas en el pasado, la incapacidad de verse al espejo para arreglar su día día... Son capas que se sobreponen hasta la reflexión final: ¿qué pensar de una vida que no ha hecho más que arrebatar sentimientos ajenos? Y este remordimiento es algo que no solo vale para Saúl, sino también para Gustavo, Mike, Nacho y Kim.

El final, ese final

Breaking Bad tomó una decisión bastante osada al dedicar su penúltimo episodio a dar entender que las decisiones que tomó Walter crearon una ruta irreversible de daños.

Better Call Saul llevó este mismo espíritu más allá. El capítulo nueve de la última temporada prácticamente “acaba” con las historias principales que interesaban ser contadas. Después, quedan cuatro episodios que funcionan como un epílogo.

Y vaya epílogo: la temeraria decisión de pausar lo trepidante que había sido la serie es más que necesaria. Por más de cuatro horas conocemos, de primera mano, la vida de Saúl después de los eventos de Breaking Bad.

Esa vida no podría ser más vacía: ahora es otra persona con otro nombre (su tercer nombre después de ser Jimmy y Saúl). Su tercera personalidad no tiene color, literalmente. La pantalla del televisión pasa al blanco y negro y atestiguamos los últimos incidentes de su vida, con pausas, con dolor y con la sensación de ver hacia atrás y no topar con más que un camino lleno de piedras y sangre.

Al llegar al fotograma final, entendemos lo que el opening de la serie había profetizado desde el inicio: la vida de Saúl no fue más que la ceniza regada en una balanza de la justicia. Si a la academia televisiva eso no le interesa, pues dejan mucho que desear.

Puede ver ‘Breaking Bad’ y ‘Better Call Saul’ con su suscripción a Netflix.

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