¿Quién fue Melico Salazar y por qué el teatro josefino lleva su nombre?

En principio, el recinto cultural se llamaba teatro Raventós. Después de un incendio y una restauración fue bautizado con el nombre que hoy todos conocemos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Miles y miles de personas pasan a diario por una esquina josefina adornada elegantemente; se trata de una estructura que en sus adentros guarda recuerdos de grandes glorias de la música, de bailes intensos y del teatro más expresivo. El teatro Melico Salazar es parte de la fachada de la capital desde hace muchos años y, con su elegancia, manifiesta la pasión por la cultura que hay en nuestro país.

Pero, quizá, muchos desconocen la historia del artista costarricense que da nombre al recinto.

Melico Salazar fue el gran tenor de Costa Rica. Su voz fue escuchada en vivo en grandes escenarios del mundo, como el Metropolitan Opera House. Además, cantó en el icónico teatro Barcelona, así como en México, Cuba y Argentina.

El teatro, que está ubicado diagonal a la Catedral Metropolitana y frente al parque Central, fue bautizado con el nombre del intérprete para rendirle un homenaje a su carrera. Pero ese no fue la primera denominación que tuvo, antes se llamó Teatro Raventós, pero eso lo ahondaremos más adelante. Por el momento, conozcamos a fondo la historia del gran tenor.

Manuel María Salazar Zúñiga nació el 3 de enero de 1887, en San José. Fue el quinto hijo de los siete que procreó el matrimonio de Nazario Salazar y Rafaelita Zúñiga. Se dice que fue por el impulso de su madre (quien cantaba en misas y rosarios) que a los nueve años Melico, como se le conoció, dio sus primeros pasos en la música.

A esa misma edad, la familia se trasladó a vivir a Cartago y ya el pequeño daba muestras de su calidad vocal y de interpretación, pues se presentaba en actos escolares, públicos y también en los coros de la iglesia. Fue alumno del Colegio Seminario, donde formó parte del coro de la institución. Aprendió sobre música con los profesores José Joaquín Vargas Calvo y José Campabadal, según publicó La Nación en un homenaje al artista.

La infancia de Melico no fue fácil, se dice que su familia vivía en la pobreza, así que el niño salía a vender cajetas que su madre preparaba. Pregonaba por las calles la venta y se cuenta que su potente voz se escuchaba hasta dos cuadras.

Cuando tenía 10 años tuvo su primer encuentro con una ópera. Doña Rafaelita, amante de la música, lo llevó a ver Lucía de Lammermoor, en el teatro Variedades. El amor llegó a la vida del pequeño Melico.

Siguió cantando en el pueblo, en fiestas familiares, en eventos sociales y en la iglesia. Su voz le fue dando reconocimiento pese a su corta edad, hasta que, en 1906, debutó como cantante en el teatro Variedades, en San José, interpretando la zarzuela Bohemios.

Su talento vocal lo llevó a viajar a Milán, Italia, en 1907, para estudiar con el maestro pianista Alvise Castegnaro y con Guiulio Moretti. Con la ópera Lucía de Lammermoor se presentó en Milán y Florencia. Un año después volvió a Costa Rica para interpretar en el Teatro Nacional la obra Cavalleria Rusticana; su espectáculo fue un gran suceso en el país.

En su recorrido profesional fue parte de las compañías de ópera y zarzuela de Alfredo del Dietro, Bracale, Lambardi y Fortunado Gallo, agrupaciones con las que realizó exitosas giras por América y Europa.

Melico Salazar, un tenor para el mundo

Entre sus actuaciones más memorables figura la de la inauguración del Teatro de la Kodak, en Rochester, en 1922, y la de su debut en el Metropolitan Opera de Nueva York. Además, en julio de 1924 se presentó en el Polo Ground, también en Nueva York, con la ópera Aída.

Italia lo reconoció con el título de Cavalliere, España con el de Comendador y la Orden del Mérito de la Corona Española. El Departamento de Policía de Nueva York lo declaró Miembro Honorario.

“Su voz transmitía emoción, dulzura, melancolía, fuerza oceánica, dolor, alegría... vibraciones”, escribió Julio Molina Siverio en Por las rutas del tenor, un ensayo biográfico del artista.

Triunfó con sus conciertos en Cuba, Centroamérica, Venezuela, Perú, Brasil, Barcelona, Moscú, Leningrado, Riga, Berlín, México y las principales ciudades de Estados Unidos.

Una de las noches más importantes de su carrera fue cuando cantó Otelo, en Cuba. En el público se encontraba el tenor italiano Enrico Caruso, quien después del tercer acto fue a buscar al tico, lo tomó de la mano y lo llevó al escenario para que recibiera una ovación del público. El artista italiano se sumó al reconocimiento.

Se dice que Melico Salazar era capaz de cantar dos óperas el mismo día: Lucía en la tarde y Carmen en la noche o Cavalleria Rusticana y Pagliacci en la misma velada.

Regresó a Costa Rica en 1937. Aquí fundó una escuela de canto en San José y se interesó por establecer una compañía de ópera. Sus últimos años los vivió en la pobreza. Falleció el 6 de agosto de 1950 en la capital del país.

Teatro Popular Melico Salazar

El emigrante español José Raventós, amante de las zarzuelas de su tierra natal, compró un terreno en el centro de San José. Allí se ubicó la escuela Juan Rafael Mora hasta que un terremoto la derrumbó.

Años más tarde, Raventós construyó un teatro con capacidad para 2250 personas; fue el más grande de Centroamérica en ese momento. La inauguración del Teatro Raventós fue el 13 de octubre de 1928 con la presentación de la compañía de Esperanza Iris, vedette mexicana.

Con la crisis económica mundial de 1929, la familia diversificó operaciones y convirtió al teatro también en un cine. Además, en los altos del edificio instalaron el Club Nocturno Palais Royal.

Sin embargo, el 23 de abril de 1967, un duro golpe sacudió al Raventós. Después del estreno del filme Drácula, el príncipe de las tinieblas, hubo un incendio que consumió gran parte del inmueble.

Los dueños no pudieron hacerse cargo de las reparaciones, así que durante 10 años el recinto estuvo en abandono, informó La Nación en una nota que recopiló la historia del icónico teatro.

Tiempo después un inversionista venezolano compró el espacio, tenía intención de demolerlo para construir un hotel, pero el Ministerio de Cultura intervino, adquirió el inmueble y lo remodeló.

En diciembre de 1981 se realizó una preinaguración con la ópera Carmen, de Georges Bizet. Poco tiempo después se cerró el lugar para seguir con los trabajos de restauración. La reinauguración fue el 6 de marzo de 1985, con el nombre de Teatro Popular Melico Salazar.

El 7 abril de 1986 se publicó en La Gaceta la ley que le dio al Teatro Melico Salazar la posición de Institución cultural especializada del Estado Costarricense.