‘Wasting Light’: el tremendo retorno de Foo Fighters

Grabado en casa y a la antigua usanza de la tecnología análoga, el sétimo disco de la banda estadounidense la devuelve al ruedo, mejor que nunca.

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Si algo se puede decir hoy de los Foo Fighters es: ¡qué banda para tener los pantalones tan bien puestos!

Mientras muchos se fabrican a punta de los avances tecnológicos, la banda estadounidense echó pa’ atrás. Decidió, para hacer su sétimo disco, regresar a la prueba de fuego de antaño: grabar en cinta abierta, con tecnología análoga y rechazar las computadoras y los artificios que todo lo arreglan.

Wasting Light, que es como se llama el nuevo niño de los Foo, fue grabada por completo en cinta análoga en el garaje de la casa de Dave Grohl –fundador de los Foo Fighters y ex Nirvana y ex Scream– en San Fernando Valley, California.

Y así, el que es uno de los discos más esperados de un sector del rock mundial salió matón: duro con ganas, de un sonido redondo con ese feeling que tenían los acetatos y con una estructura bien diseñada.

Empieza, como se diría en el lenguaje de la calle, “pateando... tarros” con Bridge Burning. El tema hace gala de una batería poderosa a cargo de Taylor Hawkins.

El disco sigue arriba, muy arriba, con Rope, va subiendo más con Dear Rosemary y White Limo hasta encontrar una transición. Como si fuera una disolvencia llegan Arlandia y These Days, quizás el tema más melódico del Wasting Light y es una especie de radiografía porque permite graficar las diferentes posibilidades sonoras de la banda.

Sale de aquella transición el álbum de forma muy progresiva con Back & Forth que es de una obvia fácil digestión y recuerda, con un aire visiblemente mejorado, al fundamental One by One, del 2002, cuando Foo Fighters dio en el clavo de como hacer rock alternativo que marcara tendencias.

Sin poder imaginarlo siquiera, llega de repente el álbum a un bloque melódico pero fuerte, con más tendencia al hard rock, que está armado por A Matter Of Time, Miss The Misery, I Should Have Known –sorprendentemente dulce con una ejecución instrumental casi emocional.

Y entonces la memoria empieza a funcionar. Ahí está en ese bloque asomándose el pasado de los Foo, cuando en el 2005, con el In Your Honor, demostraron que si había que meterle el diente al heavy metal lo harían y que si en medio había que guiñarle el ojo al hard rock también estaban en capacidad de hacerlo.

Después de aquel bloque el Wasting Light cierra con Walk. Y se marcha arriba, tan arriba, como empezó, con Bridge Burning. De haber sido un escritor, Foo Fighters tendría en el Wasting Light un buen cuento circular.

¿Qué es este Wasting Light? Un disco de estructura tan impecablemente hilvanada que es una obra maestra en el arte de ser sutil.

Si hubiese que hacerle una disección a este todo se le descubrirían tres cuerpos. A uno le dan vida sus primeras cuatro canciones; el segundo es su transición de Arlandria y These Days, y el tercero es esa porción de las últimas cinco canciones que, de paso, en su mismo bloque tienen otra microestructura de ascenso emocional.

¿Se puede ser fino y salvaje a la vez? Pues Foo Fighters acaba de demostrarlo. Y también acaba de demostrar que llegó a un momento de madurez musical que pudo, en un solo disco, poner todas las conclusiones a las que había llegado sonoramente antes, pero por separado; disco a disco de estudio.

Es el Wasting Light como una tesis de graduación: lo aprendido en años aplicado en un resultado.

La odisea. Que venía un álbum nuevo de los Foo Fighters tiró al basurero el temor de una posible desintegración. En el 2008, Dave Grohl había anunciado que la banda se daría un tiempito de descanso. El sello RCA mantuvo vivo el nombre del grupo con un compilado: el Greatest Hits (2009).

Pero para el 2010, Grohl reveló que trabajarían en un disco nuevo. No soltó prenda con detalle alguno, pero de ahí en adelante comenzó un estado de ansiedad en los fanáticos que duró casi un año.

Fue recién el pasado 28 de enero cuando Foo Fighters reveló el contenido completo del nuevo disco durante un concierto en el minúsculo Velvet Jones Club de Santa Bárbara, en Estados Unidos.

Y para febrero Foo Fighters, aún sin haber revelado el nombre del disco, mandó a Bridge Burning a la web, como caballo de batalla.

En tan solo una semana, la canción superó las 500 mil reproducciones y provocó una avanzada masiva hacia el sitio oficial de la banda donde se podía conseguir el tema .

Apuntaló la banda su avanzada cuando el 14 de febrero, justo para el Día de San Valentín, le regaló a sus fansel video de White Limo si entraban a la página www.whitelimo.foofighters.com. El video hace honor al cómo era la industria hace 30 años: fue grabado en VHS, emula la estética de los años 80 en el rock y es estelarizado por Lemmy Kilmister, líder de Motörhead.

Un punto alto en la estrategia vino el 1.° de marzo: apareció Rope como descarga digital y como track de entrega instantánea con la preorden del nuevo álbum en iTunes.

Y para el 12 de abril con el lanzamiento de Wasting Light. El disco fue puesto en línea para ser escuchado completo por la web.

Si se hila fino, la estrategia de difusión de los Foo Fighters tiene el mismo ritmo, por ahora, del álbum: “hacia arriba, arriba, ¡arriba!”.

Valor agregado.El Wasting Light marca aristas relevantes para Foo Fighters.

Es el primer larga duración que hace con Butch Vig como productor. Él, un miembro de Garbage, fue el productor del disco Nevermind, de Nirvana; un álbum fundamental en la expansión y consagración del grunge a nivel mundial.

Butch Vig ha producido a U2, Korn, Green Day y hasta el tema In Your Room de Depeche Mode. Él y Foo Fighters son viejos amigos, trabajaron juntos para Wheels y Word Forward del compilado del 2009.

Por otra parte, el Wasting Light fue mezclado por Alan Moulder que trabajó con Depeche Mode, Erasure, The killers, Gary Numan, Nine Inch Nails, A Perfect Circle, The Smashing Pumpkins y más. Y cuenta con la participación del cofundador de Nirvana, Krist Novoselic; quien toca el bajo y el acordeón en I Should Have Known.

Además, con este álbum regresa formalmente a Foo Fighters Pat Smear, quien había dejado la alineación en 1997, pero los acompañaba ocasionalmente en vivo.

Y cierra el lote de factores relevantes relacionados con el álbum el Back & Forth, un documental grabado durante la producción de Wasting Light. O sea, más tela que cortar para los Foo.

Empieza la acción. Con disco nuevo hay también nueva gira. Así, y por ahora, la agenda de andanzas de Foo Fighters hará que la banda dé su primer concierto en los Estados Unidos de esta temporada el 21 de mayo en el Hangout Festival en Gulf Shores, Arizona, en un cartel que, ese mismo día, incluye a bandas como Motörhead y Primus, entre otras.

De ahí en adelante, la agenda de Foo Fighters está sin espacio ni para un alfiler. En orden de aparición la banda irá a Iowa, Montana y Washington, en los Estados Unidos. Luego a Suiza, Reino Unido, Holanda, Italia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, España, Portugal, Irlanda y Escocia. Vuelve a los Estados para seguir luego a Bélgica, Austria, otra vez Alemania y terminar, por ahora, el 26 de agosto en París, Francia.