Violeta Parra: más allá de la música y el folclor

Su vida acabó el 5 de febrero de 1967; ella misma se la quitó. Sin embargo, detrás de su talento quedó un legado máximo para América Latina y el mundo

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Ironía, una palabra que perfectamente puede describir la vida de una artista que en todo su esplendor decidió quitársela después de escribir algo tan hermoso como esto: Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio el corazón que agita su marco cuando miro el fruto del cerebro humano, cuando miro el bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros.

El 5 de febrero de 1967, Violeta Parra , la prolífica artista chilena, se suicidó en su casa. Tenía 49 años, una vida entera por delante llena de inspiraciones, búsqueda, creaciones e investigaciones, pero todo acabó muy pronto.

Sin embargo, en su relativamente corta existencia, Violeta Parra dejó un legado musical, artístico y poético lleno de grandes obras porque el arte corría libre por sus venas, su padre fue un maestro de música y su madre una mujer dedicada al hogar, campesina, pero una reconocida cantora de música popular.

Fue parte de una familia conformada por ocho hermanos. Todos, en algún momento de su niñez y juventud fueron descubriendo su facilidad por los espectáculos: imitaban los actos circenses de grupos que llegaban a la pequeña localidad donde vivían y aprendieron a cantar temas folclóricos gracias a la enseñanza de doña Clarissa, la madre.

Los Parra podrían haberse identificado como una familia nómada ya que por los oficios del padre se trasladaron a varios lugares, pero fue en 1927 cuando finalmente se asentaron en un sitio. Para ese momento Violeta tenía 10 años, se sabía muchas canciones originales de su país natal, aprendió historia de esta música popular y, además, ya tocaba a la perfección la guitarra.

Enfermiza como era, Violeta disfrutaba de su niñez en la compañía de sus hermanos, pero también supo gracias a ellos lo que era el trabajo a corta edad: montaba espectáculos para los vecinos y les cobraba entrada; con ese dinero ayudaba al hogar.

Más adelante, los hermanos y Violeta aprovecharon su gusto por las artes para laborar en bares, boliches y cuanto escenario les aceptara. Allí conoció a Luis Cereceda, quien después se convirtió en su esposo.

De su trayectoria y obra. Muchos años después, aquella niña talentosa ya convertida en madre, realizó su primera aparición oficial junto a sus hijos Isabel y Ángel en la Confitería Casanova, en Santiago, en 1945.

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Después llegaría un proyecto musical con su hermana Hilda, con la cual grabó su primer disco bajo el sello RCA Víctor.

Empero, en su biografía oficial se dice que fue en 1952 cuando Violeta –ya en segundas nupcias– nació artísticamente. Con el impulso y la guía de su hermano Nicanor, comenzó a investigar, recopilar y enseñar la verdadera música folclórica de Chile; así abandonó su antiguo repertorio y llegó al mundo la verdadera Violeta Parra, la imagen del ser chileno, de las tradiciones arraigadas del país suramericano y una de las artistas que más ha sido versionada en el mundo.

“Tocó el guitarrón, instrumento original de Chile, trabajó con cantores campesinos de Barrancas y sectores alrededor de Santiago, recorriendo la costa, la cordillera e Isla de Pascua”, se lee en el sitio web oficial en homenaje a la artista.

Fue tal su impacto en la sociedad y en el ámbito artístico, que el propio Pablo Neruda le compuso un poema: Elegía para cantar . Para ese momento (principios de los años 50), la obra de Violeta ya contaba con grandes temas como Qué pena siente el alma , Verso por el fin del mundo , Casamiento de negros y Verso por padecimiento , todas piezas inspiradas en el folclor chileno.

Su voz, sensible y dulce como la propia Violeta, así como su trabajo por la recopilación y difusión de las tradiciones, poco a poco trascendieron las fronteras. Europa fue el destino y Parra dejó todo en ella.

París fue excepcional, allí encontró la inspiración para escribir canciones y descubrir un completo mar de tonalidades que pudo combinar con los sonidos chilenos en algunas de sus más grandes piezas musicales.

De regreso a su hogar, siguió produciendo arte, ya no solo desde la guitarra o la s notas musicales, sino desde la lírica poética, desde la pintura, el bordado, la escultura y la cerámica.

Toda aquella magia que salía de la mente de esta mujer necesitaba ubicarse en cualquier tipo de expresión. ¡Gracias por eso!

Un total de 18 álbumes grabados es la lista que destaca en el sitio web, obras del imaginario popular chileno y latinoamericano como La tonada , La Cueca , Centésima del alma y sus Décimas biográficas , dejaron un legado inconmensurable.

Sus trabajos visuales (papel maché, óleos y arpilleras) están resguardados en el Museo Violeta Parra, ubicado en Santiago de Chile.

Apasionada como lo fue en su legado, se dice que Violeta sufrió por un gran amor y que una depresión la llevó a la muerte. Hoy, a 50 años de su desaparición física, Violeta está más que viva en un amplio repertorio, en colores y tonadas.