Una revolución musical se avecina: los dueños de la música volverán a ser sus autores

Retienen todos los derechos de sus discos y contratan distribución y promoción

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Los dueños de la música volverán a ser sus autores, no los que comercian con ella. Este podría ser el silencioso lema de una revolución musical que lleva cociéndose desde hace algún tiempo en silencio en la escena musical independiente y que empieza a seducir a las grandes estrellas.

El dúo británico Pet Shop Boys publica el próximo 15 de julio Electric, un disco enfocado a la pista de baile producido por Stuart Price y que, precisamente, se ha construido con los mimbres utilizados por los productores de electrónica en los últimos años.

Por primera vez, Neil Tennant y Chris Lowe han abandonado a EMI (o quizá se podría decir que EMI les ha abandonado a ellos, cuando la multinacional fue adquirida por Universal), han creado su propio sello discográfico y han contratado a Kobalt, una plataforma de distribución y marketing que les permite conservar el 100% de la propiedad delmaster del disco.

Nick Cave, Travis, Dave Grohl o New Kids on the Block han seguido el mismo camino.

En realidad, se trata de la consolidación del modelo “hazlo tú mismo”.

Los artistas crean su propio sello, que en ocasiones funciona más bien como una pantalla, corren con los gastos de la grabación de su disco y luego acuden a empresas como Kobalt para ponerlo en circulación y hacer la promoción.

No hay interferencias artísticas de la discográfica ni tarifas abusivas y se obtiene un absoluto control de los ingresos que genera la obra a través de un potente software.

“Los reportes de ventas son cristalinos. Y esa es en gran medida la baza”, explica Manuel Torresano, de la empresa de servicios independiente Music as Usual.

El sueco Willard Ahdritz, fundador de Kobalt, procedía del sector financiero y trató de aplicar, primero en la vertiente editorial de la plataforma, un modelo de transparencia radical en los reportes de los royalties.

Redujo al 50% el tiempo de asignación de un proceso, largo y opaco hasta la fecha, y aplicó un avanzado software al seguimiento, casi en tiempo real, de la utilización del repertorio de los artistas. También en YouTube y redes sociales.

Algo que, por supuesto, entusiasmó a los interesados, que llevaban echándolo de menos mucho tiempo. Como Pet Shop Boys.

“Estábamos haciendo este álbum y nuestro representante nos habló de Kobalt” explica Neil Tennant, cantante de los Pet Shop Boys, en una entrevista celebrada en Barcelona.

“Conocíamos su vertiente como editorial, donde tomaban un porcentaje muy pequeño de tus derechos. Paul McCartney, por ejemplo, estaba con ellos. Vimos que Nick Cave había sacado su disco con esta plataforma y que había logrado estar en los puestos más altos de las listas de su carrera. Así que vimos que sabían hacer su trabajo. Y lo que hacen, en realidad, es distribuir nuestro sello. Lo cual es perfecto”, detalló Tennant.

Su socio artístico, Chris Lowe asiente y va más allá: “¿Más democrático? Sí. Pero también muchísimo más satisfactorio. Se lo recomendamos encarecidamente a todos los artistas”.

Todo el asunto gira en torno a dos conceptos que podrían entenderse poéticamente como una cierta rebelión, casi socialista, contra el viejo orden de las multinacionales: propiedad total sobre el trabajo y transparencia en el reparto de bienes.

Paul Hitchman, director ejecutivo de Kobalt, insiste en ello. “Damos un servicio premium y el artista sigue siendo el dueño de su disco”.

Distribución. Pero la plataforma (le han salido ya algunas réplicas, las llaman label services) no tiene capacidad para llegar a todo el mundo y contrata a distribuidoras de diferentes países —incluso discográficas que se limitan a hacer ese papel— para desarrollar el marketing y la distribución del disco.

“Lo importante es que el artista cada vez tenga más opciones de hacer llegar su producto a la gente. Está dirigido a gente que quiere tener un control muy grande de su obra”, dice Luis Gómez, label manager de Everlasting, socio de Kobalt. “Aunque Pet Shop Boys en 1987 quizá no hubiera podido hacer lo que hizo sin un sello”, matiza.

El dúo no cree que este modelo por el que ha optado —y del que parece que no se bajará— sea el final de la industria discográfica.

Además, recuerda fenómenos recientes que parecían indicar lo contrario. “En todo caso es un futuro de la industria, eso desde luego. Pero este año también hemos visto a un sello [Columbia, propiedad de Sony] haciendo una campaña increíble para David Bowie o para Daft Punk. Algo más propio de la industria en los años ochenta que de la de ahora. El dinero que se han gastado en marketing es alucinante. Ahí es donde una multinacional tradicional puede ser muy fuerte”, señala Tennant.

La versión beta e independiente de este modelo es Cooperative Music.

Básicamente, nació como un sello para dar cobertura a otros sellos pequeños sin excesiva capacidad para distribuirse mundialmente y promocionarse.

Por supuesto, su ejemplo no ha pasado desapercibido a las grandes discográficas. Y como ya sucedió con el intento de captar parte del dinero que se perdía con los discos a través de las giras —los famosos contratos 360— compañías como Warner han lanzado también su plataforma de label services, donde artistas como Suede u Orbital han editado sus últimos trabajos.

“Nuestra prioridad es cultivar un entorno que permita a los artistas a alcanzar su máximo potencial”, explica la discográfica en un comunicado. Un entorno basado, paradójicamente, en que no haya ningún entorno.