Una estrella a la que no le interesa el juego de la fama

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Con millones de ojos encima de cada paso que da, a la joven artista Selena Gómez poco le interesa caer en ese juego de la fama.

Mientras otras figuras en ascenso se desviven por captar la atención de los medios y hacen lo imposible por salir en las revistas del corazón, esta cantante más bien les rehúye.

Fue a finales del año pasado que la prensa empezó a vincular sentimentalmente a Gómez con otra megaestrella pop juvenil, Justin Bieber.

Lejos de desmentirlo o confirmarlo, ambos siguieron con sus vidas y dejaron que los medios amarillistas especularan con su romance, a la vez que se lucraban con las fotos de ambos juntos.

Sin embargo, ella no suelta prenda y, a pesar de que intercambian mensajes muy personales en sus cuentas de Twitter, no ha habido aún un comunicado oficial que confirme la relación; probablemente nunca lo habrá.

La unión entre estos dos ídolos adolescentes se vuelve un material irresistible para la prensa y para el público también.

Tras surgir las primeras fotos de un beso entre ambos, algunas de las fans más acérrimas del canadiense incluso llegaron a amenazarla de muerte si le rompía el corazón al muchacho.

De esta forma, su amor adolescente debe enfrentar presiones adicionales.

Mientras ella graba en Los Ángeles, él se encuentra de gira por Asia. Luego será ella la que empiece su propia gira y sus múltiples compromisos los obliguen a alejarse y pasar temporadas alejados uno del otro.

La filosofía de Selena resulta clave. Ella no se deja tentar por la prensa rosa y guarda con recelo su intimidad.

Además, por encima de todo, sabe bien que detrás de todos los flashes y titulares, sigue siendo alguien normal que vive las mismas angustias, temores, satisfacciones y alegrías que todos atravesamos cuando tenemos 18 años y, para su bien, nada la va a hacer cambiar de parecer.