Un Picnic pasado por agua y una fiesta que nunca se apagó

La tarde de la primera jornada del festival tuvo como gran protagonista a la lluvia, que se asomó apenas empezó el evento. Sin embargo, el calor humano imperó en un festejo no solo artístico sino de diversión pura

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Los vestuarios excéntricos, los cabellos planchados, el maquillaje de fantasía y las tenis de marca pasaron a ser capas de plástico, rizos inesperados, escarcha corrida y zapatos llenos de barro... Todo apuntaba a que el festival Picnic iba a transcurrir en seco, pero no.

Pero, aunque el evento estuvo pasado por agua, el público proyectó felicidad pura. Hasta los charcos fueron parte de la vacilada entre amigos, quienes como chiquillos brincaron en los pozos de agua que se convirtieron en decoración improvisada de la primera jornada del festival, que se realizó este sábado 23 de abril en las instalaciones del Centro de Eventos Pedregal, en Belén.

Hubo quienes buscaron refugio en los toldos de los patrocinadores y también en el mercadito donde había venta de artículos y photo boot. Sin embargo, fueron más los que con capa o sin ella se pararon frente a las tarimas para disfrutar de las primeras presentaciones musicales de la jornada. Agua, agua y más agua; pero también música, música y más música, así fue como el Picnic se vivió a lo máximo.

---

Aplausos mojados

Con la presentación de los nacionales de Un Rojo, en la tarima Jogo la música comenzó a sonar a eso de la 1 p. m. El grupo tico comenzó su concierto sin público, porque el ingreso de la audiencia se dio justo a esa hora.

Pero nada de lamentos, conforme fue llegando la gente, Un Rojo fue recibiendo un caluroso apoyo.

Cuando Ojo de Buey hizo su arribo a escena ya la lluvia estaba en su apogeo. Sin embargo, a ellos poco les importó el chaparrón, porque había una buena cantidad de personas disfrutando al máximo sus canciones.

Para ese momento, la tarima Picnic era la que tenía mayor cantidad de asistencia, ya que ahí las presentaciones internacionales darían inicio con Dalex. Su show se atrasó (posiblemente por la lluvia), pero eso no impidió que el público esperara para perrear empapados.

Como es costumbre, en un evento de este tipo, no siempre la música es la protagonista, son las historias en torno a ella las que llaman la atención. En tiempos de pandemia, por ejemplo, ver a miles de personas llevando agua como si no hubiera un mañana, nos pone a pensar que dentro de un par de días podría haber una ola de gripe y resfríos que llevará a más de uno a hacer cuarentena. Esperemos que no, ya veremos.

Mascarillas botadas en el suelo y llenas de barro, pantalones sucios y empapados casi hasta las rodillas fueron el común denominador de la jornada. Incluso, personal del staff barriendo el agua que se empozó en las tarimas, fueron parte de las imágenes curiosas que dejó el festival.

---

Besos aguados (y algunas lágrimas)

Las amenidades que Picnic dispuso para que el público se entretuviera entre concierto y concierto, no tuvieron tanto pegue por culpa de la lluvia; sin embargo, el carrusel de caballitos sí fue todo un éxito. Volvemos al tema de que el adulto saca al niño que lleva dentro a la primera oportunidad que se le presente, porque la fila para disfrutar del carrusel llegó a ser bastante larga en varios momentos del día.

Como el agua no era constante -a ratos llovía, a ratos paraba, a ratos caía fuertísimo- los inflables y el canopy tuvieron pocos “clientes”, pero aún así hubo chance para gozar con varias actividades.

El ambiente de alegría y vacilón reinaba por todos los rincones. Algunos decidieron pasarla más chill bajo techo donde estaban las tarimas 506 y Hideout, aprovechando el espacio para comer y beber un poco. Otros, los más atrevidos, andaban de arriba para abajo entre tarima y tarima disfrutando de la música, siempre con su capa al hombro.

En grupos de amigos, en pareja y hasta con nuevos conocidos, el buen ánimo era contagioso. De hecho, en medio de notas musicales y charcos, algunos enamorados mostraron su amor apasionadamente. Los besos bajo la lluvia fueron muchos, se los aseguramos.

Aunque claro, no faltó uno que otro que lamentablemente no disfrutó tanto, como pasó con una pareja que vimos frente al escenario Jogo que estaba discutiendo acaloradamente.

“No me diga que es en serio”, decía el muchacho entre lágrimas, las cuales se camuflaban discretamente con la lluvia. “Sí, es en serio. Ya, váyase”, le respondió ella. Esperamos que la música y la fiesta del Picnic haya logrado que dejaran de discutir y que arreglaran sus diferencias.

Definitivamente una experiencia como Picnic es amplia, interactiva, diseñada para gozar de diferentes maneras y, aunque la lluvia no perdonó, el evento cumplió.

Al cierre de esta edición, ya sin lluvia y por la noche, faltaban por presentarse artistas como Faltan Juanes, Farruko, Jhay Cortez, Cultura Profética, Mentados y Kavvo.