‘Tengo la coherencia de cantar lo que vivo y vivir lo que canto’

De cerca Que a veces se receta de su propia medicina o que es mejor amar que regañar, eso y más confiesa Martín Valverde

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Martín Valverde parece que no solo tiene a Dios de su lado, también tiene la facilidad del verbo con él.

El intérprete y compositor nacido en Costa Rica está de paso en casa para dar dos conciertos. Durante casi 30 años, Valverde ha hecho carrera en México para crecer hasta ser considerado uno de los artistas más importantes de la música católica.

Con la misma facilidad que recorre sus recuerdos de niño en la tierra que lo vio nacer, habla de su complicidad con la Virgen María o, bien, de su forma de revisarse a sí mismo, insistentemente.

El verbo le corre fácil, tanto que Martín Valverde no solo es un digno cantautor, sino también un gran conversador.

¿Se siente bien volver a casa?

Volver a Costa Rica en cualquier situación, pero más haciendo lo que sé hacer, es un doble regalo. Eso de que te inviten a hacer lo que te gusta hacer y en el lugar donde te gusta ir, es doble gusto (ríe).

“Estoy feliz de poder trabajar con los jóvenes. Los jóvenes siguen teniendo sus búsquedas y la idea es poder apoyarlos y darles una manita. Muchas de las canciones que hacemos son ya algo más que música; en realidad, vienen siendo una especie de compañía, de luz, de sus propias radiografías de vida; son parte de la historia de los jóvenes”.

Es interesante la conexión que tienen los jóvenes con su trabajo, su mensaje y su ejemplo.

Y es algo que no he planeado. Vas haciendo canciones, pero, sobre todo, vas hablando con los muchachos. Y no hay nada mejor para componer que hablar con la gente, porque la escuchas y todo el mundo trae una canción en el corazón, y eso es lo que vas haciendo música que vas compartiendo. No creo que sirven porque sí: sirven cuando hay planes un poquillo más divinos.

“ Es tremendamente fácil regañar a los muchachos, pero hablarles, hacer que te escuchen, decirles palabras que están más allá de la receta médica, algo que nazca desde la experiencia; eso es diferente.

“Si Dios me regala la vida para octubre estaré celebrando 30 años haciendo este trabajo y los que tenían 15 hace 30 ya no están tan chiquitos (ríe), así que se va pasando la estafeta de generación en generación. No importa la generación, la lucha es la misma: la búsqueda interna, el qué hago aquí, el de qué se trata. Yo me considero una de las opciones que estoy desde el lado de la fe pero un Rubén Blades, un Facundo Cabral, un Alejandro Lerner siempre te dirán cosas que valen la pena escuchar.”

El tener toda esta buena recepción lo pone en un lugar especial en su imaginario. ¿Cómo maneja esa gran responsabilidad?

Hace mucho tiempo en México vendían un divisor de libros que decía: “el amor es una dulce responsabilidad”, así que te cambio una palabra de tu frase para decir en lugar de “gran”, “dulce” responsabilidad. Es una dulce responsabilidad; si me la cargo de “gran responsabilidad”, me voy a quedar jorobado porque no me la voy a aguantar.

“Hay una canción que quiero mucho, aunque la canto poco, se llama Canción para un fan y hay una parte en la que digo: dame el derecho de fallarte, no me lo niegues a mí porque yo no te lo he negado a ti. Hablo de la no perfección. Compongo desde ahí y les das esa visión de que es una dulce responsabilidad, pero, al mismo tiempo, caigo en la coherencia de cantar lo que vivo y vivir lo que canto.

¿Qué pide, entonces?

No ando pidiendo las perlas de la virgen, no le pido a nadie que huela incienso, ni que tenga cara de Gandhi todo mundo. Lo que pido es que disfrutes la vida, que des un paso a la vez. Soy el primero en darme cuenta cuando desafino para adentro. Alguna vez me ha pasado que, uno de mis medicamentos en forma de música, me los he tenido que automedicar. No llego ni a luciérnaga, pero soy una de esas lucecitas que anda por ahí.

¿Se complica la fe?

Hay gente que complica la fe. Creo que hay un poquito de actitud roedora en la vida que complica las cosas. No digo que simplificar sea más fácil ; hay que tener capacidad para confrontar pero desde la simpleza. Hay una frase de un obispo español que quiero mucho y que está en África que dice: “cuando pronunciaste mi nombre me alegré porque no me hiciste muchas ilusiones” (se ríe). Si Dios no se engaña conmigo, por qué voy a engañarme yo con Dios.

“ Voy entendiendo que la regla básica de todo esto es el amor, más allá de una calcomanía o de un cliché. Hablo de una forma de vivir, de una forma de ser, de respirar donde todos los factores que te da la vida, alegrías, tristezas, enojos, frustraciones... son ingredientes de la vida; si no los tienes estás en Marte no en la tierra. Y Dios entiende todos esos ingredientes. Una cosa es la esperanza y otra la expectativa; la expectativa es la peor enemiga de la esperanza. El trabajo fuerte con muchas de mis canciones es colocar la esperanza y matar la expectativa.”

Me acordé de una frase que puso en Algo real, canción de su nuevo disco A quien corresponda: “cada cabeza es un mundo.”

Correcto. Y la compuse para una persona que quiero muchísimo, pero no compartimos para nada la forma de llevar la fe. Y le pongo al final de la canción: “para mí real es de la cruz pero tu también eres real para mí”. Los seres humanos somos muy controladores: queremos las cosas a la hora que se nos antojan y cómo a nosotros se nos antojan y Dios no entra en esa jugada por eso Dios no contesta emails ni “tuitea”. La gente dice: ‘Dios contéstame ya? y eso no es así. Respetar ese tiempo de Dios te hacer ser misericordioso con los demás.

Bueno, también, la gente quiere a veces que Dios le mande mensajes escritos en un zepelín. Así de obvios y grandes los quieren.

Sí. Para mí para poder amar a otros tienes que amarte primero a ti, ese zepelín del que hablas no es otro que uno mismo. La razón por la que uno tiene que amar y seguir adelante es por uno mismo. Amarte es conocerte. Desde chiquitos, nos enseñan que Dios está en todas partes, pero cuando crecemos parece que ya no es así; queremos que Dios esté donde me convenga, solo donde yo lo autorizo a estar.

Entonces el título del disco está muy bien: A quien corresponda es lo mismo que ‘al que le cae el guante que se lo plante’.

Pues sí. Por eso salgo en la portada vestido de cartero.

Hay una canción en el disco A quien corresponda, Bella dama. Obviamente es para la Virgen...

Sí, María es una cómplice. Yo me siento con ella como cuando ella se volvió a los siervos en las bodas de Caná: ‘hagan lo que él les diga’. Yo soy de los que estoy ahí listo para ver cuál jarra hay que agarrar.

“De diez mujeres en pareja, siete son maltratadas. Ahí es donde retomo la imagen de María la Virgen, como una mujer de presencia fuerte; hijo de tigre nace pintito; es una mujer de armas tomar . Ese tipo de mujer cómplice, comprometida, de mujer con dignidad, es importante en estos tiempos . Si la mujer no entiende que la dignidad es su mejor arma, todo va a ser un tango”.

¿De no haber dejado Costa Rica habría tenido su mensaje la fuerza de difusión que tiene hoy?

Pienso que sería músico a toda costa porque está en mi ADN. Me fui a México por otras razones, me fui siguiendo el llamado de mi servicio y allá colgué la guitarra por muchos años fue hasta después que me reencontré que agarré la guitarra e hice un trabajo de hormiga maravilloso. La cosa fue agarrando la expansión que tiene ahorita y muchas cosas se sumaron.