El Teatro Nacional que recibió al pequeño público del viernes 21 de octubre tenía otra cara.
El escenario normalmente dividido por la altura frente a las sillas de la luneta estuvo a su mismo nivel. Los músicos de la Orquesta Sinfónica de Heredia se ubicaron en un salón redondo justo debajo del candelabro de su bóveda (hecho en Cartago, como comentó la ministra de Cultura, Sylvie Durán).
El cumpleaños 119° del edificio histórico se prestó para que el presidente de la República, Luis Guillermo Solís, anunciara el futuro del Teatro.
“Vamos a proteger al Teatro de las vicisitudes que no queremos que ocurran aquí como han ocurrido en otros monumentos de la cultura universal, (en los) que por no haber tomado las previsiones del caso terminan destruidos. Vamos a pedir la comprensión durante esos momentos de silencio del Teatro”, explicó Solís.
En febrero, el director del Teatro Nacional, Fred Herrera, detalló a La Nación que el edificio no tiene póliza contra incendios porque carece de las condiciones eléctricas adecuadas.
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“El plan es, dentro de un año, después del 120° aniversario, cerrar el Teatro e intervenirlo para cambiarle el sistema eléctrico, dotarlo de un sistema contra incendios y poner la tramoya mecánica”, detalló Herrera tras el concierto e insistió que, no obstante, podrían haber atrasos.
Música inolvidable. Dada la organización del escenario, el director Eddie Mora pudo dar la cara a su público mientras guiaba enérgicamente a sus músicos.
La Orquesta Sinfónica de Heredia interpretó tres obras: el experimental concierto para violín El camino de los cantos (2016) de Alejandro Cardona –escrito especialmente para el solista Erasmo Solerti–; la romántica composición Nocturnos de Andalucía para guitarra y orquesta (1996) del español Lorenzo Palomo –con la guitarista cuba Rosa María Matos– y Música para Teatro (1925), una juguetona obra del estadounidense Aaron Copland.
“Eddie Mora conoce muy bien mi estilo de componer y logran interpretar fielmente mis intenciones”, afirmó Cardona sobre el sonido de su pieza, la cual balancea el sonido de las cuerdas con un amplio uso de percusión.
“El modelo de orquesta europeo es de cuerdas con color. En América Latina venimos de otro contexto, entonces la percusión y el uso textural de la orquesta con contrarritmos es parte de nuestra sensibilidad rítmica. Es muy importante en toda mi obra”, describió Cardona.