Slayer se entregó feroz y Tibás ardió

Intenso, generoso y preciso; así fue la cita con la banda estadounidense que convocó a unas 8.000 personas

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Que Slayer es una banda de respeto quedó demostrado anoche ante Centroamérica. El concierto que marcó el debut de la banda estadounidense de thrash metal en la región, tras 30 años de vida, fue un ejercicio de ejecución impecable, de repertorio comprimido a alta velocidad y de solidez en el escenario.

Aquel estadio, que acumuló según datos de la productora Evenpro 8.000 personas, fue testigo de un recital preciso en tiempos. A las 8 p. m., como había sido anunciado apareció la banda nacional Mantra.

Y, a las 9:03 p. m., se apagaron las luces del estadio y apareció al que todos esperaban, Slayer.

Empezar en grande. No pudo haber escogido Slayer un tema más atinado en términos de apertura que el sencillo que da nombre a su más reciente álbum de estudio: World Painted Blood .

Si bien es cierto pasarán años para que World Painted Blood se convierta en un clásico de Slayer, una canción que se haya ganado un lugar especial a punta de guerrear en el mercado y en la escena, esa canción fue una elección perfecta en términos del show .

Una intro lo suficientemente larga y con dejos de suspenso –gracias a su aire de marcha militar– llevaron la ansiedad de la fanaticada al máximo hasta desembocar en una bienvenida épica. La marea negra los envolvió en un sonorísimo grito y volvió al estadio Ricardo Saprissa, en Tibás, un campo de brazos alzados.

Ahí estaba Dave Lombardo haciendo lo suyo en la batería. Ese hombre, alabadísimo por la banda Apocalyptica y uno de los más versátiles en el metal , daba rienda suelta a sus brazos, muñecas, tibia, peroné y pies cuando Tom Araya, Kerry King y Gary Holt se acomplaron al tema de apertura.

También vino ahí un sentimiento de nostalgia. Abría Slayer justo con el tema cuya creación mayoritaria es del gran ausente: Jeff Hanneman. A pesar del esfuerzo de su sustituto para esta parte del recorrido del World Painted Blood Tour , el Exodus Gary Holt, era imposible hacer caso omiso al hambre que dejaba no ver en el debut en Costa Rica a uno de los fundadores de Slayer.

No estaba ahí Hanneman con su modelo de guitarra ESP en el escenario asumiendo las extensas e intensas líneas de guitarra que le permiten lucirse en vivo tanto en el tema World Painted Blood como en Hate Worldwide , también de su más reciente álbum de estudio y segundo en el setlist que entregaba Slayer.

Cada final de canción era celebrado con los brazos en alto por el gentío que, desde las graderías o en la gramilla, movían, como corresponde, sus cabezas.

Mientras Slayer se entregaba con la firmeza propia de sus años en escenario, era imposible no pensar que aquella no era solo una noche de victoria para la banda –daba una clase maestra del metal que se sujeta sin pirotecnias, efectos ni show –, era también una noche donde el gran vencedor fue el fanático.

Los seguidores le sacaron el pecho a un viernes de clima grosero: había llovido intensamente desde las 3:30 p. m. y buena parte de la marea negra, en especial quienes llevaban ya nueve días haciendo fila, quedó empapada desde temprano.

Al tercer tema, el estadio Ricardo Saprissa escuchó a Tom Araya. “¡Pura vida! Gracias por haber venido. ¿Están listos para esto? ¿Están listos?” y el gentío respondió a todo pulmón.

Entonces, Slayer saltó a un álbum clave en su historia: el Seasons in the Abyss, del cual tocó la banda estadounidense War Ensemble, en el que Dave Lombardo dio fe pública de que sus pies y brazos se mueven a gran velocidad.

Ser generoso. En medio de un estadio donde había fans de El Salvador, Guatemala, Panamá y Honduras, Slayer desató Postmorten , del importante y atesorado disco Reign in Blood .

Y fue a partir de ahí que Slayer fue dando un paseo por discos que han sido claves en su historia. Era lo que podía esperar cualquier fanático de hueso colorado, que sonará el material viejito; eso es parte del protocolo cuando se ha esperado a una banda por 30 años.

Fue así como la maestra de respeto en el thrash metal iba vinculándose con su pasado, porque no se quedó en el álbum de más reciente factura, que es el que comercialmente sería el indicado a mover.

No. No lo hizo. Con temas como Temptation regresó al disco Seasons in the Abyss y con Dittohead recordó su álbum Divine Intervention, de 1984.

Con Stain of Mind hizo referencia la banda al Diabolus in Musica , editado en 1996.

Tom Araya demostró que un buen anfitrión del thrash no tiene que hacer show , basta tener temple. Vio como el público gritaba “¡Slayer, Slayer!”, los miró fijamente y solo tuvo que devolverles un “gracias” para obtener una ovación.

Sonaron luego Disciple y Bloodline para entrarle al disco God Hates Us All , del 2001.

Más arriba; más. Estaba Slayer casi a la mitad de su concierto, cuando ya la gente estaba totalmente entregada.

El recital, que hasta ese momento no tuvo ningún punto bajo en energía, iba más bien subiendo más y más. Ese comportamiento progresivo hacia el éxtasis fue desatado con Dead Skin Mask . De hecho, esa canción fue de las más coreadas.

Continuó así la banda con Hallowed Point y The Antichrist tema que llevó a Slayer al que fue el primer paso discográfico de su carrera: el disco Show No Mercy , álbum debut de 1983.

Americon , del material nuevo;

Payback (del God Hates Us All ); Mandatory Suicide (del South of Heaven ) y que enardeció a la audiencia; Chemical Warfare (del Show No Mercy ) junto a Ghosts of War (otra vez acercándose al South of Heaven ) fueron tejiendo lo que iba a ser el final del concierto.

Remataron con Seasons in the Abyss , del disco reciente World Painted Blood .

Al cierre de esta edición, Slayer acabada de dejar el escenario. Se esperaba que regresaran para interpretar temas añorados como South of Heaven , Raining Blood , Black Magic y Angel of Death .

Estaba cumplida la cita y, con ello, el privilegio de que Costa Rica tuviera completo a The Big 4 .