Rosario Flores fue pura pasión

En solo una hora y media, la cantante española confirmó el estrecho lazo que la une al público tico, que no dejó de premiar con admiración cada uno de sus movimientos

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Muy poco le importó a Rosario Flores que el público se le entregara desde que diera un paso en el escenario del Melico Salazar, la noche del domingo. Ella venía a dejarlo todo en la tarima, como si fuera su primera vez en el país.

Como cuentan quienes ya la han visto antes, la española llegó y se apoderó del Teatro Melico Salazar. Sacudió su cabellera, movió sus caderas, bailó y agitó sus piernas al ritmo de su rumba flamenca, y dejó claro su cariño por el pueblo tico.

Como dice en su sencillo Estoy cambiando, de su nuevo álbum Raskatriski, esta batalla es de los dos y vamos a ganarla tú y yo, porque el éxito de su presentación no fue solo suyo, sino también de sus fans, que llenaron el recinto y que celebraron cada uno de sus movimientos y cantos.

La artista, vestida completamente de negro, empezó con una mezcla de temas nuevos y viejos, entre los que estuvieron Gypsy Funky, un homenaje a sus raíces, De ley, Aguita del río y Al son del tambor.

La primera canción que le dedicó a los presentes fue Algo contigo, sin antes dejar de agradecer por el apoyo que año tras año ha recibido durante sus visitas a nuestro país.

La nota romántica siguió con Te quiero, te quiero, tema popularizado por Nino Bravo, y que la dejó explotar su vena dramática e intensa sobre el escenario para placer de sus seguidores.

“Sé que esta siguiente canción les gusta mucho aquí”, dijo Rosario, como una dedicatoria especial antes de entonar Agua y sal, la que arrancó suspiros en la sala.

Luego volvió a dar una descarga de ritmo con Mi son, un tema que acaba de grabar en una versión a dueto con el dominicano Juan Luis Guerra, lo cual considera un sueño hecho realidad, según contó.

“Hay canciones que cuando uno las escribe, jamás se imagina cuánto van a llegar y esta es una de esas”, dijo la intérprete, como introducción para un tema escrito por ella: Cómo quieres que te quiera.

El final de la primera parte del espectáculo llegó con La rumba del bongó, tras la cual desapareció, mientras su banda de cinco músicos y una poderosa corista seguían la fiesta en el escenario.

Intensa. Tras unos minutos, la hija de Lola Flores y el Pescaílla, regresó con un cambio de vestuario que incluía unos ajustados y cortos pantaloncillos, que dejaban ver sus torneadas piernas.

Era el momento de Estoy cambiando, con la cual bailó por todo el escenario, provocando el delirio entre sus seguidores.

Continuó con otro de sus temas nuevos, Yo quiero vivir, en el que aseguró estar agradecida con la vida, y que no quiere perderse de nada y, más bien, vivirlo todo.

En un nuevo repaso por sus temas más conocidos, la cantante recordó uno de sus mayores éxitos, Estoy aquí que fue bien coreado.

Uno de los momentos más intensos de la noche fue cuando interpretó la canción Quiero cantar. Acompañada por sus músicos, Rosario le dio un aire muy bluesero al tema, y que fue recibido con entusiasmo por la gente, a tal punto que se pusieron de pie para aplaudirle.

“No podía despedirme sin cantar este tema, que es un himno de amor que escribió mi hermano Antonio. Vamos a cantar hasta el cielo, para que él la pueda escuchar y para pedir por un mundo mejor”, dijo como introducción de No dudaría.

El público se apuntó al canto y obtuvo a cambio un sentido “Gracias, Costa Rica”, de parte de la artista. Ella se hincó a un lado del escenario y levantó las manos en señal de triunfo, y luego hizo lo mismo al otro lado de la tarima.

La gente gritaba y aplaudía. Rosario no pudo contener más la emoción y se hincó una vez más para besar el suelo del teatro, y con eso logró que la audiencia se pusiera, nuevamente, de pie, en medio de una gran aclamación.

“San José, olé, olé y olé”, se despidió colocando una mano en su corazón y de inmediato empezaron los gritos de “otra, otra”. Minutos después, volvieron sus músicos, seguida pasos atrás por ella.

“Me encanta que me llames así. Esto es Lucía para todos vosotros”, dijo con una enorme sonrisa, antes de interpretar el famoso tema Lucía, de Joan Manuel Serrat.

El cierre definitivo llegaría a las 8:30 p. m. “Yo sé lo que queréis, sois unos marchosos”, expresó, mientras hacía pasos flamencos. Era el momento de Muchas flores, tema infaltable en su repertorio, y con el que puso de pie una vez más a la gente y a bailar todos.

“Muchas gracias, Costa Rica, de verdad que me dais pura vida, me hacéis grande, me hacéis artista; nos vemos pronto, por favor. Hasta siempre”, luego se abrazó a sus músicos para la reverencia final.

“Volvemos pronto, lo prometo. ¡Gracias!”, fueron sus palabras finales, y desapareció del escenario con los ojos llenos de gratitud.

Mientras la gente abandonaba el teatro, algunos pedían más, en especial el tema Qué bonito, pero las luces se encendieron y el show había terminado.