Retornos bienvenidos

Preferencia El solista escogió el piano viejo antes que el nuevo.

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Mykola Diadiura y la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) forjaron una lectura calibrada y lúcida del Concierto para orquesta, Sz. 116, BB 123, del húngaro Béla Bartók (1881-1945), al terminar el sexto concierto de la temporada oficial del conjunto, el viernes 26, en el Teatro Nacional (TN).

En la segunda presentación como director invitado frente a la OSN, el ucraniano confirmó la impresión favorable que había dejado su debut en el año 2007, tanto por la musicalidad de su desempeño como por la gestualidad precisa y elegante desplegada sobre el podio.

El pianista. Asimismo, como solista en el Concierto N° 1, en do mayor, para piano y orquesta, opus 15, de Ludwig van Beethoven (1770-1827), el estadounidense Brian Ganz, quien se presentaba por cuarta vez con la OSN, de nuevo complació a la audiencia mediante la sensibilidad interpretativa y destreza técnica de su actuación en el teclado.

Articulación nítida, timbres matizados, prontitud rítmica engalanaron la versión de Ganz del primero de Beethoven, en realidad su segunda incursión en el género, estrenado por el compositor mismo en Viena en 1802.

La pieza dio fin a la primera parte de la presentación y la lectura acendrada de Brian Ganz y el acompañamiento diligente y solícito del Mykola Diadiura y la Orquesta Sinfónica Nacional recibieron aplausos prolongados y cálidos del público numeroso.

El piano. Es de notar, que el solista prefirió desempeñarse en un viejo Steinway alemán y no en el Steinway nuevo adquirido por el Teatro Nacional en fecha reciente y que presentó problemas desde el inicio.

Pese a la visita de un perito de la casa Steinway & Sons de Nueva York, los problemas persisten en algún grado y la administración del Teatro Nacional quizá debió insistir en ejecutar la garantía y no darse por satisfecha con los arreglos, insuficientes al parecer, llevados a cabo por el técnico.

Gutiérrez. Al inicio, Diadiura y la sección de cuerdas produjeron tonos coloridos y sedosos y labraron una versión delicada y emotiva de la Pavana, de Benjamín Gutiérrez (n. 1937), decano de los compositores nacionales.

Se trata de una obra de juventud, escrita en 1961 en conmemoración de la muerte de la hija pequeña de amigos del músico.

Bartók. A partir de su estreno en 1944 por la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección del legendario Serguéi Kusevitski, que lo había encargado, el Concierto para orquesta ha asumido un sitial eminente dentro de la música sinfónica del siglo XX.

Al final de la función, la luminosa lectura del director y la orquesta resaltó el lirismo de la pieza, el conjunto produjo sonoridad recia y pulida y las secciones respondieron con solvencia a los difíciles retos que la obra les presenta.

Al concluir la interpretación del Concierto para orquesta, los asistentes aclamaron por largo rato a Mykola Diadiura y la Orquesta Sinfónica Nacional.