Pearl Jam llevó a sus fans en un intenso viaje, repleto de recuerdos

Mágico En dos horas y media, la banda estadounidense tocó sus mejores éxitos, pero, sobre todo, tocó el corazón de miles de fans

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La noche del domingo, la banda Pearl Jam se convirtió en una especie de máquina del tiempo, a la cual se subieron más de 30.000 fans que pudieron revivir, con cada canción, recuerdos de los últimos 20 años.

Fueron dos horas y media en las que el quinteto, oriundo de Seattle, despertó un sinnúmero de emociones entre sus más fervientes fans.

Durante la primera hora , reseñada ayer en Viva, la banda hizo un repaso por algunos de sus temas más conocidos como Given to Fly, Jeremy y Even Flow, entre otras.

Sin duda, como el propio Eddie Vedder había anunciado desde el inicio, lo mejor quedaría para el final, y así fue como la banda se guardó algunas de sus canciones más conocidas para el cierre.

Además, el carisma del vocalista con el público fue más que evidente e hizo que para muchos valiera la pena la larga espera y el precio del boleto.

También hubo oportunidad para que sus compañeros de banda, como Mike McCready en la guitarra, mostraran sus destrezas y se llevaran sus merecidos aplausos.

Aunque la noche fue mágica para muchos, en distintos foros de ayer algunos se quejaron de la visibilidad y del sonido, el cual, según dicen, no llegaba hasta la gradería.

“Todos a mi alrededor parecíamos más que estábamos oyendo misa que un concierto de una banda de rock de semejante calibre. Todos teníamos los ojos hiperdilatados tratando de distinguir entre las imágenes borrosas de la pantalla alguna cara reconocible”, escribió Ana Gabriela Brenes, en una carta enviada ayer a este diario.

El gran cierre. Después de la primera parte, el grupo hizo una pausa de unos minutos, tras los cuales, el cantante volvió al escenario acompañado de su guitarra y anunció que tenía algo breve que decir en inglés.

“Hoy, cuando veníamos, vi a una pareja agarrada de las manos y eso me hizo pensar que tengo semanas de no ver a la mujer que amo y lo importante que es tomarle su mano”, dijo el vocalista, y sus palabras calaron en el público que lo aplaudió.

De inmediato, empezó a cantar el tema Just Breathe; solo él y su guitarra. Así son, por lo general, las cosas más bellas, simples. La reacción de los fans fue eufórica al terminar el tema, y los gritos volvieron a llenar el estadio.

Ya con el resto de sus compañeros, el show siguió con una canción que, según Vedder, era una petición que le habían hecho. No dijo de quién. Era Oceans, uno de los temas de su emblemático disco Ten.

Con los primeros acordes de la siguiente pieza, el recinto vivió uno de los momentos más explosivos de la noche. Era el turno de Do the Evolution, que con su agitado ritmo puso a brincar y saltar a una frenética multitud. Muchos la esperaban.

La enérgica descarga continuó con State of Love and Trust, mientras la gente agitaba sus manos en el aire, como fue la tónica durante buena parte del concierto.

Durante las semanas previas, los más fervientes fans del grupo habían expresado en distintos lugares su deseo por escuchar el siguiente tema, y el quinteto dejó bien claro que para eso estaban en el país, para complacer.

Se trataba de Black, y con ella se cumplía el sueño. Fue un momento casi solemne, en el que la gente sacó sus celulares para registrarlo y dejarse un inolvidable recuerdo de la primera visita de la banda.

Cada vez que el cantante terminaba una estrofa, los gritos se apoderaban del lugar.

Algunos no pudieron más y ya fuera por cansancio, recuperar energías o simplemente disfrutar, se sentaron en el piso para escuchar la canción.

Betterman sonó a continuación, mientras todos fijaban su mirada atenta en el escenario. El cantante guardó silencio porque se dio cuenta de que tenía un enorme coro que la entonó frase por frase.

Vedder rasgaba su guitarra con fuerza y provocaba el delirio entre los fans, que con aplausos y gritos le dejaban saber a él, y al resto de la banda, que la entrega era total.

Llegó una nueva pausa y la gente aplaudía para hacer volver a los músicos por los que habían esperado 20 años. Unos minutos después, estaban de vuelta.

“Tienen un lugar pequeño y hermoso aquí. Les agradecemos por esta clase de energía que nos han dado y si les parece vamos a seguir tocando”, dijo Vedder, y los gritos se convirtieron en su respuesta.

Llegó el momento de los covers y el primero fue Last Kiss, original de Wayne Cochran, y con la que la banda se anotó un éxito de factura propia en 1999. Una vez más, el público fue un gran coro y, al final, la gente celebró a lo grande.

Ya eran las 11:30 p. m., cuando alguna gente empezó a abandonar el lugar. El lunes ya amenazaba con llegar y algunos prefirieron irse para evitar el congestionamiento.

“Esta canción se la tomamos prestada a alguien llamado Roger Waters”, dijo Vedder, antes de que la banda empezara a tocar Mother, de Pink Floyd, que también fue muy aplaudida. “Gracias a ustedes y gracias a Roger”, afirmó conmovido, el músico.

De vuelta con sus temas propios, Pearl Jam le entregó Once a su gente, la cual se volvió a inyectar con energía. Justo hacia el final del tema, alguien le tiró una prenda al cantante, quien se esforzó por atraparla y lo logró.

Otro de sus éxitos volvió a encender a la audiencia que estaba en éxtasis, pero que todavía quería más, y por eso el grupo les dio Alive, mientras la multitud, como ensayado, elevaba su brazo y apuntaba a la banda con su puño una y otra vez, como un ejército roquero.

El movimiento captó la atención del cantante, quien se paró en una de las esquinas de la tarima para ver y alentar a la gente.

Alguien le tiró una bandera de Costa Rica, y él la tomó y se la colocó en la parte de atrás de su cintura, por lo que más gente se animó a tirarle cosas, incluidas banderas de otros países del área.

Otro cover apareció en el repertorio con Rockin’ in the Free World, de Neil Young, mientras Vedder tocaba un par de panderetas, y el resto de sus compañeros disfrutaban en el escenario. El vocalista tiró las panderetas a quienes se encontraban en las primeras filas, que hoy son un gran recuerdo para unos de sus afortunados fans.

Luego pidió un par de panderetas más y las regaló, pero esta vez escogió a quien se las daba.

Los que estaban más atrás, aprovecharon el espacio libre en la gramilla para correr como niños, disfrutando de la música y saltando al ritmo del tema.

La despedida llegó con Yellow Ledbetter. Mientras cantaba, el intérprete decía adiós con la mano. Luego presentó en español a sus músicos y a otros colaboradores en español.

“Gracias, Costa Rica”, se despidió antes de apuntarse a cantar “ooooeeee ooooeeee Costa Rica”, con la multitud como compañera infalible de canto.

Todo el grupo se abrazó en el centro del escenario e hizo una reverencia a los presentes, mientras las luces del estadio se encendían, señal inequívoca de que el show se había acabado.

Las últimas palabras de Vedder fueron en inglés y también fueron amorosas: “Buenas noches, adiós, los amo”, y así se fueron, a las 11:54 p. m., dejando una marca indeleble en el corazón de sus fans.

“¡Qué buena noche!”, gritó un joven en medio de la multitud, quien abandonaba el estadio al filo de la medianoche. Los que caminaban cerca asintieron con sus cabezas... Era una noche inolvidable.