Marcos Witt: lo que es ser arcilla en manos de Dios

Varias veces ganador del Grammy, visitante ilustre o distinguido en varios países y vendedor de millones de discos en el mundo.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

No tiene por qué haber reparo al decirlo: Marco Witt es un hombre de Dios. Lo es, a tal grado, que 30 años de sus 49 de vida los ha pasado, en cuerpo y alma, dentro del sendero de la promoción de la fe.

Primero fue el pastorado, sin guitarra en mano; cinco años pasó así y luego vino el momento de entrar en la música. Lo que planeó el hombre parecía sí haber sido orquestado desde otra parte –quizás de más arriba–, porque en ese camino el mexicano celebra ya 25 años de estar activo, y esa razón lo traerá a Costa Rica, el 7 y 8 de julio, para dar conciertos y conferencias de liderazgo en el pastoreo.

Ni planeó ni imaginó el autor de La fuerza de tu amor que sería una de las figuras más importantes de la música cristiana en español; ni por la cabeza le pasó que su trabajo marcaría tendencia sonora en buena parte de esa escena.

Una fe firme como un roble le ha permitido a Marcos Witt sortear las trampas que tienden la fama y la industria de la música cuando se es exitoso. Esa misma fe le ha permitido superar las pruebas, tanto profesionales como personales.

No hay mejor forma de conocer a Marcos Witt que por su propio verbo. Esta es una entrevista con Viva realizada el jueves pasado.

Esto de hacer música fue posterior a su ejercicio en el pastorado. ¿En qué momento se le siembra la semilla por la música?

Crecí estudiando música en mi casa; mi mamá nos obligó a estudiar música (ríe).

¡Qué buen castigo!

Sí, verdad. Tenía ocho años de edad y ya estudiaba música. No fue una opción y bajo esa encomienda llevé diez años de formación musical en piano y música clásica; estudié ópera y de ahí fue donde empezó mi amor por la música. Sabía que tarde o temprano la música vendría a ser algo importante en mi vida. Después de haber hecho mi primer disco en el 1986 (Canción a Dios), de haber cumplido con muchas giras y millones de discos vendidos me doy cuenta de que fue atinada mi decisión de entregarme a la música.

Yo diría que atinada fue la decisión de su mamá de “obligarlo” a estudiar música.

Exactamente. Y de hecho, cuando recibí por primera vez un Grammy , a la primera persona que agradecí fue a mi madre porque si no hubiese sido por ella, nunca yo hubiera vivido ese momento.

Adoremos fue el disco que le da su gran boom en el mercado; luego vinieron en ese mismo sentido Proyecto AA y Tú y yo en vivo. ¿Por qué cree usted que esos discos resultaron tan exitosos mientras que el debut (Canción a Dios) no lo fue tanto? ¿Sería por ser el primero?

No sé qué causa ese tipo de cosas. Sé que en Adoremos nos enfocamos mucho en el público joven y usamos un estilo un poquito más contemporáneo.

Eso fue arriesgado.

Sí, me criticaron mucho. Me decían que en la música de iglesia no se debía usar guitarras eléctricas y música contemporánea. No nos detuvimos por las críticas de la gente, sino que, más bien, nos fuimos de frente y el fruto ha comprobado que resultó acertada esa decisión. Esa decisión obedeció a que teníamos un deseo de que los jóvenes adoraran a Dios.

En esta conversación trato de ir descubriendo sus logros. Entonces, ¿uno de esos logros en 25 años de hacer canciones sería reafirmar que la música para Dios no tiene por qué ser aburrida?

Exactamente. Creo que ese ha sido uno de mis logros, porque a través del camino que yo pavimenté, hoy transitan muchísimos artistas cristianos con muy distintos estilos, sabores y ritmos.

“En ese sentido, yo fui un pionero, alguien que se atrevió a hacer las cosas de forma un poco diferente y les abrí el paso”.

Eso, ser figura de referencia para otros artistas, ¿es un peso muy grande o puede sobrellevarlo tranquilamente?

(Se ríe) Si algún día pensamos que podemos sobrellevar un peso tranquilamente, estamos acercándonos al orgullo o alguna otra cosa...

¿A la soberbia, quizás?

Esa era la palabra que estaba buscando. Entiendo que tengo influencia y trato de ser un buen mayordomo de esa influencia, pero no me detengo a pensar en eso. Simplemente, me concentro en los principios y valores que me han regido toda la vida, siendo fiel a mis principios y que sea eso lo que forja el camino.

Tiene una carrera que desemboca en una palabra sencilla, de cuatro letras, pero muy engañosa: “fama”. La fama puede ser una muy mala consejera. ¿Cómo se defiende ante su tentación y encanto?

Me he rodeado de personas que me quieren y no se impresionan con esa fama. No se impresionan, ni con mis logros, ni con mis derrotas. Son personas que me aman incondicionalmente, e incluso antes de ser yo reconocido.

”Y con esto (la fama) hago lo mismo que te dije anteriormente: no pienso mucho en ella. No me enamoro de mí mismo (ríe). No me doy aires de grandeza; vivo mi vida al día, saco la basura de la casa, llevo a mis hijos al colegio, saco a pasear a la perra, traigo la leche... gracias a Dios tengo una vida muy normal”.

Me lo imagino todas las mañanas frente al espejo diciéndose: “a ver, Marcos, no eres Dios, eres solo un instrumento”.

(Ríe) Tengo muy claro que soy un instrumento. En México decimos ‘no me estoy echando porras’.

Aquí en Costa Rica sería: ‘no me estoy echando flores’

Eso mismo. Lo que quiero es que mis frutos hablen por sí mismos y que Dios use mi vida como siempre lo ha hecho y que sea Él quien reciba toda la gloria. Esa es la parte más importante de entender, que todo lo que tenemos viene de él y está mal si nosotros queremos quedarnos con el crédito.

Espero que no le parezca una insolencia pero: ¿cómo sabe usted que es lo que Dios quiere?

Es algo que uno vive todos los días. Todos los días uno se despierta en busca de caminar con el Señor; es una relación diaria. Todos los días uno debe estar dispuesto a que Dios le hable y le muestra el camino por donde ir.

En ese camino trazado por Dios hay altos y bajos. ¿Cuáles han sido sus puntos bajos en el camino?

He tenido derrotas, sí. Las he vivido en la intimidad de mi vida. El asunto es aprender de las derrotas como si fueran una lección. Si uno no aprende de ellas, entonces en balde las vivimos.

¿Esos momentos difíciles han puesto en tela de duda su fe?

No. Es firme... es muy firme y nunca he tenido una duda con respecto a su soberanía y excelencia. Nunca he tenido una crisis de fe.

¿Puede entonces decir, con toda convicción, que usted es vencedor y no un vencido?

Exactamente, pero tomado de la mano de Dios ahí sí soy el vencedor y no el vencido.

Usted logró hacer un concierto frente a 100 personas en el Estadio Azteca (en México) para el Homenaje a Jesús ¿Este es un logro suyo importante?

El logro tiene que ver con que fue un Homenaje a Jesús. La gente se reunió en honor a su causa no en honor a mi nombre. Ni siquiera habíamos anunciado quienes íbamos a estar en la tarima.

“Y creo que un poco eso pasa con mi trabajo. Acabo de terminar la gira más larga de mi carrera (Sobrenatural) que fueron 105 ciudades y 1,5 millones de personas asistieron, y tiene que ver con el hambre y el deseo que tiene la gente de conocer más acerca de Dios. Tiene que ver más con Dios que conmigo”.

¿Es un reto ser escritor también? No es lo mismo un texto largo que una canción.

La canción es más difícil de escribir. Hay que resumir conceptos en frases cortas y eso requiere de poesía que es la vez un gran ejercicio.

Está terminando su libro número 11. ¿De qué trata este texto?

Es mi primer libro de ficción. Tiene que ver con mi compromiso de ayudar al liderazgo. Son ocho principios basados en el salmo 23 sobre cómo podemos ser mejores pastores. Está entretejido con unos jóvenes que se pelearon y más.