Los punks esquivan la censura de China

Los grupos de punk rock chinos quieren más anarquía en la República Popular. Letras en inglés y mensajes en código les ayudan a vivir bajo el radar

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Reconocible por su cresta fucsia y anaranjada, el cantante chino Shan Lin aboga por la rebelión y el anarquismo. El punk ofrece un inusual espacio para la expresión subversiva en la represiva China.

“¡Cuantos más anarquistas mejor, cuanto más caos más nos gusta! El desorden, es nuestra vida”, dice Shan, de 30 años e integrante de Shiweizhe (Los Manifestantes), poco antes de un concierto.

En el corazón de 798 –un antiguo complejo industrial del norte de Pekín transformado en un barrio de arte–, un festival punk congregó el mes pasado a un público ecléctico con mohawks de vivos colores y cabezas rapadas.

Una camiseta vendida por SMZB, un grupo emblemático de Wuhan, anuncia el tono: muestra la columna imperial de la plaza de Tiananmen, símbolo del poder central, con un montón de calaveras a sus pies y la mención “Sueño chino”, un eslogan del presidente Xi Jinping.

En un ambiente lleno de humo, los hombros chocan entre sí en el pit , mientras el cantante de Shiweizhe sacude frenéticamente su cabeza sobre un fondo de guitarras estridentes, que contrasta con el pop empalagoso y el rock estéril que dominan el paisaje musical chino.

“La revuelta es el espíritu punk”, comenta Lei Jun, un corpulento treintañero con los brazos cargados de tatuajes, vocalista del grupo Misandao y organizador del festival.

En un restaurante de fideos adonde va Lei Jun, en un callejón del viejo Pekín, hay colgados afiches de la banda británica Sex Pistols. Pero los punks chinos saben que ellos no pueden permitirse los excesos de Sid Vicious.

Algunos recurren al inglés para sus letras más contestatarias, apelando a combatir a la policía “hasta la muerte” o rendir homenaje a las madres de estudiantes asesinados en Tiananmen en 1989. Otros utilizan iniciales para camuflar ataques al Partido Comunista.

Los grupos chinos imitan el estilo del punk anglosajón y su odio por el establishment , pero sus textos abordan temas locales: “Las expulsiones forzadas, la ausencia de un porvenir, la educación que transforma a los jóvenes en robots del trabajo, el reino del dinero”, enumera Lei Jun.

Subterráneo.

El punk en los 90 en Pekín y Wuhan, alimentado por la música underground extranjera, después de años del destierro del rock, emblema de las manifestaciones estudiantiles de 1989.

Hoy las canciones punk reflejan venas anarquistas o por el contrario democráticas. Pero la audiencia de los grupos punk –estimados en unos 50 en China–, sigue siendo muy minoritaria, por falta de distribución en los canales oficiales, en un entorno regido por la censura.

“El hecho de que los conciertos sean en espacios limitados, con un público reducido, ofrece un poco más de libertad de expresión a los grupos”, considera Amar.

El experto cita un concierto de SMZB en Wuhan en 2011, que la policía había prohibido y después autorizó, pero con 300 espectadores que acudieron en lugar de los 700 previstos.

Por el contrario, los grupos han criticado el reciente festival en Pekín, juzgándolo de “demasiado comercial”, con costosas entradas de 23 dólares (19 euros) y con el fabricante de zapatos Dr. Martens como patrocinador.

“El público del festival, es un 30% de entendidos, que se adhieren a la ética del punk , y un 70% que simplemente viene para descubrir los grupos y hacer pogo (baile), son punks por un día”, observa Lei Jun.

Wang Yuxin, de 24 años, aparece en la primera categoría: para ella el punk fue una revelación. “La presión familiar es muy fuerte. En estos conciertos yo me siento viva de nuevo, liberada y sin restricciones”, declaró.

“Nuestros fans están sensibilizados y viven al margen, aquí no hay ricos de segunda generación”, ironiza Ren Kai, vocalista de Fire6, preocupado por el retroceso de los punks “auténticos” en una sociedad donde prosperan los “entretenimientos egocéntricos”.

Los punk no están exentos de presiones sociales: el vocalista de Shiweizhe trabaja en la construcción y su guitarrista alisó su cabello para ingresar a una empresa de bienes raíces.

“Con la costumbre china de estudiar el aspecto de la gente, es difícil adoptar una apariencia punk”, dice desanimado Lei Jun. Él se considera afortunado: “Si tuviera que ser un punk intermitente, empleado modelo en el día y rebelde en la noche, me volvería completamente loco”.