Lila Downs, cantar con entrega total

La mexicana ofreció el miércoles el primero de dos conciertos en el país, donde ofreció una intensa interpretación de su música

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Contagiosa resultó la música de la cantante mexicana Lila Downs, durante su concierto del miércoles en el Teatro Nacional. Por igual sedujo desde a un par de jovencitas que bailaban en la galería lateral de la sala, hasta el expresidente Miguel Ángel Rodríguez, quien acompañó con sus palmas, desde su butaca, la canción La cumbia del mole.

Esta primera noche de la artista (el jueves tuvo un segundo recital) fue toda energía, simpatía y pasión sobre el escenario. Su concierto fue corto: comenzó a cantar a las 8:06 p. m., y a las 9:23 p. m. se estaba despidiendo del público.

Durante el tiempo que permaneció sobre las tablas del histórico teatro, ella disfrutó cada minuto y, desde luego, su público fiel, pero que no llenó la sala, cantó a todo pulmón sus canciones.

La noche comenzó con uno de los temas más contagiosos de su nuevo álbum Pecados y milagros: Mezcalito. La energía con la que esta bella mujer de 43 años subió al escenario puso rápidamente a todos en calor. El momento fue aprovechado por la artista para llevarse a las manos una pequeña botella de mezcal, para derramar algo del destilado en el escenario; por supuesto, no desaprovechó la oportunidad para calentarse la garganta.

Con la primera de una serie de ovaciones de los espectadores, Downs agradeció a los presentes por acudir a la cita. Luego, cantó Tu cárcel, del que llamó el Buki mayor, Marco Antonio Solís.

Con el tema La iguana, acompañado de gran manera por Celso Duarte en el arpa, la invitada comenzó a mostrar una faceta más histriónica. Ella no solo cantó , sino que, para deleite del público, hasta imitó a la iguana que se cayó de la escalera.

Para este nuevo encuentro con el público tico, Lila Downs apareció con largas trenzas, y un vestido que era una clara referencia a las prendas de pueblos autóctonos mexicanos.

El transcurrir de los minutos dio paso a otras interpretaciones, como la sentida La martiniana, el corrido Vámonos, Cucurrucucú paloma, La reina del inframundo o una de sus infaltables: La cucaracha.

Pese al formalismo que da un escenario como el Teatro Nacional, muchos de los presentes se olvidaron de protocolos y, desde sus butacas, bailaron, sacudieron los hombros. La despedida fue con Llorona, tema que terminó cantando de rodillas ante el público.