Latinoamérica fue intensa en el Nacional

Emoción Aplauso generoso fue el premio para el cubano Freddy Pérez y los argentinos Diego Jasca y Ricardo Moyano

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Guitarras y charangos pusieron a correr a mil el corazón en el Concierto latinoamericano del XVII Festival Internacional de Guitarra de Costa Rica 2010.

Sí, el jueves pasado, un jueves de lluvia intensa, a las 8 p. m. en el Teatro Nacional, la jornada vivió su tercer recital de la actual temporada de la mano –o mejor dicho, de las manos– del cubano Freddy Pérez y de los argentinos Diego Jasca y Ricardo Moyano. Estos últimos fueron todo un dúo dinámico.

No importó aquella noche que el Teatro Nacional no estuviese al tope de su capacidad porque los aplausos fueron intensos, los silbidos de gozo fueron claros y evidentes resultaron las peticiones para que sus protagonistas regresaran al escenario a dar más y más.

Aquel jueves 30 de setiembre, la Latinoamérica que se desgranó en el Teatro Nacional fue bellamente estilizada, y graciosamente abordada –con fino humor–.

De Cuba con amor. La confesión que Freddy Pérez había hecho a Viva, un día antes de su concierto, fue palabra cumplida. “Voy a tocar con amor”, dijo y eso hizo.

Abrió su parte del concierto con El manicero (Moisés Simón). En su guitarra, aquel pregón fue una pieza estilizada de impecable técnica. Pérez había sido claro desde un principio: lo suyo no son arreglos, son versiones libres.

Cada interpretación de Pérez se llevó aplausos: el son tradicional El paralítico; Mamá son de la loma y, en especial, María Cristina me quiere gobernar, que, en sus manos, dejó de ser un tema para bailar para transformarse en un verso sublime, casi en un poema urbano.

Su homenaje al compositor cubano ya desaparecido Ñico Rojas, con Liliam y Francito y Alfoncito, también sacaron aplausos y buenos silbidos de aprobación.

Lo mismo sucedió cuando hizo las Cuatro canciones del calendario, de Eduardo Marín: Enero, Marzo, Junio y Agosto.

Y como Pérez también es compositor mostró algo de su propia cosecha: Son interrumpido.

Terminó su actuación y, a punta de aplausos, el público le pidió regresar. Así lo hizo y, al terminar, llegó el intermedio.

¡Viva el sur! Entonces, le tocó el turno de los argentinos Diego Jasca y Ricardo Moyano. Cuando se tiene tanta intensidad dentro, como le pasa a Moyano, es justo romper las reglas. Habló con el público, bromeó , se confesó y sacó risas a los espectadores.

Y Jasca, que también se las trae, rompió las formalidades al cantar, bien acompañado por Moyano en la guitarra y por él mismo en el charango, Los ejes de mi carreta.

Desataron zambas, milongas y hasta cuecas, aquellas cuerdas se encontraban, se “contrapunteaban”, y aquellas manos hacían percusiones sobre los instrumentos, con tanta agilidad como rasgaban las cuerdas. Esto, puso a los corazones contentos.

A dúo, y a ratos en solitario, estos dos, que se complementan, se sonreían al tocar y cada tema maduraba un clímax.

Cuando estuvo solito, Moyano tocó lo que sentía y, si había que cambiar el programa, lo hacía. Eso se llama ser libre y tocar con el corazón. Su versión de Alfonsina y el mar arrancó una ovación.

Y cuando Jasca, maestro del charango, hizo lo propio demostró que el charango es lo que él dice: un instrumento de primer plano. Lo hizo con una improvisación, O Solo Mio, y con su Suite para charango. Ante el aplauso frenético se vieron en el dulce compromiso de volver al escenario y dar más.