La Sinfónica Nacional emocionó a estudiantes

Sabor! La orquesta de los ticos ofreció ayer un recital en el Colegio Metodista, donde puso a los niños a moverse con el calipso

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Con sonrisas de complicidad, una decena de niños vestidos con camisetas amarillas se movían al ritmo del calipso que la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) les interpretó. Los bailarines son estudiantes de primaria del Colegio Metodista, quienes se sumaron ayer del Festival Académico 2012, organizado por el ensamble junto a centros educativos.

Bajo la batuta de Sergio Herrera , la orquesta de todos los ticos llegó al colegio de Sabanilla, con el objetivo de entusiasmar a los estudiantes con la música. Herrera comentó que su deseo es que la música ayude a cultivar el espíritu de los menores y ayudarles a mejorar su educación.

“La música es natural para los niños, les agrada y desde la OSN queremos promover la música clásica y acercarla a este, el futuro público”, detalló el director Herrera.

Gran público. Una oración elevada al cielo fue la manera en que el colegio dio la bienvenida a los músicos.

Luego de unas palabras, comenzó la música a las 10:09 a. m. La Obertura del Festival Académico, de Johannes Brahms, fue la primera composición en el repertorio. Con las primeras notas, los escolares y colegiales dejaron los murmullos y comentarios, para dar paso a la completa atención.

Fue como si una magia saliera desde el corazón de la orquesta y lograra cautivar la atención de casi todos los menores. Enamoraron en especial a los de primaria, como Victoria Meseguer, de 7 años, quien agitaba de un lado a otro los brazos, imitando al director.

En el programa continuaron con obras como la Marcha solemne, del costarricense Mariano Herrera, y la Danza Húngara N°. 5, también de Brahms.

En las gradas, los jóvenes empleaban hojas de papel como abanicos, mientras que el director de la orquesta se limpiaba el sudor con su pañuelo rojo.

Con la llegada de Malambo, de Alberto Ginastera, y Huapango, de José Pablo Moncayo, el sonido de la orquesta se volvió aún más latinoamericano. Fueron momentos en que la marimba y el arpa tuvieron protagonismo.

El retumbo del bombo en la obra de Ginastera invadía todo, mientras profesores dividían su mirada: por ratos prestaban atención a lo que la orquesta hacía; por otros, le tenían el ojo puesto a aquellos que se distraían con mayor facilidad.

El cierre fue la obra de Berrocal, creación que reunió extractos de temas con gran sabor a calipso, como Matilda. Los niños en pie no se cansaron de aplaudir y dar las gracias al ensamble por una hora de música. Como agradecimiento, la OSN les dio una obra más.