La Sinfónica honró a tres directores en una noche enérgica

Festín musica Gerald Brown, uno de los artífices de la renovación de la orquesta, es director emérito; Hoffman y St. Clair celebraron con él

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Como en todas las celebraciones de cumpleaños, el concierto de este viernes de la Orquesta Sinfónica Nacional tuvo momentos para la solemnidad y para festejar. A sus 75 años, la orquesta no deja de crecer; por ello, abrazó fraternamente a quienes la trajeron adonde está ahora.

Como introducción a la música, la ministra de Cultura y Juventud, Elizabeth Fonseca, celebró el cumpleaños de la orquesta. “No es fácil que un Estado financie durante 75 años una orquesta sinfónica”, señaló acertadamente ante el teatro. Además, recalcó la inclusión de una obra de un compositor tico, Benjamín Gutiérrez (presente en el concierto).

El estadounidense Gerald Brown, uno de los artífices de la renovación musical y profesional de la institución (que dirigió de 1971 a 1980), fue nombrado director emérito este viernes. Comparte el honor con Irwin Hoffman, quien, junto con Carl St. Clair, completó un nutrido programa. Este fue el primer concierto de la temporada de la OSN, y se repetirá este domingo a las 10:30 a. m.

Fiesta. Brown inauguró la noche con las mismas dos composiciones que lo hizo en 1971, cuando debutó ante el público tico: con el Himno Nacional y la obertura de La italiana en Argel , de Gioacchino Rossini.

Usó la misma batuta que entonces; lo aplaudieron otras generaciones. La composición de Rossini es un torrente de momentos brillantes, delicados, y Brown los condujo con ternura.

No dejaba de sonreír, quizás complacido con haber vivido dos momentos tan diferentes en la historia de un país adoptivo. El público, naturalmente, agradeció con calurosos aplausos.

Brown prosiguió con Evocación , la obra de 1961 de Gutiérrez, una obra envolvente y delicada. Desde algunas notas previas a la resolución de la obra, varios músicos estaban sonriendo. Cuando Brown inauguró la nueva orquesta tenía la misma batuta. Según lo que se escuchó el viernes, también con la misma fuerza.

Posteriormente, otro director con profunda influencia en la orquesta tomó la batuta: Irwin Hoffman, director de 1987 al 2001. Inició con la segunda de las Romanzas para violín de Beethoven. Como solista, el violinista José Aurelio Castillo ofreció una poderosa interpretación.

Puesto que la energía fue el tema de la noche, continuó la Obertura fantasía de Romeo y Julieta , de Chaikóvski, saludada con profusos aplausos. A Hoffman se le entregó un reconocimiento por su contribución a la música.

Tras el intermedio, Brown volvió al podio, esta vez con la juguetona obertura de Candide , de Bernstein, teñida de jazz . Fue tras esta obra que se le nombró a Brown director emérito. Agradeció con más música: La arlesiana , de Georges Bizet.

Luego, Carl St. Clair, director titular de la OSN desde hace un año, demostró su usual brío en una obra de Ravel y otra de Rimsky-Korsakov. “Somos su orquesta. Con su amor y apoyo, la música vivirá en nuestros corazones y en el alma”, dijo.

Al final del concierto, St. Clair invitó a Hoffman y a Brown a acompañarlo al escenario. De pie, el teatro agradeció a tres maestros. En el escenario, se contaban cuarenta años de historia tica.

A las 10:30 a. m. se repetirá el concierto inaugural en el Teatro Nacional. Las entradas valen entre ¢4.000 y ¢18.000. Se ofrecen descuentos de 50% para estudiantes y ciudadanos de oro.