La Sabana vivió intenso cierre

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe
Ver más

Tan intenso fue el cierre del concierto Un lunes de enero en La Sabana: Concierto de las artes, que una parte de los seguidores del grupo Sonámbulo usurparon una de las tarimas frente al Museo de Arte Costarricense (MAC) para verlos de cerca y bailar.

Por suerte, la calma reinó, la música se detuvo y los intérpretes de Zona roja pidieron a sus seguidores que, por su propia seguridad, bajaran de la tarima para seguir la fiesta del lunes en paz, y así pasó.

Lo cierto es que el entusiasmo de los varios miles de asistentes no disminuyó a lo largo de las casi cinco horas de concierto, que tuvo su banderazo de salida minutos después de las 6 p. m.

Tras participaciones de grupos como Rumba Jam, Percance y Patiño Quintana, la noche volvió a dar un giro radical, en temas sonoros, gracias a los Sight of Emptiness (S.O.E.).

Antes de su descarga de death metal, el grupo agradeció a Manuel Obregón e Iván Rodríguez, jerarcas del Ministerio de Cultura y organizadores de esa noche artística, por ser tomados en cuenta.

Pero la gente llegó por música y eso fue lo que le entregó S.O.E., primero con Faceless Dream y luego con Burning Silence, dos temas llenos de intensidad y que dejaron muchos aplausos para el grupo.

A quien también aplaudieron desde el primer momento que puso un pie sobre la tarima, fue a Ramón Mejía, Perrozompopo para sus fans y amigos. Con los acordes de la guitarra, este cantautor dio forma a uno de sus temas políticos más directos: Perrozompopo.

Pero en su voz y música también hubo espacio para esa música que llega al tuétano y al corazón, con los versos de Entre remolinos.

Como el tiempo para cada artista era breve, unos 10 minutos en promedio, con esas dos canciones Mejía se despidió, pero ante el clamor popular él regresó para compartir Romper el silencio.

Ya cerca del final de la actividad gratuita, le llegó el turno a una agrupación que mantiene un gran romance con su público: Malpaís. Como es usual, cantaron y cientos de voces hicieron coros para temas como Contramarea.

El cierre con Sonámbulo, quienes cantaron desde un balcón del MAC, fue alegremente contagioso, con una música llena de influencias tropicales bailables. Aunque algunos asistentes se marcharon antes de salida del grupo de música psicotropical, fueron más los que se quedaron a disfrutar de su sabor, a pesar que eran casi las 11 p. m.