Jerry Lee Lewis fue el nombre del escándalo

The Killer está de gira para celebrar su cumpleaños 80 y despedirse de una carrera que empezó en la infancia del rock and roll

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En un artículo del 2006, Rolling Stone ofreció la mejor definición de Jerry Lee Lewis: junto a él, Keith Richards es tan tranquilo como Mickey Mouse.

El hombre que inventó el escándalo en el rock and roll cumple 80 años este martes 29, con una gira de despedida y sin arrepentirse de nada.

“Nunca fui un buenazo, pero tampoco fui un farsante”, expresó The Killer.

Antes de que Hendrix le prendiera fuego a su guitarra en un show, él lo hizo con piano.

Nació en Ferriday (Lousiana), en una familia pobre de solemnidad, el mismo año que Elvis Presley (otro sureño).

Se dedicó a lo mismo que el Rey del rock (con más alcohol y más drogas), tras leer un artículo en una revista. Era 1956. El sello Sun Records, el mismo de Presley, lo contrató.

Sin embargo, el impulso mayor hacia la música lo obtuvo por la seducción que el piano de su primo, el futuro predicador Jimmy Swaggart.

Lewis casi, casi sigue los pasos de su pariente, quien se haría tremendamente rico como “teleevangelista” (y caería en tentación con prostitutas).

De hecho, se inscribió en un instituto bíblico, en Texas; pero lo expulsaron: se le ocurrió cantar un himno religioso, My God is Real, a ritmo de boogie.

Así el mundo perdió uno telepredicador y ganó un rockero.

En 1957, había tomado los escenarios por asalto, con unas interpretaciones que no dejaban a nadie indiferente: su potente piano se combinaba con letras atrevidas. “Me muerdo las uñas, chasqueo los dedos/ ven, nena, vuélveme loco/ que tengo unas maravillosas bolas de fuego”, canta en su tercer disco Great Balls of Fire.

Su primer hit fue Whole Lotta Shakin’ Going On: número uno a pesar de la censura en las estaciones de radio.

Los adultos fruncían el ceño y los jóvenes bailaban como posesos, mientras Jerry “aporreaba” las teclas, con manos y pies, y los mechones de su ensortijada y larga cabellera rubia se sacudían sin gobierno. Jamboree, película de 1957, junto a Fats Domino y Carl Perkins, lo establece como uno de los primeros ídolos de un grupo que empezaba a ser más fuerte y que sería fundamental en el boom del rock: los adolescentes.

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Una ficha. El joven Jerry Lee Lewis era apasionado, temeroso de Dios y precoz, como lo prueba su primer matrimonio a los 15 años.

En total, pasó por el altar siete veces; la última hace apenas cuatro años. A los 22 años, ya tenía tres bodas en su hoja de vida.

A la tercera, diciembre de 1957, llegó sin tomarse la molestia de divorciarse de su segunda mujer. Como un agravante, lo hizo con su prima segunda, Myra Gale Brown, de apenas 13 años e hija de su primo, J. W. Brown, quien también era su bajista. Un reportero inglés reveló el asunto en una gira a Inglaterra, en 1958. El escándalo estalló...

Los conciertos de ese tour fueron un fracaso y terminó deportado. Su carrera discográfica se fue al caño y fue censurado.

En 1962, murió, ahogado, su segundo hijo, Steve Allen Lewis. Él interpretó la tragedia como un castigo de Dios por sus actos: criado en la amenaza del infierno y la condenación eterna, no se resistió a la música del diablo.

Sobrevivió a base de conciertos, aunque las dos siguientes décadas fueron de excesos; en 1970 se separó de su prima, dos de sus siguientes esposas murieron trágicamente (por una fue investigado); su hijo Jerry Lee Lewis Jr, murió por consumo de drogas.

En los 80, se redescubre su figura gracias a la película Great Balls of Fire (con Dennis Quaid como Jerry Lee, y Winona Ryder como Myra Gale) y llega al Salón de la Fama del Rock como pionero.

Hoy cumple 80 años. Siempre temeroso de Dios, se retira con algo claro: “Satanás no me dio el talento. Dios me dio el talento, y yo siempre le digo eso a la gente”.

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