El estadounidense Irwin Hoffman fue contratado en 1987 para contribuir con la profesionalización de la Orquesta Sinfónica Nacional . Fue el “gran formador” en la música clásica hasta el 2001 (y desde el 2011 en varios conciertos). Esta mañana, se anunció que el maestro de 91 años se retirará de la dirección orquestal.
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El director general del Centro Nacional de la Música, Guillermo Madriz, recibió un mensaje de Hoffman que comunicó a los músicos de la orquesta este martes. “Recientemente, tomé la decisión de cancelar todos mis compromisos pendientes y no aceptar nuevos.
”Simplemente quiero dejar de dirigir y entrar en una nueva fase de mi vida, por lo cual deseo excusarme de dirigir a la OSN en los conciertos de marzo, junio y noviembre. Espero que entienda una decisión que no ha sido fácil tomar”, escribió el director por correo electrónico.
Así, concluiría una trayectoria que, desde los años 40, contribuyó en la consolidación de orquestas en Vancouver, Bogotá, Chicago y Costa Rica, entre otras. La orquesta anunciará su programación del 2016 el miércoles 25 de noviembre y se esperaba contar con la participación de Hoffman en dos conciertos de temporada y uno especial.
Legado. A fines de los años 80, la Sinfónica Nacional se hallaba en un trance complejo. En crisis económica, los profesores y músicos que la nutrieron en los años 70 se fueron. Por años, se luchó por encontrar a un director que pudiera encauzarla.
“En 1987, encontré a una orquesta muy joven, con mucho talento, y mucho potencial. Mi rol era crear una orquesta que pudiera tocar cualquier cosa en el repertorio orquestal”, recordó Hoffman en el videorreportaje 3/4 de siglo , de La Nación (no fue posible obtener declaraciones de Hoffman para este artículo).
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“El entrenamiento de los músicos no era entonces como es ahora, y tal vez contribuí a ello”, comentó en el 2013. “Durante el tiempo que la conduje, la orquesta creció de una edad promedio de 20 años, probablemente, a cerca de 35 años cuando la dejé. Esos son años formativos en la vida de un ser humano, y yo fui parte de sus vidas”, dijo Hoffman.
Nacido en 1924 en Nueva York, se formó en la Juilliard School y bajo la égida del célebre Serge Koussevitzky. A los 17 años, debutó en la dirección ante la Orquesta de Filadelfia; fue el primer director de la Orquesta de Florida.
Como director, Hoffman es muy exigente y meticuloso: conduce de memoria, con hondo conocimiento de las partituras. Fomentó el estudio acucioso, la puntualidad y el desarrollo de la técnica de los instrumentistas. “Sé que tengo la reputación de ser muy estricto que he arrastrado desde el inicio de los ensayos, cuando algunas personas llegaban un poco tarde o poco preparados, y yo no aprobaba ese tipo de comportamiento”, comentó el director.
Bajo su liderazgo, la orquesta salió de gira a Asia, Europa y Estados Unidos y se grabó el primer disco compacto. El violinista Mauricio Álvarez lo considera “el mejor director” que ha tenido la OSN: “Nos enseñó lo que es una orquesta profesional. Llevó a la orquesta a un nivel internacional, de gran prestigio musical”.
“Él instauró un nivel de disciplina muy alto en la forma de trabajar la orquesta, de lograr resultados más rápidos y de más alto nivel. En el momento en el que vino, la OSN no estaba en su mejor momento”, destaca el concertino José Aurelio Castillo.
El cornista José Manuel Rojas reconoce el avance técnico de la orquesta en esos años, pero agrega: “Se dedicó a difundir el repertorio canónico tradicional. Con él como titular, no hubo interés en la música contemporánea, la latinoamericana ni costarricense”.
Este año, Hoffman tocó en un concierto especial con otros dos directores: Gerald Brown, el primero de la Revolución Musical de los años 70, y Carl St. Clair, titular desde el 2013, entre otras fechas especiales. En enero, participará en otro campamento de la Orquesta Sinfónica Juvenil.
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“La orquesta no sería lo que es hoy sin él”, comentó la violinista Irene Monterroso, quien trabajó con él en el Cuarteto Alma, con la esposa de Hoffman, Lourdes Lobo. “Me gustaba mucho trabajar con Hoffman porque él dice las cosas tal cual son. Es muy claro en sus ideas, con gran experiencia; sabe adónde quiere que llegue la orquesta”, asegura.
Una generación de músicos clásicos lo recordará así con la Sinfónica: a cargo, con voz fuerte y gesto firme, enamorado de la música. Su sello se prolonga: “Moldeó interpretaciones de obras del repertorio que siguen latentes en la forma en que las tocamos”, dice Castillo.
Cuando Irwin Hoffman llegó al país, comentó una vez , solo tenía una misión: “Hacer buena música”. El público y los artistas lo notaron y aplaudieron.