Gojira y Mastodon en Costa Rica: dos bestias que dejaron el nombre del metal en lo más alto

Parque Viva vivió una noche épica con dos monstruosas bandas que elevan su género a increíbles niveles de éxtasis. Vivimos su música justamente en la última fecha de su gira ‘The Mega Monsters Tour’

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Después de meses en que la oferta de grandes conciertos en Costa Rica ha estado dominada por géneros latinos, aparecieron Mastodon y Gojira, dos bestias del metal, para hacer felices a miles de personas dispuestas a sacudir sus cabezas y cuerpos.

Finalizando la gira The Mega Monsters Tour, estos dos emblemáticos representantes del género pesado emitieron un largo y poderoso bramido por más de dos horas que dejó a Parque Viva electrizado.

Con un ambiente de camaradería entre sus seguidores y una proyección en escena poderosa (permeada por una rabia casi que juvenil), difícilmente alguien se haya ido a casa insatisfecho tras haber visto a dos grupos integrados por virtuosos músicos.

El metal se vive y se conversa

¡Vaya oportunidad fue ver a Mastodon y Gojira en Parque Viva! Dos grandes nombres del metal unidos en Costa Rica.

Quienes disfrutaron del concierto de Metallica en el 2010, habían probado la calidad del espectáculo de Mastodon, quienes en aquella ocasión sirvieron de abrebocas. De hecho, en una crítica publicada por La Nación en ese momentose reseñaba que Mastodon era un telonero con sabor de plato fuerte; una banda a la que no le sobra nada. Quienes no habíamos comprobado tal afirmación no nos quedó duda al verlos este 2023. Su logro escénico va acompañado de la gran conexión con el público ferviente.

En Costa Rica sí que existe un circuito para el metal, pero habitualmente proyectado hacia recintos de conciertos de menor aforo y, por qué no decirlo, sin la capacidad sonora con la que cuenta Parque Viva (además de poder acomodar sin problemas a 5 mil personas, como fue el caso de este espectáculo). La emoción de estar en un concierto de gran formato se percibía desde el área de comidas y las filas para ingresar al concierto.

Bastaba parar un poco la oreja para oír conversaciones ajenas donde grupos de amigos no podían dejar de hablar sobre sus canciones o álbumes favoritos de ambas bandas, así como fantaseando acerca de otros grupos afines que les encantaría ver en Costa Rica en el futuro próximo.

Puede que estos apuntes parezcan una perogrullada pero cualquier redactor de música que asista a conciertos regularmente puede dar fe de que no siempre es así. En muchos casos hay conciertos que son más una excusa para pegarse la fiesta que para vivir la experiencia de la música. Por supuesto, es válido y la música se vive de distintos motivos, pero experimentar el sentido de “comunidad” en torno hacia un género es algo que se aprecia, en especial a la hora de encarar un espectáculo de alta magnitud como los que dieron estos grupos.

A la hora del concierto, Mastodon no defraudó. Este género exige no solamente virtuosismo a la hora de “pegar” secuencias de solos en la guitarra o segmentos exigentes de batería, sino también un desgaste físico mayor. Mastodon fue fundado en 1999 y ha sabido mantenerse en la escena gracias a esa actitud. Prácticamente los músicos no respiraron entre pieza y pieza. Apenas dejaron pequeños segmentos para aplausos del público o pedir que todos alumbraran con sus teléfonos, pero los estadounidenses hicieron una gran seguidilla de canciones. Comenzaron con Gobbles of Dreegs, Crystal Skull, Megalodon (uno de sus temas insignes), Divinations y Sultans Curse con una fuerza y espíritu juvenil.

La palabra “vibrante” suena a lugar común, pero genuinamente es el término para describir la electricidad que proyecta Mastodon en el escenario.

Que lo diga su tema final Blood and Thunder, la pieza que todos esperaban. Fue una seguidilla de emociones con los gritos del público intercalados con fuego en el escenario. Una absoluta fiesta que dejó al vocalista Brent Hilders con la promesa de volver a Costa Rica apenas terminen de grabar su próximo álbum. Esperemos que así sea.

El turno de la bestia Gojira

Hay que reconocer que, después de un show tan bueno como el de Mastodon, uno podría tener dudas de cómo otra banda podría superar esa energía en escena. Pero bastaron las primeras tres canciones de Gojira para darse cuenta de qué está hecha esta agrupación.

Los franceses arrancaron con una energía de asustarse. Todo el público se vio sorprendido con el fuerzón que dieron para Born for One Thing, la primera pieza de su repertorio. No solo los fans, sino también los acomodadores de Parque Viva y el resto de prensa que asistió al evento empezaron a sacudirse y a fingir “baterías y guitarras de aire” para emular los acordes y golpes de percusión que se veían en escena. Fue asombroso.

Gojira siguió con Backbone y Stranded, dos temas que se acompañaron de un fuego incesante, creciente neblina y de una lluvia de confeti que terminó de trastornar a todos. Los que habían ido en el intermedio a comprar algún alimento dejaron su hamburguesa y papas fritas tiradas en el piso para levantar los brazos y hacer la infaltable mano cornuda.

Una nota al pie: de otra galaxia es el rendimiento del músico Mario Duplantier en la batería de Gojira. El francés pasó la mayoría de su concierto tocando de pie, sumergido en absoluto éxtasis. Parecía tener mil manos para empujar toda la estridencia de la banda. Sin dudas es uno de los mejores percusionistas que uno puede tener la dicha de ver en vivo.

Además, es un hombre entregado a su público. En una entrevista previa con La Nación, Mario había contado que él no tiene canciones preferidas para tocar en conciertos porque, aunque tenga cierta afición por ciertos temas “menos populares”, los shows le pertenecen a la gente. “Las mejores canciones son las que el público más disfruta”, dijo. En el escenario no paró de enviar besos y de juntar las manos en señal de gratitud hacia los ticos.

Unos minutos más tarde, Parque Viva coreó el “ooooo” que da inicio al tema Flying Whales, una de sus piezas más conocidas. Esta canción es una de las banderas del grupo. El tema, que clama por la protección animal puso a la gente a saltar y gritar cada verso. El bajista Jean-Michel Labadie no paraba de sorprender al ver la reacción del público, inmerso absolutamente en el concierto. Sin dudas, fue uno de los momentos emotivos de la noche.

Una postal así comprobó que esta noche de conciertos no fue para ponerse a comparar cuál agrupación es mejor. Un pulso entre Gojira y Mastodon no solo es inexistente, sino innecesario: son dos bandas hechas y derechas que cualquier melómano, sin importar los géneros de su preferencia, no debería perderse.