Genios y figuras: Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, dos viejos pillos que nunca decepcionan

En su tercera gira en complicidad, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat visitaron Costa Rica el martes por la noche. Parque Viva albergó el 'show’ 'No hay dos sin tres’

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Dos pajarracos españoles en migración aterrizaron por casualidad, pero por gusto también, en un pequeño pedacito de tierra pura vida.

Costa Rica los recibió con cariño y admiración, así como con ansias de reírse y alimentarse de lo que tenían estos dos viejos pillos para decir y cantar.

Con un apretón de manos cariñoso y un par de reverencias exageradas, los dos viejos pájaros negros de pico amarillo arrancaron gritos y una ovación en su llegada al escenario, pero como ellos están acostumbrados al amor lo que hicieron fue recibir ese amor con una canción. Esta noche contigo fue la pieza con la cual Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina comenzaron una velada cargada de chistes, crítica social, picardía y, por supuesto, amor, más y más amor.

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El Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva, en La Guácima de Alajuela, fue donde Serrat y Sabina aterrizaron a la fuerza e insistieron en que con gusto la noche de este martes 17 de diciembre. La tercera puede ser la vencida, sí, pero como con estos dos nunca se sabe, lo mejor era que sus fans llenaran el recinto alajuelense para aprovecharlos ahora que todavía tienen ímpetu, ganas y goces para compartir en escena.

No hay dos sin tres es el espectáculo que los reunió una vez más –la tercera– en una gira de conciertos donde el uno le canta al otro y el otro piropea al primero. Así es como se desarrollan estos amigos en escena, en un puro amor, en un puro vacilón y también en una pura canción.

Costa Rica, su querida Costa Rica, tenía que ser testigo de este nuevo encuentro porque ellos no pueden andar haciendo sus locuras por América Latina y no venirlas a hacer a nuestro país, porque hay una relación de amor y de admiración recíproca de los artistas por este pedacito de tierra y de sus seguidores ticos por ellos.

Después de estar en Chile, Argentina y México, Serrat y Sabina terminaron su recorrido latinoamericano en nuestro país, justamente por esa complicidad que hay con los ticos es que decidieron decirle adiós al 2019 cantando aquí y el público les respondió con un anfiteatro lleno de risas, aplausos y admiración.

Estos dos señores son un caso total y así es como su show los muestra. Es que no hay manera de describirlos más que con la palabra pillos; aunque Serrat con sus 75 años y su seriedad pone en su lugar –a veces– a Sabina, el de Úbeda con sus 70 le saca más las canas al catalán con sus ocurrencias. Es precisamente esa balanza que hay entre ellos la que hace que la fórmula sobre el escenario sea la perfecta para cualquier fan de uno o del otro, o en muchos casos de los dos.

Poesía y lírica

A cada rato durante su recital ellos hablan como si estuvieran en la sala de la casa de algún amigo, comparten sus criterios y sus bromas con el público. El colmillo que tienen, de tantos y tantos años sobre tarimas, los hace expertos en hacer de la audiencia su cómplice en las bromas y también cuando se ponen más serios al hablar de problemas migratorios, de temáticas sociales y hasta de críticas directas a la política y los dirigentes económicos. Serrat y Sabina están bien empapados de la realidad que se vive no solo en Europa sino también en el resto del mundo.

La música es la que los une, sí, pero también los enlaza la necesidad de ser críticos, de aprovechar su posición para ser una voz social.

Las canciones pueden ser el vehículo del mensaje que quieren llevar y para eso las cantan juntos y en solitario. En Aves de paso por ejemplo, cada uno tomó su guitarra y juntos interpretaron el tema, Serrat muy a su estilo con una guitarra sobria y Sabina más osado con una muy colorida.

El repertorio siguió con un repaso por grandes éxitos de ambos. Del Nano se escuchó la admirable Las malas compañías y el Flaco cantó su reveladora Lo niego todo.

En conjunto volvieron a hablar, a bromearse, a hacer chistes de sus años, de sus mujeres; en fin, de todo.

Con Caprichoso el azar, Serrat y su corista Sophia Mohamed encantaron al público, pero también de inmediato Joaquín y su querida Mara Barros pusieron un punto especial al cantar juntos Por el bulevar de los sueños rotos, un homenaje a la tica, mexicana por amor y convicción, Chavela Vargas, algo que el público agradeció con un sonoro aplauso en reconocimiento al legado de la artista, amiga íntima de Sabina desde siempre.

Amigos queridos

Antes, Sabina y Serrat habían dicho que las personas que los escuchan no son sus fans, son sus cómplices, eso quedó más que demostrado este martes en Parque Viva con la excelente asistencia de público al recital de los españoles.

El ambiente era alegre con las canciones, también bajaba la intensidad en las ocasiones que los artistas se ponían serios para tratar temas sociales.

Cantando Tu nombre me sabe a yerba y luego Nanas de la cebolla, Joan Manuel agregó su parte más cautivadora; por su lado, Joaquín respondió con la enérgica 19 días y 500 noches.

De seguido, uno de los momentos claves de la velada llegaría con Cantares. Golpe a golpe y verso a verso, así Joan Manuel y Joaquín deleitaron al público con el poema musicalizado de Antonio Machado. Caminante no hay camino, se hace camino al andar… Escuchar a los dos amigos cantar juntos este verso bien pudo valer el boleto del concierto; no obstante, todavía faltaba más.

El pacto de estos caballeros era cantar y hablar por tres horas; tal vez no lo suficiente para complacer a tantos cómplices, pero sí lo bastante como para agradecerles con aplausos.

En otro de los momentos románticos del encuentro, Sabina aprovechó para confirmar su necesidad de siempre venir a Costa Rica en cada paso que haga por América Latina. “Costa Rica ocupa un lugar especial en mi corazón. En mis horas por Latinoamérica puedo dejar de ir a algún país sin que eso me cueste un desgarro, pero nunca dejaría de venir a San José”, afirmó.

De seguido le dedicó a varios de sus amigos ticos la siguiente canción. Entre los nombres que mencionó estaba el de Ángela y el del productor de conciertos Marvin Córdoba, así como el de un grupo de nuevos amigos que hizo, a quienes mencionó como Tiramisú de Limón. El tema que les cantó fue la dulce Peces de ciudad.

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Cierre de lujo

Mediterráneo, la gran canción de Serrat, el catalán aprovechó el espacio para llamar la atención a lo que se sufre en el mar al que le canta.

“Es basura y cementerio por la codicia humana”, aseveró tajante y con lamento. Luego, con las notas de su canción y con una letra de amor a las culturas que se desarrollan en sus orillas, Serrat interpretó su éxito.

No hubo mejor forma de ir diciendo hasta luego que con éxitos. Verlos vestidos de piratas y riéndose de ellos mismos fue todo un lujo. Con La del pirata cojo llegó ese hermoso espacio, un momento donde ambos se divierten tanto que hasta si uno se equivoca al otro lo que le da es risa, como pasó cuando Serrat no cantó una de sus partes.

Tras una charla de copas en la cual hablaron sobre la Costa Rica sin ejército, Pepe Figueres, Rubén Darío y su Juventud divino tesoro y el montón de años que tienen, cantaron Y sin embargo, Hoy puede ser un gran día, Noches de boda y la infaltable Y nos dieron las diez, con la cual se despidieron por primera vez.

El adiós definitivo llegó con el fuerte romance de Contigo, Paraules d’amor (en catalán), Pastillas para no soñar, Pequeñas cosas y Fiesta para cerrar la presentación con la misma emoción con la cual tres horas antes había comenzado todo.

En definitiva, no sabemos si volverá a pasar, pero que Serrat y Sabina no decepcionaron esta noche, de eso no cabe ninguna duda.