Evanescence le dio una noche perfecta e intensa a Costa Rica

Con mucha energía Con un Palacio de los Deportes casi lleno, la banda arrancó coros enormes y gritos con un fino show

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Cuando una cita se espera por tanto tiempo, 17 años como algunos han esperado a Evanescence, la reacción es esta: una explosiva bienvenida.

Es que hay un tipo de oscuridad en la que hay claridad: cuando las luces del Palacio de los Deportes se apagaron fue la señal, clarísima, de que venía la banda y como tal el lugar emprendió en tremendo grito.

Cuando Amy Lee, vestida con una falda hecha con banderas de varios países y con la de Costa Rica en el antebrazo derecho, y todo Evanescence comenzaron su actuación con What You Want , entonces empezó lo que la banda había prometido hace tiempo atrás a través de los medios: una gran fiesta de rock .

Que la propuesta de Evanescence tiene ángel quedó claro anoche, porque entre una cantidad de público que llenó el sector de las graderías, y casi toda la parte baja del Palacio de los Deportes, destacaban rostros jóvenes: chicos de edad más corta que la misma banda que habían ido a corear. Algunos de ellos tenían tal clase de afecto por los estadounidenses, que cruzaron fronteras para verlos.

Ahí estaban, para dar ese testimonio quizá coreando a todo pulmón, los primos Andrés Cordero y Efrayn Torres, de 13 años de edad, y quienes viajaron desde Venezuela para el concierto en Costa Rica. Estaban en el Palacio acompañados por el padre de uno de ellos, Andrés Cordero, quien confesó ser un buen consumidor de conciertos de rock .

Estos jovencitos fanáticos de Evanescence no pudieron ver la banda días atrás cuando tocó en Colombia, porque no podían ingresar por la edad al concierto. Así que: tocó comer kilómetros y enrumbarse a la tierra tica.

Los tres discos. Ir tejiendo un concierto con tres hebras muy claramente definidas... eso fue lo que hizo Evanescence anoche, en Costa Rica, porque fue tomando temas de sus tres álbumes publicados para armar el recital.

Al haber empezado con What You Want entraron abordando de frente su disco homónimo y de reciente factura, y al soltar Going Under –que fue recibida con una ovación casi más grande que el Palacio mismo– saltó la banda al disco Fallen (2003), que fue su primer paso en términos de un larga duración. En ese tema el gentío levantaba brazos con igual fuerza que levantaba su voz.

The Other Side , la tercera canción entregada, volvió a retomar el disco Evanescence. Y en ese tema Amy Lee tomó el teclado. Se iba, muy temprano, metiendo a la gente en el bolsillo porque con su “muchas gracias Costa Rica” y “pura vida”, todo dicho en español, ya arrancaba gritos. Sí, la bajita y carismática compositora, pianista y voz cantante de Evanescence, estableció así una comunicación con el público que fue en frases cortas en español, y en frases cortas en inglés. Su fuerte, en realidad, fue el movimiento en escenario:  giraba su cabeza y la negra cabellera a pierna suelta se destaba; iba de costado a costado en la tarima y se acercaba hasta donde podía al público.

El disco que faltaba hasta ese momento del show por abordar, el álbum The Open Door (2006), quedó representado por el tema Weight of The World .

Iba dando Evanescence una entrega de pura adrenalina cuando de quinta en el repertorio se dejó llegar una balada cortavenas, como esas que la banda ha sabido cuajar bien desde hace años: Made of Stone . Dramática, desgarradora y una bofetada a quien desprecia el amor de alguien, aquel tema fue perfecto para preparar al gentío para lo que venía después.

Dulce dolor. Acercaron al frente del escenario un piano eléctrico y la gente pudo entonces imaginar lo que vendría: Amy Lee se sentaría y haría gala de eso que bien sabe hacer, tocar. Con un público a grito abierto, ovación tremenda y brazos levantados,sucedió: Amy Lee se sentó al piano. Y  llegó Lithium , y con esa canción se estableció también el momento de entregarse a la nostalgia y al preferir la caja de cristal que puede ser el mundo personal interior.

Lithium , que fuera el segundo sencillo del álbum The Open Door , fue aplaudido y coreado. Y al piano permaneció Amy Lee durante las siguientes dos canciones porque inmediatamente, como para que el abrazo melancólico no se quebrara, apareció Lost in Paradise , como para reafirmar el viaje interior. Así como es esa canción, melancólica, amarró lo que fue el momento más emotivo de los primeros 40 minutos de la cita que Evanescence establecía con Costa Rica.

My Heart Is Broken , balada en rock ascendente con acentos importantes en los teclados, fue la salida para aquellas ganas de acurrucarse que habían dejado Lithium y Lost in Paradise .

Y como de seguido vino My Heart Is Broken , la cita en Heredia empezó a subir en adrenalina. Aquella canción, que da sus primeros pasitos con el piano haciendo dupla con un juego vocal de Amy Lee, fue el puente perfecto para ir tejiendo el sendero a un ascenso de adrenalina entre el gentío.

Entonces, aquella sensación de estar como en lo alto, se fue haciendo aún más potente cuando de seguido aparecieron Whisper y tras este tema llegó The Change para cumplir, a ese momento, con diez temas perfectamente ejecutados por una banda que muchos seguidores esperaron 17 años para ver así, de cerca; así, en vivo.

Con If You Don't Mind la banda, sólida y con un sonido nítido como pocas veces puede escucharse en aquel gimnasio herediano, la emoción continuó en ascenso y fue rematada con Call Me When Your're Sober .

El juego vocal dulce y dramático que hace las veces de la intro en Imaginary volvió a arrancar ovaciones en el público. Esa canción del disco Fallen fue adorada por el público y Amy Lee fue aún más ovacionada cuando puso sus manos, esta vez, en los teclados.

Y para cerrar dejó la banda todo un hit , que como buen hit , fue llevado por el público al pie de la letra desde el principio: Bring Me to Life . Y la voz de Amy Lee, clarísima y potente, dejaba así a sus seguidores más que satisfechos. No podía ser de otra forma, ella y todo Evanescence se escuchaban con la misma nitidez que se escuchan al poner a sonar sus discos.

Abandonó la banda el escenario, y el Palacio de los Deportes cumplió el protocolo habitual de cualquier concierto: a punta de aplausos pedir "¡otra, otra!" y a coro llamar a la banda: "Evanescence, Evanescence!" Y ellos regresaron con Disappear y Your Star . Llovían los aplausos y Amy Lee dijo en español: "canta conmigo" y volvió al piano eléctrico; se sentó, y sucedió entonces el final más adecuado e inteligente que Evanescence podía haber escogido: My Inmortal .

No podía ni la misma Amy Lee ocultar su emoción. Sus brazos empapados en sudor, su respiración profunda al cantar y una sonrisa que le salía al mirar al público y que mezclaba mientras a veces llevaba la letra a ojos cerrados iban erizando la piel. El Palacio de los Deportes en pleno cantaba con ella. No pudo haber existido final más perfecto para aquella tan esperada cita.

Terminó la banda toda en fila y abrazada dando las gracias al público y con la bandera de Costa Rica sujetada por ellos mismos. Hicieron reverencia tras un concierto de quizá la hora y 20 minutos más intensa vivida por un seguidor de Evanescence en suelo tico. Para quienes, por primera vez veían un concierto internacional, muchos de ellos menores de edad, no pudo existir una noche más perfecta; y para otros, quizá con más colmillo en materia de estar en shows , no pudo haber noche más intensa y precisa que la  pasada con Evanescence.