En el Costa Rock, una avalancha de grupos nacionales alzó el grito al cielo

12 bandas locales y una mexicana reunieron a 800 almas el sábado 4 de febrero, para celebrar la música nacional

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Un concierto de rock memorable es uno en el que la música y las ganas de ser parte de ella le gana al cansancio. Así fueron las 12 horas del Festival Costa Rock: una jornada intensa, animada por el talento de 12 grupos nacionales.

El Costa Rock se celebró por primera vez en el 2001 o 2002 –no está muy claro–, pero este año fue su sétima edición.

Massive Events se encargó de realizarlo en el 2016 y la respuesta del público (convocaron unas 1.000 personas) obligó a continuar la tarea.

Club Pepper's en Curridabat fue la sede de esta celebración que reunió unas 800 almas, una maratónica que cerró con la participación del grupo mexicano SektaCore.

El concierto del sábado también fue una exposición de ideales: se alzó la voz en contra de la injusticia, la corrupción y a favor de la conservación de la naturaleza y la hermandad.

Fuerza. La cita inició a la 1 p. m. con el grupo de rock Capitán Rooster. La banda no es nueva, pero este fue una oportunidad para presentar las canciones de su EP Caníbal , publicado en marzo del 2016. e

Ellos, al igual que otros cuatro grupos, tuvieron su primera experiencia en el escenario de un Costa Rock.

Tal fue el caso Números Rojos y The Movement in Codes, quienes se presentaron por la tarde, cuando aún el público no calentaba.

El primer llenazo se sintió con UFO, a las 4:30 p. m. Ellos convocaron a un grupo de inquietos bailarines que armaron el primer mosh pit masivo en el piso de Club Pepper’s.

UFO tiene 21 años de tocar punk y por eso fueron bastantes los que cantaron junto a ellos temas como Los verdaderos .

A las 5 p. m., llegó el metal tribal de Totem. El sonido del grupo es oscuro e invita a la reflexión sobre los pueblos indígenas o la conservación de la naturaleza.

Mezclaron el metal con las percusiones para generar un ritual y el aura ceremonial fue magnificada por la inclusión de Jonathan Ugalde, un artista de fuego y Natalia Durán, quien se suspendió de la espalda.

Era casi imposible no tener los ojos sobre todo lo que ocurría en el escenario mientras tocaban temas como Hijos del Sol .

Tras la participación de Totem vino una pausa, una de las tantas que distrajo al público y los tentó a salir del bar a buscar tabaco o cervezas en la acera.

Esta dinámica se repitió después de cada concierto e hizo que, a pesar de los esfuerzos por acercar al público, la mayoría de las bandas siguientes empezaran sus presentaciones con pocas personas en frente.

Clásicos. Los de Raza Bronce expusieron en temas como La Horrorosa situaciones cotidianas, llenos de chascos y extravagancias con los que la realidad supera siempre la ficción.

Además de la base guitarra, bajo y batería que tuvieron todos los grupos, Raza Bronce llegó con percusiones latinas y un DJ, la combinación que los hizo famosos hace más de dos décadas y que fue celebrada por el público del sábado.

A partir de ese punto el festival despegó. Askatasuna llegó el escenario para dar la primera dosis de ska de la noche.

Con trompetas y trombones de por medio, el cantante del grupo Marco Sáenz exclamó “¡Tomen a su pareja y bailen!” y el público actuó inmediatamente. Esa fue la tónica durante toda su presentación.

Seka llegó a complementar con algo de ska e himnos punk rock llenos de crítica y sabiduría de la calles como No vuelvo más y Adiós futuro .

El público les respondió bailando y cantando con ellos, sobre todo en su tema final El oso , uno que combina los dos géneros que los caracterizan.

Adaptados llegó a las 8:30 p. m. con una explosión de punk rock . Los temas Ver afuera, Egocéntrico y Machita carita hicieron retumbar todo el lugar e inyectaron aún más al público, casi tres generaciones de roqueros juntos, danzando.

A Adaptados le siguieron dos shows, en todo el sentido de la palabra. El Guato y Garbanzos se robaron el cariño (y las energías) del público, los primeros por usar cambios de vestuario y dar una tallada presentación de ska y los segundos por levantar los ánimos entre temas de cumbia y ska cuando el reloj se acercaba a las 11 p. m.

Cierre intenso. Gracias por esperar, tuvieron que pasar 23 años...”, dijo el cantante Jorge Salcedo, de la banda mexicana SektaCore.

Su presentación fue, sin duda, la más intensa de la jornada, en parte por su mezcla de ska y metal y en parte porque el público sacó todas las energías que le quedaban.

Los de SektaCore llamaron a Paulo Parra, cantante de Garbanzos, y a Geovanny Durán, de El Guato, para interpretar Menos yo .

Después de la introducción instrumental, la mayor parte del público se acercó al escenario para cantar junto a Salcedo, quien se acercó al borde del escenario para cantar con ellos.

Más que un cantante, Salcedo es un comandante. Le ordenaba al público aplausos, que alzaran sus manos, que aplaudieran o que gritaran y ellos lo hacían. Esa sinergia bastó para entender lo dicho al inicio: en un concierto memorable, todas las partes son una y no hay quien lo cambie.