En Amón Solar, los artistas forman familia

El espacio cultural alberga el club de jazz El Sótano, escenario para conciertos de música original, teatro y danza, una galería de artes visuales, una tienda de diseño y la esperanza de contribuir al renacimiento creativo de barrio Amón

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Redacción

Amón Solar es el caso raro de una casa que crece por dentro. Es una residencia antigua de barrio Amón con vocación de laberinto. Es también un escenario volátil y cambiante que ya lleva más de un año de sorprenderse con los espectáculos que alberga.

Ubicada en la esquina de la calle 3 y la avenida 11, la casa blanca se ha mantenido discreta por voluntad propia. Dice uno de sus gestores, José María Alfaro, que parte de su encanto es que, a veces, no la encuentren.

Sin embargo, se hace notar. La carta de presentación de este centro de “activismo cultural”, como dice su lema, fue El Sótano, un pequeño club de jazz que cada noche pone a artistas y público a respirar las mismas notas.

En familia. Uno no aceptaría fácilmente que su bar preferido cambiase cada dos o tres semanas. En Amón Solar, es lo que se espera. Música, teatro, danza, cine y performance han tomado la agenda a su antojo en el año y medio que ha estado abierto.

El piso superior está dedicado a las artes visuales con exposiciones regulares y esta semana se inauguró una tienda de diseño nacional con horario nocturno, El Cuarto, que se propone distribuir productos locales con precio justo .

“Buscamos hacer el producto lo más accesible para el consumidor y lo más rentable para el productor. Estamos velando porque el productor gane más por la tienda y que el consumidor no pague tanto”, explica uno de los gestores de la tienda, el artista gráfico Diego Fournier. La tienda abrirá desde las 6 p. m. para atraer a la clientela que se acerca a los conciertos del bar.

“La filosofía detrás del proyecto es que los artistas lo tomen como una casa”, explica Alfaro. Hay músicos que ensayan aquí y dejan sus instrumentos; llegan casi todas las noches, de todos modos.

¿Quiénes se presentan aquí? Principalmente, aquellos artistas que no encontraban escenarios donde consiguieran exponer lo más original de su repertorio – o estrenarlo del todo –.

Al entrar a la casa con brillante madera y elaboradas molduras, se aprecia al fondo el solar a la antigua, con su fuente seca y el escenario abierto. Al lado, se ubica un cuarto que se adapta como escenario para teatro; al otro, las gradas que llevan a El Sótano.

Allí, las sillas se apretujan frente al pequeño escenario y la barra del bar. A veces no alcanza el espacio y el público se acomoda de cualquier manera en las gradas, se dispersa por el jardín o anda por la casa. La música llega de todas partes; incluso, algunos conciertos se transmiten por streaming del sótano al primer piso.

“Todo se mezcla”, dice el bajista Nelson Segura. El músico organiza jam sessions abiertas a visitantes, todos los martes. Los miércoles presenta las Sesiones del Gato Negro: “Son ‘composiciones’ en tiempo real, combinando géneros como soul , hip-hop , rap ...”, explica. Para Segura, es el único espacio para este laboratorio.

El colectivo Los Okupas también ha tomado la casa de Amón como campo de pruebas. En temporadas de tres días, unen a 20 artistas y ocho espectáculos por noche en microfunciones de 15 minutos, con teatro, danza, literatura, música y otras disciplinas. El visitante camina por la casa, paga por lo que quiere ver, y busca otra propuesta en otro cuarto.

¿Por qué abrir así las puertas de su casa? “Queremos crear una familia: que la gente se sienta en un espacio cómodo, en el que ellos sientan que son libres para trabajar, producir y crear”, responde José María.

Junto con Perceval Gay Spriet, Alfaro abrió la casa y esperó a que pasaran cosas. Dice este músico de jazz que uno se complace con un lienzo pintado y se va; con uno en blanco, se pone a pensar. “Tenemos cuartos sin terminar, espacios vacíos porque queremos que la gente participe de eso. Deseamos que las personas se incorporen y se sientan parte del proyecto”, comenta.

Incluso, de día ebulle la música en Amón Solar. El Laboratorio de Experimentación Sónica (L.E.S.) , de Tomás de Camino y Bernal Chaves, ayuda a artistas emergentes a grabar sus cortes musicales aprovechando la versatilidad del edificio.

“Sentía que ellos tenían la misma filosofía de nosotros de ser una especie de gestor cultural”, dice De Camino. “Estamos trabajando con las convocatorias de L.E.S. Express , colocamos a 10 bandas para grabarles un demo . En un mismo día grabamos a 10 bandas ahí, graban durante una hora y se les da un material mezclado”, explica Chaves. El baño, el solar, los pasillos: la casa es el estudio.

Posibilidades. Kenneth Jiménez es un joven bajista que hace tres años se fue a estudiar a Miami. “Cuando vine de San José, no había ningún espacio como lo que es El Sótano ahora. Los músicos de mi generación estábamos buscando esos espacios”, comenta. En agosto, volverá a Amón Solar con su trío Maya.

Como Jiménez, otros jóvenes músicos debutan en el íntimo escenario del club. Folk Collective recién surgió como una plataforma para incipientes artistas que desean mostrar su música en formato acústico. Para Héctor Herrera, organizador, el vínculo con el sitio es clave: “Ellos siempre están dispuestos a escuchar los proyectos de uno y a debatir si son factibles o no”. Folk Collective realizará conciertos el segundo miércoles de cada mes ; en su debut esperaban a 40 asistentes. Llegaron 100.

De estos experimentos se nutre el espacio, como la temporada de magia con Alejandro Navas que se presentará los sábados, a las 8 p. m. “Fui y dije ‘Aquí es’. Suena muy mágico, ¿verdad? Tienen las condiciones escénicas, la mística y un horario muy bueno para el teatro”, explica Navas.

“¿Cómo hay tanta gente en este país que se queda con la obra guardada porque no les dan un espacio?”, se pregunta Alfaro. Ahora tienen uno que, además, es impredecible.