Crítica del primer concierto de la temporada 2014 de la Orquesta Sinfónica Nacional

Buena música, administraciones deficientes

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Una Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) en pleno ofreció el esperado concierto inaugural de la temporada 2014, bajo la batuta de su nuevo director titular Carl St. Clair. Lamentablemente, las condiciones para lucirse no fueron las óptimas al haber escogido un Teatro Popular Melico Salazar –en reparación– como su escenario.

Tras el recital, vale hacer un repaso de la velada musical. En la primera parte del programa habría sido de gran interés el empleo, por parte de la Sinfónica Nacional, de la versión original de la obra de Leonard Bernstein: Slava! A political overture , la cual incluye la reproducción de exaltados discursos políticos y ruido de multitudes.

La utilización de esos sonidos, grabados previamente, habría contribuido sobremanera a la comprensión y disfrute estético del carácter irónico de la pieza que, a través de fanfarrias y sonoridades circenses, se burla de los políticos soviéticos de la época de la Guerra Fría. Sin embargo, el efecto hilarante estuvo plenamente logrado por la agrupación, que respondió con chispa y gracia a su nuevo director titular.

A continuación, el Concierto para piano No. 17 en Sol Mayor de Wolfgang Amadeus Mozart lució gracioso y juguetón en manos del joven pianista francés David Kadouch, quien mostró un exquisito fraseo y una gran variedad de timbres y matices.

Especialmente grato fue el sonido delicado de los pequeños diálogos melódicos entre el solista y la flauta, oboes y fagotes, el cual alcanzó preciosismo en los solos de esos instrumentos en el segundo movimiento.

Muy bien logrado también fue el carácter jocoso del final, en el cual el músico lució un touche de calidad cristalina, esto a pesar del sonido opaco y débil del piano del Teatro Melico Salazar. ¿No hubiera sido mejor trasladar alguno de los del Teatro Nacional? Para agradecer los aplausos, Kadouch tocó con gran virtuosismo el Rondo a capriccio , op. 129, de Ludwig van Beethoven.

En la parte final del programa se escuchó Sinfonía N.° 5 , de Piotr ilich Chaikovski, una pieza de muy difícil interpretación. Como es frecuente en la obra de este compositor ruso, cada elemento musical contiene importantes ambigüedades que deben tomarse muy en cuenta y, en este sentido, el papel de St. Clair al frente de la OSN, el viernes pasado, fue encomiable.

Los tempos escogidos se mantuvieron alejados de las versiones sensibleras de esta música, que con demasiada frecuencia se presenta edulcorada para consumo masivo. Por el contrario, el nuevo titular de la Sinfónica nos ofreció, secundado por una orquesta madura, un Chaikovski de exquisito buen gusto con un fraseo de grandes líneas expresivas y riqueza en matices.

En resumen, se trató de un concierto inaugural de la temporada oficial muy prometedor musicalmente hablando, pero deslucido por el hecho que tuvo que realizarse en un Teatro Melico Salazar, que, como dije, se encuentra en reparación, y no en el Teatro Nacional (en el que también se hacen arreglos).

Es curioso que estas instituciones no hayan podido ponerse de acuerdo para no coincidir (ambas labores de renovación) con la inauguración de la temporada de la Sinfónica Nacional, máxime que se trataba de la presentación de su flamante nuevo director titular. Esto parecería sencillo de lograr, si tomamos en cuenta que el viceministro de Cultura, Iván Rodríguez, es el presidente de las juntas directivas de estas tres entidades estatales.