Crítica de música: ¡Viva Rusia!

Música en la voz y notas poco conocidas

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La Federación Rusa, país invitado de honor al FIA, se puso una flor en el ojal con la participación de cuatro destacados solistas de ópera acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional.

Es de agradecer también que en el programa se incluyera una primera parte de música operática rusa, la cual es prácticamente desconocida en nuestro medio.

De todos los movimientos encaminados a la creación de una ópera nacional, que se dieron en las diferentes regiones de la periferia de Europa, probablemente, el que produjo más y mejores frutos fue el ruso. Muchos amantes del género lírico se asombran al descubrir que los compositores más destacados de ese país como Chaikovsky, Rimsky Korsakov, Rajmaninov, Borodin, Mussorgsky, Shostakovich, Prokofiev, Glinka y otros, compusieron entre todos una cincuentena de óperas de gran valor artístico.

De ese enorme corpus musical, nuestros invitados seleccionaron dos fragmentos de Yevgueni Oneguin , de Chaikovsky, a saber, la Polonesa, que sirvió de obertura a todo el programa, y el aria de Lensky del primer acto. En esta segunda pieza, el tenor Serguey Semishkur lució una bella voz, tal vez un pelo menos robusta que la de sus colegas, pero en cambio exquisitamente tersa y natural.

A continuación, el barítono Igor Golovatenko ofreció una versión expresiva y emocionante del aria del príncipe Yeletsky de La dama de picos , otra de las obras maestras de Chaikovsky.

La música vocal de Nikolay Rimsky-Korsakov está más orientada hacia el folclore rural que la de Chaikovsky que, por el contrario, obtiene recursos estilísticos en la tradición de la romanza, género de canción urbana tradicional. Un buen ejemplo de esta vertiente de la música rusa lo constituye el aria del pastor Lel de la ópera Snegurochka (La doncella de las nieves), en la cual la mezzosoprano Oleysa Petrova sacó indudable provecho del color del registro más grave de su voz, acompañada por el arpa y el clarinete, que imitan respectivamente el sonido de dos instrumentos tradicionales rusos, el gusly (salterio) y el razhok (chirimía).

Emparentada con la música rusa, la ópera Rusalka , del compositor bohemio Antonín Dvorák está basada, como muchas de las composiciones de Rimsky Korsakov, en cuentos de hadas y contiene elementos modales de la música popular eslava, que se hacen presentes en la conocida Canción a la Luna , aria que con gran delicadeza interpretó la soprano Gelena Gaskarova.

Las calidades timbrísticas de la voz de Oleysa Petrova causaron nuevamente las delicias del público en el aria de Querubino , de Mozart, y en la archiconocida “Habanera” de la ópera Carmen , de George Bizet.

En el resto del programa, en el que figuraban, como es lógico, varias de las arias más conocidas y apreciadas del repertorio lírico, sobresalieron a mi juicio las interpretaciones de la soprano Gelena Gaskarova del aria de Lauretta de Gianni Schicchi , de Puccini, y el vals vocal Il bacio (El beso), de Luigi Arditi.

Destacable también fue la intervención del barítono Igor Golovatenko en varias canciones napolitanas, quién mostró una brillante técnica vocal de gran potencia y timbre claro.

En términos generales, el acompañamiento orquestal de Alim Shaj fue apropiado, especialmente en lo que se refiere al balance de la orquesta con los solistas y la variedad dinámica. Sin embargo no faltaron algunas imprecisiones, debidas posiblemente a los pocos ensayos que antecedieron al concierto y a una técnica de batuta algo confusa.