Crítica de música: Intensos y emotivos

Variado El programa combinó lo clásico, romántico y moderno

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Cuanto más escucho la música de cámara escrita por Franz-Joseph Haydn (1732-1809), figura excelsa del clasicismo vienés, tanto más me sorprende y maravilla la calidad constante y elevada de su producción fecunda y diversa.

Esto me ocurre en particular con sus cuartetos de cuerdas, género compuesto por dos violines, viola y violonchelo, al que Haydn dio forma y estructura.

Cierto, entre sus 68 cuartetos de cuerdas hay unos más inspirados que otros, pero difícilmente se encontrará alguno que no deleite el oído y contente el espíritu, aún entre sus primeros intentos en el modo.

Obras y conjunto. A aquellos que comparten el prejuicio corriente que atribuye frialdad y falta de sentimiento a la música de Haydn, para su desengaño solo les recomiendo que presten oído al largo assai de su Cuarteto de cuerdas en sol menor, opus 74, N° 3, Hob. III, 74, apodado El jinete, sobre todo si se topan en suerte con una interpretación intensa y emotiva como la forjada por los jóvenes integrantes del Cuarteto Albéniz, graduados recientes de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, de Madrid.

La radiante ejecución de la pieza de Haydn dio inicio al recital del conjunto, en el segundo concierto de gala del XX Festival de Música Credomatic, celebrado el domingo 15 en el foyer del Teatro Nacional, un recinto idóneo, por su acústica cálida y ambiente elegante, para el disfrute de la música de cámara.

El Cuarteto en sol menor es el último de una serie de seis comisionada en 1792 por el conde Anton Apponyi, mecenas del compositor y su padrino cuando fue admitido en 1785 a la fraternidad de francmasones. Los seis cuartetos se publicaron por separado como opus 71 y opus 74, y la serie se caracteriza por una escritura más brillante que presenta mayores dificultades técnicas a los intérpretes a la vez que emprende la exploración de noveles relaciones tonales y el empleo de modulaciones repentinas.

El Cuarteto Albéniz terminó la primera parte de su recital con la ejecución lúcida y precisa de la breve Polka, de Dmitri Shostakóvich (1906-1975), figura imprescindible del modernismo ruso-soviético.

Extraída del ballet satírico La edad de oro y transcrita para cuarteto de cuerdas por el autor mismo, los ritmos irregulares, cadencias bruscas e inesperadas y disonancias paródicas de la pieza exhiben el humor sardónico bajo el cual el compositor escondía su repugnancia por el despótico régimen del partido comunista.

Schumann. Después del intermedio, la sonoridad bruñida, fraseo coherente, matices dinámicos, presteza rítmica y estrecha integración desplegados por el Cuarteto Albéniz en las obras de Franz-Joseph Haydn y Dmitri Shostakóvich afloraron también en una interpretación luminosa y emocionante del Cuarteto N° 3, en la mayor, opus 41, de Robert Schumann (1810-1856), dechado del romanticismo alemán, de cuyo nacimiento se celebra este año el bicentenario.

Los años inmediatos que siguieron al anhelado matrimonio de Robert Schumann con su amada, la pianista Clara Wieck, presenciaron una explosión de creatividad como pocas en la historia de la música. El año mismo del desposorio, 1840, se conoce como el annus mirabilis de la canción, con no menos de 16 ciclos líricos que comprenden alrededor de 150 lieder.

El siguiente vio la composición de importantes obras orquestales y 1842 estuvo dedicado principalmente a la música de cámara, con el quinteto y cuarteto para piano y cuerdas y los tres cuartetos de cuerdas, opus 41, todas obras maestras de factura inigualable.

Quedé admirado por la madurez y sensibilidad reveladas por los jóvenes del Cuarteto Albéniz en su rendimiento y, bien que ahora cada uno tomará un rumbo distinto, es de esperar que volverán a hacer música juntos.

El público aplaudió las interpretaciones con entusiasmo y el Cuarteto Albéniz ofreció dos propinas: el estupendo Retrato V para cuarteto de cuerdas, del costarricense Eddie Mora (n. 1965), y un arreglo del famoso tango Por una cabeza, música de Carlos Gardel (¿1890?-1935).