Crítica de música del VIII concierto de la Sinfónica Nacional: Schubert y Chopin forjadores del romanticismo musical

Espectáculo se presentó el viernes 5 de octubre en el Teatro Nacional.

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Alguna vez alguien me preguntó qué sentido tenía seguir tocando obras musicales compuestas hace cien o doscientos años. La noche del viernes pasado en el Teatro Nacional tuvimos la mejor respuesta: se trata de obras que contienen mucho más que a sí mismas, que trascienden su tiempo y se constituyen en el germen de muchísimas otras creaciones imperecederas.

No obstante que el piano fue inventado más de cien años antes de su nacimiento, Frédérich Chopin produjo una transformación tal en su obra, que bien podríamos pensar que el suyo era un instrumento nuevo, totalmente diferente. Sin embargo, desde el punto de vista técnico, el cambio que dio lugar a esta nueva música fue muy simple, casi insignificante, consistió básicamente en recubrir los martillos con varias capas de fieltro para suavizar el tono del golpe a las cuerdas. Pero a partir de las posibles sutilezas sonoras y una mejor respuesta del mecanismo a los dedos del intérprete, Chopin logró todo un mundo de expresividad romántica que dominó la composición musical hasta bien entrado el siglo XX y que aún hoy día se resiste a desaparecer.

En esa misma época, en la obra de Franz Schubert, muy especialmente en sus lieder y su 9ª Sinfonía, La Grande, podemos encontrar la música de muchos otros compositores de diferentes épocas: no solo Mendelssohn y Schumann, seguidores inmediatos de Schubert, sino también Liszt, Brahms, Dvorak e incluso, sorprendentemente, a Wagner, Mahler y Shostakovich.

Ese es el verdadero significado de la música clásica y por eso atesoramos con devoción ese repertorio trascendental.

Me complace poder afirmar que disfruté plenamente de la interpretación de la 9ª.Sinfonía de Schubert a cargo de la Sinfónica Nacional con su titular Carl St. Clair al frente. Ante tan emotivo tratamiento melódico y exquisito juego contrapuntístico y de planos sonoros, cualquier referencia a pequeñas incongruencias o desajustes, que los hubo, sería ociosa.

No puedo decir lo mismo de la ejecución del pianista Benjamin Pasternack del 2º Concierto de Chopin, la cual no me conmovió en lo más mínimo. A pesar de su notable técnica y magnífico sonido, pulcro y delicado en el segundo movimiento y brillante en el tercero, su aproximación a la obra me pareció limitada al cumplimiento eficiente de la tarea pero sin ningún goce creativo perceptible.

Haciendo memoria de las actuaciones anteriores de Pasternack con la OSN: Beethoven en el 2014, Mendelssohn en el 2016 y Bernstein hace poco más de un mes (en la actualidad es sin duda el solista más frecuentemente contratado por nuestra orquesta) en cada ocasión he admirado sus importantes capacidades técnicas pero resentido, al mismo tiempo, su frialdad expresiva.

Ficha

Orquesta Sinfónica Nacional, VIII Concierto de Temporada

Carl St. Clair, director titular

Benjamin Pasternack, piano

Obras de Chopin y Schubert