Con todo y apagón, la Sinfónica hizo estallar Nuevo Arenal en aplausos

Susto En medio del concierto, el gimnasio de la comunidad se quedó sin electricidad; no obstante, el grupo siguió sin retrasos

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Nuevo Arenal, Tilarán Un apagón dejó a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) tocando a oscuras anoche en el gimnasio de Nuevo Arenal, Tilarán, Guanacaste.

Aunque el concierto avanzaba a la perfección, justo antes de que comenzara la interpretación de Arenal, extracto de la Sinfonía de los volcanes, del compositor costarricense Carlos Guzmán, la edificación quedó en tinieblas.

El incidente provocó un suspiro de desilusión entre los asistentes; sin embargo, los de la orquesta, ni lerdos ni perezosos, salieron al paso de la situación colocando lamparitas en sus atriles.

Los espectadores mantuvieron la calma; no hubo silbidos ni ninguna expresión de desaprobación. En sus asientos, los asistentes se dedicaron a escuchar e imaginar.

Fue así como, en medio de la oscuridad, la función continuó sin mayor retraso.

La luz regresó antes de que terminara la interpretación; los músicos continuaron tocando como si nada hubiera pasado.

El gesto fue agradecido por los espectadores con un fuerte aplauso; algunos, incluso, se pusieron de pie en las graderías.

Tras el susto, la actividad continuó sin contratiempos y se oyó después El sombrero de tres picos , de Manuel de Falla, que con su potencia sorprendió a los asistentes; después llegaron los bellos acordes de El Moldava , de Bedrich Smetana.

El público de todas las edades que asistió a la presentación

estaba entusiasmado con las ejecuciones. Los adultos no separaban los ojos de lo que sucedía frente a ellos y los niños más inquietos jugaban a ser los directores balanceando sus manos de un lado a otro al ritmo de la música.

Esta noche de emociones extremas cerró Mambo , del Poema Sinfónico, de West Side Story, escrito por Leonard Bernstein, cuya contagiosa música dibujó una sonrisa en el público. Hizo soltar una carcajada a la gente cuando, en medio de la pieza, parte de la orquesta se puso de pie para bailar.

Al final, los vecinos no tuvieron palabras para agradecer a los músicos; con una ovación, dijeron todo.

Emocionados con el gesto, los músicos les regalaron una pieza más: Inspiraciones costarricenses, de Carlos Guzmán, que concluyó definitivamente la velada.