Cómo el reguetón conquistó el mundo (nos guste o no)

En una década, el reguetón –esa música que tanto nos enoja pero no paramos de bailar– pasó de provocar campañas en su contra a ser el género latino más escuchado del planeta. ¿Cambió la música o cambiamos nosotros?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En diciembre pasado, Spotify –el servicio de música a través de internet más popular del mundo– publicó su recuento anual de las canciones y artistas más importantes de los doce meses previos. Un dato en particular sobresalía por curioso. De acuerdo con Spotify, el artista de reguetón más escuchado del 2016 fue... Enrique Iglesias.

Está claro que el español no es un artista de reguetón puro; sin embargo, sus colaboraciones con representantes de dicho género han sido como una bomba de oxígeno para su carrera. Yandel, Pitbull, Wisin, Zion & Lennox y muchos otros reguetoneros, oriundos de Puerto Rico la mayoría, convirtieron a un español en el cantante más popular de un género que, en sus raíces, nada tiene que ver con él.

No es que Iglesias sea el único. Cuando este año concluya, es muy probable que su lugar como reguetonero más escuchado del año lo ocupen Luis Fonsi o Justin Bieber. El remix de Despacito ha dominado las listas de Billboard –que miden las canciones más escuchadas en la radio de Estados Unidos– desde su estreno el 17 de abril. En YouTube, la canción tiene casi 400 millones de visitas; la versión original, que no incluye a Bieber, acumula más de dos mil millones de visitas en cinco meses.

Una rápida búsqueda en Google –o en cualquier servicio de música en línea– de las palabras “Remix latino” despliega una casi interminable lista de versiones de canciones pop junto a artistas de reguetón. Ed Sheeran tiene una canción de reguetón. Reik tiene una canción de reguetón. Ricky Martin, Marc Anthony, Alejandro Sanz, Shakira, Carlos Vives. La lista sigue y sigue.

El reguetón, ese género musical que parece enojar a tanta gente como pone a bailar a otra –o incluso a los mismos que se enojan–, está en la cima del mundo. En el mismo recuento del 2016, Spotify colocó la lista de reproducción Baila reggeaton como la quinta más escuchada del mundo; la lista se actualiza cada viernes, para mantener los 50 reguetones más frescos en constante exposición.

Con el permiso de quienes explotan en furia ante la mención de este género, en pleno 2017 todos escuchamos reguetón (aunque sea por casualidad), pese a que hace menos de diez años aparecían campañas para desterrar esta música y la masa parecía desgarrarse las vestiduras ante la popularidad de Daddy Yankee o Don Omar.

¿Qué cambió? ¿Por qué ya no es tanta la gente que arruga la cara cuando suena el reguetón?

Quítate tú

El 3 de noviembre del 2005, el Shrine Auditorium de Los Ángeles, California, fue el escenario para un evento trascendental en la historia de la música latina. La sexta entrega de los Grammy Latinos, celebrada esa noche, fue importante por dos motivos particulares.

El primero fue la presentación de los 12 Discípulos, una docena de cantantes puertorriqueños –entre ellos Vico C, Ivy Queen, Tego Calderón y Tito el Bambino, junto a otros nombres menos conocidos– que ofrecieron un homenaje a clásicos representantes de la salsa –desde Celia Cruz hasta Eddie Santiago– con la canción Quítate tú pa' ponerme yo , que se basa en el clásico Quítate tú , de la legendaria agrupación salsera Fania All Stars.

La presentación fue un homenaje a la música latina de antaño, a las raíces, pero también fue una forma de decir ‘aquí estamos, es nuestro turno’ por parte de una camada de representantes de un género novedoso, que acarreaba popularidad y críticas a granel.

Tenían que decirlo ellos, porque la academia no lo hizo. Ninguna canción de reguetón ganó premio alguno fuera de la categoría de Mejor álbum urbano (creado, básicamente, para premiar al reguetón, que para entonces ya sonaba sin parar en todo el continente).

El segundo motivo de importancia de esa noche fue que el Grammy Latino de Grabación del año lo ganó Alejandro Sanz por Tú no tienes alma , una canción que, posiblemente, solo recordarán fanáticos a rabiar del cantante español. Entre las otras grabaciones nominadas en dicha categoría se encontraba Gasolina , de Daddy Yankee y producida por Luny Tunes, cuyo impacto cultural está fuera de discusión: una docena de años más tarde, la canción es fácilmente reconocible y puede sonar en cualquier bar de este continente cualquier día de la semana.

La importancia de ese segundo motivo necesita un poco más de contexto. Un año más tarde, en la siguiente entrega de los Grammy Latino, el premio de Grabación del año lo volvería a ganar Sanz, esta vez en compañía de Shakira. ¿La canción que grabaron? La tortura , una pieza con una innegable influencia reguetonera.

La tortura fue parte de una primera oleada de canciones de artistas consolidados que, durante la última década, abrieron sus horizontes –y sus objetivos comerciales– hacia tendencias latinas y reguetoneras más marcadas. El resultado: el reguetón es hoy el género musical latino más escuchado del mundo, como lo demuestran los datos de Spotify.

Dame más gasolina

El tiempo demostró que la normalización y popularidad del reguetón no podía frenarse; artistas y escuchas que alguna vez juraron odiar el género para siempre hoy lo abrazan y respetan. Muchas de las críticas que se le hacían hoy parecen haber sido acalladas o, cuando menos, ignoradas.

“Ahora que el reguetón es parte del mainstream de la música latina, mucha gente ha dicho que ha pasado por una transformación lírica”, cuenta Petra R. Rivera, profesora de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, y autora del libro Remixing Reggeaton, que profundiza en las motivaciones políticas y raciales del género en Puerto Rico, entre finales de los ochenta y principios de los noventa.

Rivera agrega: “Muchos críticos dicen que antes el reguetón era hipersexualizadodo y misógino, y ahora no. Yo no estoy tan segura. Ciertamente suena diferente. Es cierto que el reguetón tenía una mala reputación de ser explícito, y una canción como Despacito no lo es, pero es una canción obviamente muy sexual”.

En efecto, el sexo sigue siendo el tema que domina las canciones del género. El tono en que se representa el sexo, sin embargo, ha variado. Rocío Guerrero, jefa de programación de contenido y editorial de Spotify para Latinoamérica, contó a la revista digital Kinja que fue, aproximadamente, en el 2014 cuando el reguetón mutó a “un sonido más melódico y las letras contaban historias de seducción, en vez de objetivación”

Rivera, por su parte, cree que el lado romántico del reguetón al que hace alusión Guerrero siempre ha estado presente; hoy, sin embargo, ocupa un lugar más preponderante en la industria por su valor comercial. Es decir, que Enrique Iglesias sea el artista de reguetón más escuchado del planeta tiene más que ver con los beneficios financieros que el género le significa que por su deseo de mejorar la reputación de este tipo de música.

Down in Puerto Rico

El reguetón, eso sí, no existiría sin una compleja historia racial y migratoria detrás. Rivera explica, en +Remixing Reggeaton, que el reguetón es el resultado de una mezcla entre hip hop de Estados Unidos, dancehall de Jamaica y reggae en español de Panamá; esa mezcla, insoportablemente pegajosa, se dio en contextos de barrios pobres y predominantemente negros en varios puntos de Latinoamérica y el Caribe.

“En Puerto Rico, y en Latinoamérica, existe una idea de que, contrario a Estados Unidos, no existe el racismo. Sin embargo, cuando uno presta atención a cosas como el acceso a la educación y la inversión pública, es claro que hay una segregación racial en nuestros países. El reguetón brindó un espacio a estas personas para exponer sus frustraciones”, cuenta la profesora.

Esas frustraciones, y la posibilidad de ventilarse a través de la música, dieron forma a las carreras de Don Omar, Tego Calderón y Daddy Yankee, incluso cuando los Grammy Latinos decidieron premiar Tú no tienes alma, de Alejandro Sanz, en vez de Gasolina, en el 2005.

Un año más tarde, con La tortura –y otras canciones similares– la industria musical se dio cuenta de que el reguetón podía ser un gran negocio, sobre todo cuando lo exponían artistas más fáciles de mercadear –más apuestos, de piel más clara– que quienes venían de los barrios bajos latinoamericanos.

Poco importa que Enrique Iglesias o Justin Bieber –los reguetoneros más escuchados del momento, según Spotify– nunca hayan pisado un caserío en Puerto Rico: sus canciones y remixes latinos junto a reguetoneros menos conocidos seguirán arrasando las listas de popularidad gracias a una pegajosa mezcla que salió de los barrios pobres del Caribe.

Esa mezcla genera dinero, y nada hace al mundo bailar más que el dinero.

Bueno, tal vez el reguetón.