Claudio Abbado, director de orquesta italiano, murió a los 80 años

Murió en su hogar, en Bolonia

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El director de orquesta Claudio Abbado murió en su hogar, en Bolonia, este lunes.

Llevaba la música en las venas, como hijo de padre violinista y profesor de conservatorio y de madre pianista. Estudió composición y piano en el Conservatorio milanés Giuseppe Verdi y dirección de orquesta en las academias Chigiana de Siena y de Viena.

El artista, que era venerado por músicos en las principales agrupaciones del mundo, tenía 80 años.

Su prestigio tenía razón de ser: renovó la dirección musical al frente de las más destacadas orquestas del mundo, desde La Scala de Milán a la Filarmónica de Berlín, pero sobre todo se preocupó de la divulgación entre jóvenes y marginados, fiel a su idea de que la formación musical era en realidad “la educación del hombre”.

Precisamente, fue en La Scala de Milán, su ciudad natal, donde debutó en 1960 y se convirtió en su director musical durante casi 20 años.

En 1965 se dio a conocer internacionalmente al obtener un gran éxito en el Festival de Salzburgo con su dirección de la Segunda Sinfonía de Mahler, uno de sus compositores preferidos, que le abriría las puertas ya en los años 70 de La Scala de Milán, la Filarmónica de Viena y la Sinfónica de Londres.

Este “artista del siglo”, como le llamó la asociación de críticos musicales alemanes, dejó sobre todo su impronta en su paso por la Filarmónica de Berlín, de la que fue designado como sucesor del austríaco Herbert von Karajan el 8 de octubre de 1989, un mes antes de la caída del muro de Berlín.

Los ciclos temáticos y literarios, como los dedicados a Holderlin y a Shakespeare, y la interpretación de obras de compositores contemporáneos como Luigi Nono o Karlheinz Stockhausen, le granjearon fama de renovador al músico italiano, que con el paso los años mejoró las tensas relaciones iniciales con la orquesta berlinesa, de la que se despidió en 1989.

En 1988 creó en Viena el festival de música Wien Modern, que sigue siendo uno de más prestigiosos de Europa dedicado a la composición musical contemporánea.

Admirador de Mahler, Beethoven, Debussy y Brahms, Abbado nunca perdió de vista lo que la “magia” que él descubrió a los 7 años podía hacer por la educación de los más desfavorecidos, y fue fundador y director musical de la Orquesta Juvenil de la Unión Europea (1978) , la Orquesta Juvenil Gustav Mahler (1986) y o la Orquesta Mozart (2004) en las que volcó su compromiso con jóvenes músicos.

La batuta de Abbado tornó incluso en revolucionaria al abrazar el sistema de escuelas musicales de Venezuela: en 2010 dirigió la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, una experiencia que le permitió confirmar que la música salva a los jóvenes de la criminalidad, la prostitución y la droga.

Era conocido por su habilidad musical, por dirigir sin partituras y por su compenetración con los integrantes de la orquesta.

El año pasado el presidente de Italia le rindió homenaje al nombrarlo senador vitalicio.

El dinero que recibía desde entonces lo destinaba a Escuela de Música de la pequeña localidad de Fiesole, en el centro de Italia, en un último gesto para la promoción de la música, a la que consideraba un lenguaje universal. “Tiene un profundo valor estético y es necesaria para la vida cotidiana del ser humano, porque se basa en la escucha recíproca”, defendía.