Cátedra de salsa: Son de Tikizia encantó en el Teatro Nacional

Durante dos horas, la orquesta con invitados de lujo llevó al público por un viaje histórico, educativo y bailable, en el espectáculo que ofreció el sábado por la noche.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La preparación valió toda la pena. Las horas y horas de estudio y de ensayos dieron frutos. La orquesta nacional Son de Tikizia cumplió con lo prometido y lo hizo con creces la noche del sábado, en el Teatro Nacional. Los músicos dieron cátedra de salsa, de historia, de sabor y, por supuesto, de talento, con su espectáculo Historia de la salsa.

Acompañados por varios invitados especiales, los de Son de Tikizia llevaron al público –que abarrotó el hermoso recinto josefino– por un sonoro viaje de más de 80 años en la historia de la salsa. Con la interpretación de himnos de este sabroso género de la música latina, los músicos dejaron en el escenario toda su energía y experiencia.

En punto a las 8 p. m. Son de Tikizia comenzó el espectáculo. La audiencia, muy atenta, prestó atención a la primera descarga de sabor. A la orden de las palmas del maestro Wálter Flores, la banda y sus invitados especiales, llevaron al público primero a conocer sobre Cuba, para luego llevarlos a un recorrido por Nueva York, Puerto Rico, Colombia, Centroamérica (con Costa Rica incluida) y de vuelta a Cuba.

Durante el desarrollo del espectáculo cada canción permitía sobresalir tanto a los músicos de la base de Son de Tikizia, como a los invitados. El recital tuvo como punto alto la oportunidad para que músicos y cantantes mostraran sus mejores galas en las piezas donde fueron protagonistas.

Así las cosas, por ejemplo, el violín de Iván Rodríguez (de Malpaís) encantó con su versatilidad para hacer un solo espectacular que arrancó los aplausos de los presentes. Lo mismo pasó con la voz de Charlene Stewart cuando enérgicamente interpretó Quimbara, demostrando esa calidad vocal que la ha hecho destacar en su carrera.

Perrozompopo soltó no solo su creatividad sino también su cadera y sus pies cuando no pudo contenerse a bailar una canción de su autoría al ritmo de salsa. Además de ellos, por el escenario del Teatro Nacional pasaron otros grandes como los muchachos de Sonsax, Humberto Vargas, Gerardo Díaz, Iván Rodríguez, Erick Sánchez, Javier Malca, Charlie Rivera y Vinicio Meza. Todos se lucieron como estrellas, al igual que la gran orquesta.

Pero además de ellos, la noche del sábado el Teatro Nacional también recibió las obras de gigantes latinoamericanos como Eddie y Charlie Palmieri, Tito Puente, Rubén Blades, El Gran Combo de Puerto Rico, Willie Colón, Héctor Lavoe, Celia Cruz, Grupo Niche, Cheo Feliciano y Polo Montañez.

Fue una noche de cargas y descargas. El público –a veces tímido tal vez por estar en el Teatro Nacional– poco a poco se fue dejando encantar por la historia, por la biografía de la salsa y por los grandes talentos que en escena se dieron por completo para rendir un homenaje a este género que ha caracterizado a la alegría y el sabor latino desde hace muchos años.