Cantoamérica se enfiestó en sus 35 años

Sabor: Durante dos horas, la agrupación nacional hizo de su festejo una cálida celebración con buenos amigos: sus seguidores

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No hay mejor manera para celebrar un cumpleaños que entre buenos amigos, más si en la fiesta hay música y mucho baile. Eso fue lo que pasó la tarde de este sábado en el concierto de los 35 años de Cantoamérica.

El lugar del encuentro fue el anfiteatro del Centro Nacional de la Cultura (Cenac) y, en medio de un caluroso ambiente, la celebración fluyó al ritmo del calipso, el son, el bolero, la cumbia y la salsa.

Fue un festejo especial. Desde que los músicos de Cantoamérica subieron al escenario, sus más fieles seguidores se dejaron llevar, como hechizados, por cada una de las notas que fluían de los instrumentos y de la voz de Manuel Monestel.

Tan solo fue necesario un poco del sonido de [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20150806_0004]]Afrolimón[[END:INLINEREF]], sencillo de su más reciente producción, Vuela otra vez , para que el público que esperaba sentado, se pusiera de pie y bailara a más no poder con ese rico calipso.

El recorrido por el disco que estrenaron este sábado llevó a los artistas a interpretar Merry Woman , Orire , Still Turning Around , Mama Come and Take me Home y La madrugada . Cada uno de los temas fue recibido con agradecimiento por los invitados de la fiesta.

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La tradicional Cumpleaños feliz también sonó, pero en esta ocasión los intérpretes fueron los asistentes, quienes homenajearon las tres décadas y media que tiene la agrupación de hacer honor a la cultura costarricense y a la herencia caribeña del país.

De todo para todos. La versatilidad de Cantoamérica se ha ganado, durante sus años de existencia, el reconocimiento de un público diverso en edades. Así que, fieles a su estilo rítmico, el grupo les ofreció a sus seguidores una variedad de canciones para todos los gustos.

Los esposos María Marta Montoya y Armando Marín fueron de los primeros en llegar al Cenac. Aseguran que desde hace más de 20 años escuchan a la banda costarricense y, que curiosamente, “heredaron” el gusto por parte de su hija Paola.

“Mi hija estudiaba en el Castella y ahí tuvo un acercamiento con Cantoamérica y, poco a poco, nos hizo conocerlos. Ahora, aunque ella no pueda venir a los conciertos, nosotros vinimos a disfrutar de su música y su alegría juntos, en pareja”, dijo Marta.

Al igual que ellos, hubo varias familias que asistieron a la cita josefina. También el recinto estaba lleno de jóvenes y hasta niños que no podían evitar contagiarse con los ritmos y mover el cuerpo con cada nota.

La lluvia fue otra de las invitadas, pero lejos de aguar la fiesta hizo que los asistentes se unieran más y que el calor del baile aumentara dentro de esta especial celebración.