Camerata llenó de guaguancó el INBio

Encantados El público que abarrotó el anfiteatro del INBio, la noche del domingo, aplaudió a más no poder a la Camerata Romeu

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La Camerata Romeu, orquesta cubana de cuerdas integrada por 18 mujeres, sedujo con talento y carisma al público que acudió al concierto del domingo, en el anfiteatro del INBioparque.

Fue difícil para los presentes no rendirse al sabor del guaguancó, interpretado con un estilo singular para este tipo de orquesta.

La lluvia no diluyó el interés del público para acudir a este concierto vespertino del XXI Festival Credomatic, y ya para las 5 p. m., el escenario estaba lleno, solo aguardando a la directora Zenaida Romeu y sus músicas.

Con un lago de fondo y la brisa fría de una tarde de lluvia, en Santo Domingo de Heredia, a las 5:17 p. m. aparecieron las invitadas; con vestido vino sobre la rodilla y sin partituras, únicamente con los instrumentos y sonrisas en sus rostros.

Lo primero que ofrecieron fue Final obligado, de Carlos Fariña, y La bella cubana, de José White. Durante su interpretación, la orquesta tuvo de fondo el sonido de las aves y los grillos, y la completa atención de la audiencia.

Zenaida Romeu también tuvo el acierto de dirigirse al público antes de cada interpretación, para comentar detalles de las obras a interpretar y de sus compositores; labor que se complicó un poco por el sonido de la lluvia y la ausencia de un sistema de amplificación.

Cautivados. No fueron necesarios muchos minutos para que desde los niños, hasta los adultos mayores en el lugar, quedaran seducidos por la orquesta.

Los asistentes querían guardar de alguna forma el recuerdo de ese momento; por eso, fueron muchos los que sacaron sus cámaras fotográficas digitales, para retratarlas.

Un buen ejemplo de esa seducción que crearon las cubanas, fue una ciudadana de oro de la primera fila; ella, en medio de una de las ejecuciones más rítmicas, sacó un smartphone para grabar en video parte de la interpretación.

Pero una buena parte de la responsabilidad por la empatía que genera la orquesta en los presentes fue de la directora Romeu. Ella es todo carisma, palpable en cada una de sus intervenciones, y aún más cuando toma la batuta y conduce a sus muchachas por un repertorio que va de lo formal a lo popular.

Y sus pupilas saben responderle; ellas, lejos de verse tensas por ejecutar cada una de las obras de memoria, como Médico de pianos, de Jorge López Marín, las damas no dejan de sonreír, de moverse con la música, casi como si bailaran.

La luz del día se esfumó de a poco, y con esta siguieron llegando obras como Cañambú, Almendra y Camerata en Guaguancó. Estas composiciones, con influencia de ritmos como el danzón y el guaguancó, permitieron disfrutar de solos de algunas de las instrumentistas y hasta verlas bailar.

Con el vuelo de algunas aves sobre el lago al frente del anfiteatro, la Camerata se despidió, pero tanto cariño del público fue correspondido con El manicero; Te amaré, de Silvio Rodríguez; y Libertango, de Astor Piazzolla. A las 6:38 p. m. la orquesta recibió una última ovación de un público agradecido.