Boricuas se adueñaron del Nacional con son y ‘perreo’

Los puertorriqueños Don Omar, Víctor Manuelle y Gilberto Santa Rosa hicieron olvidar aquello que muchos calificaron como quijotada.

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La fría y ventosa noche en La Sabana fue absolutamente boricua (...) Más de 30 mil personas disfrutaron en el Estadio Nacional del concierto Fiesta en tu casa , en un ejemplo de que el son y el perreo podían dejar a un lado sus diferencias y ofrecer ritmo, sabor y entretenimiento.

Don Omar, Víctor Manuelle y Gilberto Santa Rosa hicieron olvidar las críticas que generó el anuncio de que la salsa se mezclaría con el reggaetón . Y el temor de que el público no disfrutaría esa peculiar fusión se desvaneció también, como si el viento se lo llevara, cuando a las 6:58 p. m., el reggaetonero salió al escenario, no sin que antes su Dj adelantara algunas de las canciones que los presentes escucharían.

Un atractivo juego de video proyectado en las dos pantallas a cada uno de los lados del escenario y varias expulsiones de fuego le dieron la bienvenida a Don Omar. De inmediato, los gritos se adueñaron del estadio, los cuales aumentaron a más no poder cuando la tonada precedía a Dale Don Dale .

El reggaetonero no se guardó nada y desde un comienzo interpretó sus éxitos como Cuéntale , Pobre diabla , Aunque te fuiste , Salió el sol y Sexy Robótica . El conocido Rey del reggaetón aprovechó el ambiente que minutos antes dejó la banda nacional Expresso, agrupación que con su música movida y variada provocó que el público olvidara la hora de retraso del concierto.

Hasta abajo y Bandolero también se dejaron escuchar en La Sabana. El cierre del primer artista internacional de la noche llegó con su sonado sencillo Danza Kuduro , tema que hizo explotar el recinto y obligó a todos a levantarse, sin que nadie dejara de dar la media vuelta que coreaba el caribeño.

“Costa Rica te quiero”, dijo el cantante, mientras se despedía con su más reciente pieza Taboo . Así, terminó una hora completa de perreo y mucha sensualidad.

Llegó la salsa. La noche no dejó respirar a los mortales que decidieron dar oportunidad a lo que, inicialmente, fue catalogada por muchos como una quijotada.

No transcurrieron 20 minutos desde la salida de Don Omar, cuando el llamado Sonero de la juventud dijera presente en la tarima. Desde un inicio, el salsero Víctor Manuelle cumplió con lo prometido de que dejaría en el escenario “alma y corazón”. Con Mírame , poco a poco, aparecieron las parejas más atrevidas que aprovechaban cualquier espacio para bailar.

Los coros se abrieron paso apenas se dejaron escuchar las primeras partituras de Qué habría sido de mí , lo que trajo más de una duda existencial, pues algunos no sabían si cantar o bailar. Hubo quienes decidieron hacer ambas cosas.

La orquesta se lució con Tengo ganas y Así es la mujer . ¿Y Manuelle? Él seguía cumpliendo su promesa y demostrando por qué, a sus 42 años, es un referente obligatorio para los nuevos salseros.

La nota más romántica –pero no por eso menos salsera– llegó con Nuestro amor se ha vuelto ayer , mientras que el fuerte viento se llevaba a lo lejos las letras tropicales. No obstante, en ningún momento de la noche, el clima representó un problema para gozar de lo que el domingo sabanero deparaba.

Dile a ella animó al más aburrido. El baile siguió y, por supuesto, el frío dejó abierta la posibilidad de que los movimientos se hicieran cuerpo a cuerpo y así, cumplir con la premisa de que “bailar pegados es bailar”. Lo que inició a las 8:18 p. m., terminó a las 9:30 p. m., luego de escuchar otros éxitos como He tratado, Como una estrella y Volverás .

Cierre. Los fuegos artificiales avisaban que pronto llegaría a escena, El caballero de la salsa . Y eso ocurrió, a las 9:50 p. m., con Déjate querer , que, en realidad tomó por sorpresa a casi todos los presentes, quienes reaccionaron bulliciosos al ver a Gilberto Santa Rosa tocando los timbales a la perfección.

La canción Un montón de estrellas terminó de confirmar que la gramilla, las gradas, los pasillos, en fin, cualquier sitio valía para bailar al muy buen son del boricua.

Después, llegó Conteo regresivo , que cayó a la perfección, no solo por el ritmo, sino porque la velada musical acariciaba el cierre, en un verdadero conteo hacia el final.

Santa Rosa aún cantaba al cierre de esta edición. ¿Y el frío? El propio Santa Rosa, sus compatriotas y con Expresso como cómplice, lo mandaron al exilio (...) lo apartaron y lo ignoraron.