Luis Montalbert, el artista que atrapó el éxito con su versatilidad

El artista de 44 años ha diversificado su labor durante los últimos años. Tras más de dos décadas de tocar y cantar con su grupo Gandhi, el intérprete ha experimentado en nuevas facetas que lo han convertido en uno de los consentidos del público tico.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Luis el de Gandhi. Luis el de Tu cara me suena. Luis el que encarnó a Cri-Cri, a Bora Milutinović, al villano Samir y a Enrique Ramírez de Café con Leche. Luis Alejandro Montalbert-Smith Echeverría es el mismo hombre, también es el padre de dos niños, el esposo, el hijo, el presentador, el anfitrión, compositor, coach ontológico relacional y bailarín frustrado, según dice en tono de broma.

Desde hace 26 años, Luis irrumpió oficialmente en la música costarricense con la agrupación Gandhi, con la bandera del rock alternativo y de la mano de sus colegas y amigos Abel Guier, Massimo Hernández y Federico Miranda han construido un legado musical. Pero detrás del Montalbert que en los conciertos se transforma en todo un hombre espectáculo hay una estela de amplitud artística.

Luis actúa, canta y compone. Lo mismo encantó con las imitaciones durante su participación en Tu cara me suena (TCMS) donde se convirtió en el ganador de aquella primera temporada del programa de humor y caracterizaciones en el 2015, o cuando interpretó los cuentos de Francisco Gabilondo Soler en teatro con el musical Cri-Cri, de grillito a cantor que realizó en el 2011.

La versatilidad de Luis lo ha convertido hoy por hoy en uno de los artistas infaltables en diferentes espectáculos y eventos. Por citar dos ejemplos hace poco fue parte del show The Beatles Experience donde cantó piezas del Cuarteto de Liverpool y unos días atrás fue el anfitrión del estreno de la película Rocketman en el cine Magaly.

Como cantante de Gandhi ha sido reconocido por muchos años por aquellos fans acérrimos de la banda que han crecido con ellos y su música; pero debido a su exposición en TCMS la figura de Montalbert recibió muchas nuevas miradas.

Que Luis sea tan reconocido por el público y tan buscado por promotores de espectáculos no es nada antojadizo. Quienes lo conocen de manera cercana pueden dar fe de que es un hombre sumamente extrovertido y apasionado por lo que hace; pero también que tiene una personalidad arrolladora que marca pauta y llama la atención en cualquier lugar donde esté.

Todo esto viene desde muy pequeño por la influencia de su familia: su papá, su madre y sus abuelos han sido figuras inspiradoras tanto en la vida personal de Montalbert como en la artística.

Inquieto y aventurero desde siempre.

“Mi mamá me llevó chiquillo a la Universidad de Costa Rica a hacer una prueba de piano para entrar a los cursos de Bellas Artes. Ella me cuenta que me vio por la ventana cuando yo estaba tocando y se preguntaba toda preocupada que por qué me movía tanto, por qué me hacía de allá para acá. Cuando salí de la prueba le dijeron que ese era mi fuerte, que tenía mucho feeling y que no era tanto la técnica sino que tocaba con mucho sentimiento”, recuerda Montalbert.

Desde pequeño bailaba, le gustaba la música. Aprendió piano de la mano de su abuelita Molly que tocaba obras de Chopin.

En la escuela participaba de obras de teatro, en el colegio ganó un concurso de baile gracias a una coreografía que montó junto a una compañera al ritmo del tema Footloose y hacía recitales privados de piano en su casa para sus amigas de juventud –con todo y algún ligue de por medio– donde les interpretaba el tema Right Here Waiting.

“Esa fue una época linda, comencé a ver que con la música tenía otras ganancias”, recordó de manera pícara.

“Ahí me di cuenta de que era extrovertido y de que podía ser un personaje; eso se trae, pero se fomenta con el apoyo de la familia y el estudio. Yo sé que heredé de mi papá la vara de ser tan apasionado y perfeccionista, pero mi mamá fomentó el alma libre, el gusto por la belleza y la delicadeza”, agregó.

La música, el primer amor

La influencia de Michael Jackson como performer siempre ha sido un pilar fundamental en su faceta artística, pero también lo fue el rap que conoció en la ciudad de Pittsburg allá por 1987 cuando fue de vacaciones; pero definitivamente fue su encuentro con el disco Appetite for Destruction, de Guns N’ Roses, el que marcó para siempre la melomanía de Montalbert.

“Escuchar la entrada de la guitarra de Welcome to the Jungle me cambió la vida fuertemente, cuando la oí dije ‘mae, qué es esta vara’; realmente tuve como una revelación increíble y no me quedé solo ahí. Para ese tiempo mis amigos oían cosas más fuertes como Bon Jovi o Mötley Crue, pero yo enganché más con Depeche Mode y The Cure; de hecho, el que Robert Smith y David Gahan se delineaban los ojos me llamó demasiado la atención y cuando comencé a subirme al escenario a cantar lo hice también”, recordó el músico.

Al final de sus estudios de secundaria en el colegio Saint Francis, sus notas no eran muy buenas y tuvo que tomar una decisión muy dura: el colegio o la música. Optó por los estudios, pero pronto retomó su pasión musical o ella lo encontró a él.

Para su primer año en la universidad ya Gandhi existía, Luis con 19 años realizó una prueba vocacional para decidir una carrera profesional. “Llegué a hacer el examen con el pelo pintado de morado, con manganos y franela. La señora me dijo: ‘¿Usted está seguro de que quiere ser ingeniero? Es que no le sale por ningún lado, muchacho. Véase usted tiene alma de artista’”. Una cosa llevó a la otra y Luis terminó en la Facultad de Bellas Artes de la UCR.

Esta faceta, su primer amor, la ha vivido durante estos 26 años con Gandhi y también cuando llevó como proyecto paralelo el grupo Le*Pop.

“Gandhi es como un órgano de mi cuerpo, es una parte de mi alma que yo no podría separar. Abel, Massimo y Federico son tres seres de luz con los que me topé que también tienen esa habilidad que tienen mis hijos y mi esposa de mostrarme las áreas en las que puedo mejorar siempre a diario”, explicó con orgullo.

Y todo lo demás

Aunque ya había coqueteado con otras artes durante su infancia y adolescencia, Luis explotó su potencial más adelante.

En el 2011 se preparó en coaching ontológico relacional, un proceso de aprendizaje con el cual se busca potenciar las capacidades humanas por medio de cambios y transformaciones; estos estudios lo ayudaron a lanzarse a nuevas experiencias.

“Me di cuenta de qué bonita es la vulnerabilidad, ser frágil, quitarse las caretas y las armaduras. Me di el permiso desde la liviandad y la flexibilidad y no desde la estructura y el qué dirán. Al final esta experiencia de vida es la mía, es la que yo construyo, es parte de lo que me gusta”, aseveró el artista sobre su decisión.

La actuación llegó con Cri-Cri, el público era infantil y, por supuesto uno de los más difíciles, el intérprete afirma que esa experiencia lo hizo entender el universo de la actuación. Luego de esta obra, llegaron para el teatro La historia salvaje, el musical donde personificó a Enrique Ramírez, compañero de José Capmany en Café con Leche; Héroes 1856, otro musical donde encarnó a William Walker; y la ópera rock Los cuentos de mi tía Panchita en la cual se transformó, con su carisma, en el pícaro Tío Conejo. En teatro también realizó la comedia musical Drags junto a Elvis Tico y Papi Pazz.

El cine fue otra de sus aventuras. Italia 90 (2014), dirigida por Miguel Gómez, retó a Montalbert a realizar el papel de Bora, entrenador de la Sele en dicho encuentro futbolístico. El filme Buscando a Marcos Ramírez (2017) fue un nuevo reto ya que se metió en el papel de villano con Samir, el líder de una banda de narcotraficantes.

Pero aunque Luis ya había ampliado su espectro, fue con TCMS que le llegó la mayor exposición. Primero como participante en el 2015 y más recientemente como profesor de canto en la cuarta temporada del concurso que terminó hace unas semanas.

“El público de TCMS no sabía quién era yo, había algunas señoras que me decían que sabían que yo cantaba, pero no me identificaban más allá de ser el cantante de un grupo de rock. Tuve acceso a personas de la tercera edad que me quieren mucho y también a niños; de repente ahora no sé cuántas fotos mías con anaqueles de supermercados de fondo habrá”, recordó entre risas.

Otro sector de la población que le tomó cariño y admiración al artista es la comunidad LGBTI. “El que en televisión nacional saliera un hombre vestido de mujer y que fuera visto con elegancia, dignidad y respeto impactó en muchas personas, fue algo que yo en otra época no hubiera hecho, pero llegó la oferta en un buen momento. Conozco al público de Gandhi, sé que tiene un gusto refinado por la música y las artes, es un público receptivo, crítico e inteligente que a los cuatro nos entienden como artistas y me ven como algo más allá que el vocalista del grupo”, agregó Luis.

La más importante

Cuando Luis habla de sus hijos Tomas (11) y Daniel (8) se le desborda el amor. El hogar de Luis y su esposa Elena cambió con la llegada de los niños y sus vidas con ellos.

“Ser papá es ser ejemplo, ser vida, es más lo que he ganado yo de mis hijos que ellos de mí en temas de enseñanzas y aprendizajes; la paternidad es probablemente lo más bello que he experimentado por el nivel de revelación y de amor que he logrado sentir. Ellos son mis ganas de mejorar, de buscar una mejor versión, me veo reflejado en ellos todos los días en actitudes y hasta en el lenguaje corporal. Son seres únicos, divinos y creativos”, dijo.

Cada una de las facetas de Montalbert-Smith tiene en su vida lo apasionan, las vive intensamente y busca cómo complementarlas. La integralidad del artista tiene su apellido, su sangre.