Aplausos de pie para el artista que se ausentó en el escenario

En su noche de estreno Musical sobre la vida y la trayectoria del fallecido José Capmany arrancó lágrimas, chiflidos, ovaciones y risas

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No llegó para impregnar su acostumbrada energía en el micrófono. Tampoco lo esperaba el Melico Salazar, aunque hay quienes dicen que, de alguna manera, el Papá del Rock nacional se hizo presente.

José Capmany tuvo su noche, una en la que el público completo lo ovacionó y sintió a flor de piel la nostalgia por la ausencia que ayer sumó, exactamente, 11 años y medio. Él se dio a sus seguidores en cuerpo y alma y este viernes, ellos se lo retribuyeron de la mejor manera imaginable.

Los espectadores del musical La historia salvaje , del director Rodrigo Durán, acudieron a la cita llenos de vivacidad. Tan solo la proyección del título de la obra sobre el telón negro y aún cerrado, a las 8:15 p. m., generó gritos de emoción.

La historia comienza en los años 80, en vísperas de la visita del Papa Juan Pablo II a Costa Rica y cuando la fascinación por el chiqui-chiqui aún acaparaba a los ticos.

¿ Rock ? ¿De dónde venía aquella música? ¿Cómo se bailaba?

Capmany, interpretado por su propio hijo, Pedro, se las ingenió para poner en escena nacional el ritmo que lo convirtió en una leyenda, junto al también cantante y compositor, Enrique Ramírez (personificado por el vocalista de Gandhi, Luis Montalbert-Smith).

“Un negrillo y un machillo, parecen Café con Leche”. El público reía con las jocosidades del guión de Daniel Moreno, el primero que hace y que no lo incluye en el elenco de actores.

En cuatro actos, la obra recorre las canciones que hoy todavía están plasmadas en la memoria de los seguidores del rock nacional y que colocaron a Capmany en una especie de Olimpo.

La fila que abarcaba toda la cuadra en las afueras del Melico lo demostró este viernes, en el estreno del musical que rindió homenaje a la estrella que dejó un vacío en los escenarios, pero que a su vez heredó un legado que hoy no se olvida.

Con canciones como El poeta , Concepción y La modelo , además de un peculiar estilo, Café con Leche logró posicionar el talento costarricense en México y Centroamérica.

“Tú eres la que me decías que nunca me olvidarías ¡Vámonos emborrachando, qué caramba y hasta que amanezca el día”, cantaba el público a todo pulmón, acompañado por la voz en vivo de Pedro Capmany, vocalista de Los Govinda.

La historia salvaje muestra también el lado humano del artista: un hombre con batallas internas, con sueños y ambiciones, un enamorado de primera, en un intento –como cualquier otro mortal– de sacar adelante a su familia de tres hijos: María José, Pedro y Pablo.

Amor que no se añeja. María Castro, la mujer de ojos verdes que le robó el corazón a Capmany, llegó al teatro con “maripositas en el estómago”. En la expresión de su rostro y en el tono de sus palabras se notaba que los nervios le carcomían el espíritu.

Ella se sentó en uno de los palcos del sector izquierdo. Mantuvo la mirada fija en el escenario, donde el segundo de sus tres hijos, Pedro, imitaba casi a la perfección al roquero nacional.

“Era como pasar en el tiempo, copió a su papá, se jorobó, hacía los pasos, todo... El que fue a los conciertos, acaba de revivir a José una vez más”, dijo muy consternada.

La familia de Capmany siempre quiso rendirle un tributo, pero nunca tuvo el presupuesto necesario. Para Castro, el musical representa una manera de cerrar ciclos.

“He venido a tantos conciertos aquí (en el Melico) y nunca vi a la gente de pie en su totalidad; no, no lo había visto”, afirmó doña María.

A ella le conmovió el corazón ver personificadas por su propio hijo las luchas internas en las que acompañó al legendario artista.

Cuando culminó la obra, la baranda de madera del palco estaba tan empapada como su rostro; bastó con que comenzara la función para que las lágrimas le afloraran.

“Es por ustedes María. Es por ustedes, con todo el amor, y por José, que nos está iluminando”, le dijo el guionista Daniel Moreno, quien conoció en vida a Capmany.

“Yo digo que él está aquí, en verdad”, reafirmó.

Muchos de los asistentes se acercaron a la silla de doña María para darle palabras de aliento y mostrarle cuánto le añoran . Algunos, incluso, tomaron su mano y lloraron con ella.

La mujer que amó a Capmany apenas conseguía hablar con la voz entrecortada y un nudo en la garganta. “¿Qué quisiera? Quisiera como un milagro de cinco minutos, que él supiera cómo lo aman”.

Colaboró Daniela Cerdas