Los primeros días de octubre del 2009, los medios noticiosos de México informaban que Alejandra Guzmán estaba internada. La versión de la artista era que se sometía a una cirugía para sanar una dolencia en la parte baja de la espalda.
No obstante, se especulaba que la artista estaba grave a causa de una cirugía estética a la que se sometió en secreto.
No pasaron muchos días y la misma intérprete de Reina de corazones dejó de lado la mentira inicial y detalló que en la clínica de la empresaria Valentina de Albornoz le inyectaron una sustancia para supuestamente mejorar el aspecto de sus glúteos.
El caso tomó importancia en tierras mexicanas y a la empresaria la llevaron a la cárcel. Los médicos le sacaron la sustancia de su cuerpo y volvió a su casa. Ese solo fue el comienzo de una larga recuperación.
En el documental que acompaña el disco La Guzmán. Primera fila , la artista detalló que necesitó de 18 operaciones para revertir el daño y salvar su vida.
“No necesitamos nada, lo mismo que me inyectaron lo ponen en la cara y eso se pudre y sale por donde pueda (...) Yo ya no me pienso poner o quitar nada; me verán arrugas pero me acepto y me quiero como soy. Tuve que pasar todo esto para quererme tal cual soy”, afirmó la intérprete de Volverte a amar en el audiovisual.
Guzmán, quien en el pasado sobrevivió al cáncer de mama y la adicción a las drogas, añadió que no se volvió loca en este proceso gracias a la música. Desde que superó sus problemas de salud, todo lo que llega a su vida lo ve como un regalo.