La diseñadora de modas indígena que aprendió a coser con videos de Youtube

Naomy Porras dejó Boruca a los 18 años en busca de oportunidades. Empezó en limpieza de casas, luego llegó a ser subchef en hoteles. Durante la pandemia se topó con su talento como diseñadora, trabajo que realiza desde su tierra natal y con el cual honra su cultura e identidad

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La sonrisa de Naomy es tan amplia como sus aspiraciones. A sus 28 años tiene muy claro su propósito y hasta dónde quiere llegar con una marca de diseño que resalta la cultura, identidad y orgullo de la vestimenta tradicional indígena.

Naomy Porras Frasser es una diseñadora indígena que empezó a crear empíricamente con el fin de que quienes usen sus diseños sientan el orgullo de usar una pieza inspirada en Boruca, territorio indígena conocido como Bruncajc, del cual es originaria.

Su historia cuenta con un factor que evidencia el ímpetu de Naomy: la joven aprendió a confeccionar prendas de vestir viendo videos de YouTube.

“Trabajo la confección de prendas inspiradas en el territorio indígena Boruca como una iniciativa de rescate cultural de nuestro vestido tradicional. Con estos diseños traemos un poquito de modernidad. Con estas prendas, la idea es que la juventud, que vive, fuera y dentro de nuestro territorio, se sienta orgullosa de vestirse con una prenda de nuestro territorio”, expresó.

La relación de Naomy con la costura empezó movida por la añoranza. Recordó cómo su madre Lourdes siempre le cosía su vestimenta para eventos importantes, por ello quiso hacer lo mismo para su hija Citlalli Castro Porras, ahora de 6 años. Desde que era una pequeña de brazos le empezó a confeccionar vestiditos y enaguas; en aquel momento en el 2017 vivía fuera de Boruca, que está ubicado en Buenos Aires de Puntarenas.

Luego de regresar al territorio indígena, Naomy formalizó su emprendimiento que rescata sus raíces a través de la moda de una manera “moderna”, según sus palabras.

Su historia

Ella es la menor de cuatro hermanos que salieron adelante gracias a su madre. Nació y se crió en el territorio indígena Boruca, pero a los 18 años debió irse para buscar oportunidades laborales. Una década después, esas posibilidades fueron halladas en sus propias manos.

“En mi comunidad lo único que se podía hacer era artesanía”, dijo la joven que cursó la secundaria en su comunidad y sacó el bachillerato posteriormente.

“Me encantaría mostrar que Costa Rica es más que árboles y naturaleza. Costa Rica es identidad y cultura. Quiero poder llegar al corazón de las personas sensibilizando y educando que existen territorios indígenas y demostrar eso en la pasarela con diseños autóctonos y con modelos indígenas de diferentes territorios. Ese sería el logro”

— Naomy Porras

Siempre ha sido una mujer de decisiones. Salió de su casa hace 10 años, con solo ¢5.000 en su bolsa. Su destino era claro: iba para Malpaís (Península de Nicoya). Un tío le ofreció alojamiento. En el camino, el familiar le depositó ¢5.000 más para que lograra llegar hasta el lugar planeado.

Ser desde siempre “una muchacha trabajadora” le abrió puertas a Porras y, casi que de inmediato, encontró empleo en limpieza de casas. Siendo una niña, Naomy ayudaba en el hogar mientras su mamá atendía un proyecto turístico.

“No me costó agarrar el rol de limpieza en las casas que eran lujosas y de extranjeros”, recordó.

En esa labor, no permaneció demasiado tiempo. Su tío le contó que en el hotel en el que trabajaba estaban buscando una asistente de cocina. La mujer consiguió una entrevista para el puesto. Antes de llegar estaba preocupada, no porque dudará de sus aptitudes, sino porque tuvo que caminar muchísimo en un ardiente día y el sudor no podía disimularse.

“Llegué empapada en sudor. Afortunadamente eso no importó y me contrataron con tres meses de prueba. Empecé como asistente de cocina, lavando platos y cositas así. Como en su proyecto turístico, mi mamá ofrecía alimentación, yo ya tenía bases y en este trabajo empecé a ‘meter la cuchara’”, contó.

No había pasado una semana cuando ya le estaban ofreciendo el trabajo fijo. En pocos días demostró lo que sus jefes esperaban comprobar en varios meses.

En aquel trabajo, el chef del hotel utilizaba ingredientes de regiones indígenas de Latinoamérica y, de inmediato, se sintió identificada. En la cocina sobresalían yuca, raíces, flores y hongos, entre otros ingredientes que conocía. Con el pasar del tiempo, se aprendió las recetas.

Así se enamoró de la cocina. Fue ascendida a cocinera y dos años después se convirtió en la subchef del hotel. “Todo lo aprendí ahí”, rememoró.

Poco después, Naomy se enteró de que estaba embarazada. Los achaques, dice, le provocaron varias incapacidades y, finalmente, renunció.

Tres años después, la cocinera se fue a trabajar a Tamarindo, en Guanacaste. En ese empleo estuvo por un año. Debido a la pandemia del covid-19, perdió su puesto.

En ese momento, Porras ya tenía su propia máquina de coser con la que le confeccionaba la ropa de su hija. En aquellas prendas se destacaban las aplicaciones con tejidos borucas, los cuales recibía gracias a que su madrina se los enviaba por Correos de Costa Rica.

Encuentro con la moda

En medio de la pérdida de su trabajo, a Naomy se le presentó la oportunidad de hacer los uniformes de un pequeño grupo de colaboradores de un hotel. El dueño vio lo que la diseñadora cosía para su hija y le pidió que le confeccionara atuendos para su equipo. La mujer aceptó sin ningún conocimiento de costura. Fue entonces cuando empezó a instruirse por medio de YouTube.

“En pleno covid 19 perder el trabajo fue un proceso difícil para mí y para muchas personas. Todo lo que yo sabía hacer era con turismo. Al quedarme sin nada para desenvolverme porque no tenía trabajo ni más nada que hacer, vi la oportunidad en diseñado y en coser ropa. Hacer uniformes me generó no solo ilusión, sino la oportunidad de aportar a mi hogar y a algunas familias del territorio. Le decía a mi madrina que me hiciera las aplicaciones. Así empezó mi marca Sapoa Yus^”, contó orgullosa.

Actualmente, Naomy confecciona blusas, camisas, vestidos y faldas, entre otras piezas, en las que destacan detalles de sus raíces indígenas. Aplicaciones bordadas por mujeres de su comunidad o botones de cáscara de coco trabajados por adultos mayores, entre otros, son algunos de los atractivos de las prendas que se confeccionan en diferentes textiles.

Incluso tiene prendas con botones que representan la ceremonia de los Cagrú Rojc, popularmente conocida como el Juego de los Diablitos del territorio indígena Boruca, explicó Naomy.

“Nuestros botones están inspirados en esta ceremonia. Cada prenda que viste estos mini Cagrú Rojc representa gran simbolismo y orgullo”.

Su marca fue creciendo. Creó un perfil en Instagram y un día le llegó un contrato para un restaurante en la Península de Papagayo: le encargaron 90 camisas. Fue una locura: la propuesta le parecía descabellada, pero quiso probar sus capacidades y le abrió puertas.

“Saqué el pedido con la ayuda de una señora y después me entraron más. Esto del diseño fue algo que pasó en el camino. Me enamoré”.

Recientemente, Naomy participó, junto con otras mujeres indígenas de diferentes regiones, en el Fashion Market, que se realizó en el marco de la edición número 22 del Costa Rica Fashion Week (CRFW). Las artesanas llevaron sus diferentes tejidos y piezas trabajadas a mano para ofrecerlas en la actividad.

En un rack, Naomy tenía exhibidas varias de sus piezas. Tanto sus propuestas como las de sus compañeras de stand, recordaban la importancia de apoyar el talento de las comunidades originarias.

Los aretes, bolsos tejidos y las prendas ofrecidas por las mujeres tenían el valor agregado de que, además de ser piezas llamativas y minuciosamente elaboradas, fueron hechas a mano por personas indígenas. Un aspecto cada vez más valorado en el universo de la moda.

Propósito

Ahora, Naomy estudia de manera remota la carrera de Mercadeo. Formarse por medio de esta modalidad le permite estar cerca de su única hija y trabajar en su marca gracias a un horario más flexible.

No descarta profesionalizarse en el mundo del diseño de modas. Le encantaría tener títulos. Su trabajo le proporciona un ingreso económico y la hace vivir con propósito.

“Me encanta diseñar. Todos los diseños que tengo en mi Instagram han sido personalizados a petición de los clientes, quienes eligen colores y las telas. Todas las piezas son confeccionadas con aplicaciones borucas”.

Además, este proyecto de moda permite que otras mujeres de la comunidad, sobre todo jefas de hogar, tengan un ingreso.

“Siempre estoy agradecida con las señoras que me ayudan con las aplicaciones. Aunque yo sepa tejerlas, el proyecto nunca ha sido pensado en llenarme solo yo las bolsas, sino que la intención es aportar a la comunidad. Estoy muy agradecida de que lo que me genera ingresos es algo gracias a que la cultura permanece viva”, resaltó.

Su madrina y otra vecina le ayudan con las aplicaciones de tejidos tradicionales para sus distintos pedidos. Si llegan encargos grandes, se involucran más mujeres.

El gran sueño de Naomy es posicionarse como diseñadora de modas y mostrar sus diseños en una pasarela.

“Me encantaría mostrar que Costa Rica es más que árboles y naturaleza. Costa Rica es identidad y cultura. Quiero poder llegar al corazón de las personas sensibilizando y educando que existen territorios indígenas y demostrar eso en la pasarela con diseños autóctonos y modelos indígenas de diferentes territorios. Ese sería el logro”, contó.

La artesana también pinta máscaras, es agricultora y tiene un proyecto de chile picante.

Una voz a través de la moda

El diseño es un vehículo a través del que Naomy Porras Frasser expresa y visibiliza el orgullo por su origen y alza la voz por su comunidad para que la población deje de lado los estereotipos.

“El hecho de que seamos indígenas no quiere decir que no tenemos derecho de educarnos y tener las mismas oportunidades que cualquier persona. Manejamos identidad, cultura y tradición, y tenemos los mismos derechos que cualquier otra persona”, destacó.

Trabaja sus diseños contra pedido y de manera personalizada. Asimismo, participa en algunos espacios y ferias, como el reciente Fashion Market, donde interactúa con personas que muestran que todavía falta mucha educación.

“Me dicen que si somos de Perú o Guatemala. Muchas personas en Costa Rica no saben que existimos y que existen los territorios indígenas. No es culpa de las personas que el sistema educativo apenas nos menciona. Las exposiciones y diferentes espacios nos permiten decir que estamos vivos. Que seamos indígenas no quiere decir que no tenemos derecho a la tecnología. Muchas personas se asombran porque ven que una persona indígena tiene un teléfono celular”, agregó.

Ella ha enfrentado estigmas y juicios de quienes asumen que las personas indígenas que usan un celular y un televisor están contaminando su identidad.

“Tenemos el mismo derecho a la educación. El mismo derecho de expresarnos y de tener un televisor. Durante la feria (en el Costa Rica Fashion Week) me monté a un taxi y tuve que decirle a Dios que me diera paciencia. El señor del taxi me dijo que yo no parecía indígena porque hablaba muy educada. Gracias a mi proyecto de moda he aprendido a educar y a explicarle a las personas la realidad para que saquen de su cabeza los estereotipos”, confío.

Sueño en crecimiento

Las piezas que diseña y confecciona van desde los ¢27.000. El trabajo de las prendas es completamente a mano. Si desea conocer más de su marca y a la vez aprender del la cultura Boruca, puede visitar su Instagram @sapoayus o comunicarse por medio del número 8486-7870.