Michelle Lesniak: Cuando la frustración da paso a la magia del diseño

La ganadora de la temporada 11 de Project Runway conversó con Viva sobre su crecimiento como diseñadora, gracias a este reality show

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Michelle Lesniak es, a primera vista, el fiel reflejo de la estética y de la tenacidad que la convirtieron en ganadora de la decimoprimera temporada de Project Runway .

Este jueves, la diseñadora se hizo presente en el Festival Internacional de Diseño (FID), para brindar una charla sobre la importancia de canalizar las emociones, con el fin de lograr esa magia en el proceso creativo.

Lesniak es recordada por haber permanecido en el fondo de las tablas de puntuación de este reality show , siempre asignada en equipos disfuncionales, que no consiguieron impresionar a los jueces.

Project Runway es conducido por la popular supermodelo Heidi Klum, en el que los diseñadores compiten entre sí, y se ven sometidos a distintos retos. El ganador de cada temporada obtiene $100.000 para empezar su línea de ropa.

De piel absolutamente pálida –ella misma bromea con que no había recibido sol en al menos seis meses, pues es originaria de Portland, en el estado de Oregon–, los costados de la cabellera rapados y un collar del que cuelga una bala, es poseedora de una imagen ruda e imponente.

Lesniak cree en romper las reglas, y es consecuente. A lo largo de los dos meses que duraron las filmaciones del programa, debió ingeniárselas para sobrevivir frente a un panel de jueces que creía que su estética no tendría éxito.

Nadie vio venir lo que sucedería, ni siquiera ella misma, quien anunció a la producción que renunciaría a la competencia tras haber recibido una segunda oportunidad cuando estuvo a punto de ser eliminada. “Es difícil estar superemocionada cuando sientes que incluso la segunda oportunidad no será suficientemente buena”, dijo durante ese episodio.

Quienes le siguieron la pista a Project Runaway , habrán percibido en Lesniak una frustración casi perenne. Para ella, las tomas no fueron editadas para destacar de manera intencional su desilusión. “Mostraron mi frustración porque estuve frustrada todo el tiempo. Fue un proceso muy arduo”, asegura, a casi un año del final de la temporada 11 del programa.

El brillo de la concursante permaneció oculto hasta las últimas semanas del reality show , cuando tuvo la posibilidad de trabajar por su cuenta. En su colección final, un suéter de lana de color mostaza con un corazón sangrante bordado impresionó y se convirtió en su creación más icónica.

“Pienso que el suéter del corazón sangrante es hermoso, es el que muchas personas identifican, y es, definitivamente, una de mis escaladas a la fama, pero honestamente creo que fue una pieza fácil. En realidad creo que diseño mejores prendas cada día”, asegura.

“Cada vez que creo algo nuevo es mi siguiente favorito, y luego mi siguiente pieza favorita”, agrega la diseñadora.

Aunque la estadounidense podría haber hallado limitaciones en el gremio por haber ganado reconocimiento a través de un reality , ella lo asumió como una puerta que la llevó a renunciar a su trabajo anterior para seguir su pasión. Antes del programa, Lesniak se mantuvo en la industria del vino durante una década.

Michelle estudió en el Instituto de Arte de Chicago, pero es autodidacta en lo que a diseño de modas y trabajo en cuero concierne. Por eso, se califica como “suertuda” cuando habla sobre su participación en el show , pues no olvida que es una oportunidad que pocos artistas pueden llegar a tener.

“Trabajar con materiales con los que no habías trabajado antes es inspirador, porque te obliga a salirte del cajón. Trabajo con lana todos los días, así que conozco sus limitaciones y cómo puedo tener éxito con ella, pero si te dan una bolsa de plástico y te dicen que haga un vestido a partir de ella, te convertirás en una persona más creativa”.

Uno de los grandes aliados en su crecimiento como diseñadora fue Tim Gunn, el mentor encargado de guiar a los participantes. “Tim Gunn es el mejor amigo y padre que alguien podría tener, es mejor que Santa Claus. Él brinda consejos increíbles y es un gran apoyo en cuanto a lo difícil que es ser una persona creativa y exteriorizar tu visión. Desearía que todos tuvieran a un Tim Gunn en sus vidas”, dice.

Sin embargo, los halagos no llueven cuando se le pregunta por su relación con la supermodelo y jueza del programa Heidi Klum. “Simplemente no tuvimos una”, admite con un tono cortante que la hace soltar una risa incómoda, para luego solo decir que le parece una mujer muy hermosa.

Hoy, Lesniak trabaja para madurar su propia línea de diseño. Aunque sabe que las reglas dicen que para triunfar en la industria de la moda es necesario mudarse a Nueva York o a Los Ángeles, continúa siendo una renegada. “Vivo en Oregon y ahí es a donde pertenezco, es mi hogar. Viajo tanto como me sea posible, pero prefiero vivir en el sitio en que mejor encajo”, dice.

Colaboró Fernando Chaves