Josh y Fergie brillan en Guanacaste

El actor de Transformers y la cantante de Black Eyed Peas llegaron ayer a Hacienda Pinilla, en una visita cargada de amabilidad y cortesía

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Hacienda Pinilla, Guanacaste. Era la 1 p. m. y ya el torneo del golf del Ecoweek había terminado sin que la famosa cantante apareciera aún.

Su esposo, la estrella Josh Duhamel, actor en la saga Transformers, se encontraba en el Club de Golf, al igual que los demás participantes de la competencia.

De repente, el famoso artista salió por la puerta del costado izquierdo. Menos de un minuto transcurrió para que volviera; esta vez de la mano de Fergie, su cónyuge y cantante de la popular agrupación Black Eyed Peas.

Como cualquier persona común y bajo un intenso sol, la intérprete caminó junto al actor, para ingresar al club, donde solo se percibían murmullos cargados de emoción e incredulidad.

Ya Duhamel había compartido con todos los presentes, ¿pero Fergie? No, eso no había ocurrido aún.

Esa fue la primera aparición en público de la célebre pareja, desde su llegada al país el jueves pasado.

Poco a poco, Fergie ingresó. Sus primeros pasos dentro del lugar la hicieron reaccionar de inmediato y posó para las cámaras; este parece ser el protocolo de las divas cuando aparecen los “flashazos”.

Apareció sin maquillaje y con lentes oscuros, vestida con una blusa negra y un pantalón corto del mismo color, con tenis blancos, a lo que se debe sumar una buena dosis de cordialidad.

Tras los fogonazos de los flashes iniciales, ella tomó de la mano a Duhamel y le dijo: “Ven cariño, acompáñame”.

Celulares y cámaras invadieron el lugar. En realidad, la cantante no caminó ni cinco metros en el interior del club, aunque sí estuvo ahí poco más de cinco minutos.

Una foto de Duhamel parecía suficiente, pero otra con los dos era algo que la mayoría no podía creer.

Amable y accesible para las fotografías y los saludos que no podían faltar, así se dejaba ver Fergie, sin decir mucho, solamente varios “gracias” y “de nada”.

Sonriente. A la 1:07 p. m., el matrimonio salió del club y se dirigió, en un carro de golf, al hoyo 15, para el tiro del “hoyo en uno”.

Una vez en ese sitio, la cantante se mantuvo sonriente y hasta felicitó a Duhamel cuando él realizó su tiro. “Muy bien hecho. Así se hace Josh”, dijo sin contemplaciones.

La pareja fue acompañada a Hacienda Pinilla por un miembro del equipo de seguridad de Fergie, así como su entrenador personal.

Ahí estuvieron casi media hora. Incluso, ella y su esposo quedaron impresionados con la habilidad matemática de Scott Flansburg, conocido como La calculadora humana, quien mostró su talento mientras ejecutó su lanzamiento.

El campeonato agonizaba y, con ello, la posibilidad de que capturar una imagen de ambos. En ese momento, la atención se centraba más en Fergie, pues la actitud amistosa de Duhamel durante el torneo significó que rápidamente se convirtiera en un verdadero miembro de la casa.

Las celebridades posaron de nuevo para más fotografías, principalmente con los patrocinadores de la actividad.

Para terminar, y debajo de un toldo, con los campos de golf como testigos, la organización entregó a Fergie un colorido bolso con el logo de una popular cerveza de nuestro país, que hizo juego con el envase de lata que Josh Duhamel tenía en sus manos.

Despedida. Luego de que Duhamel sembrara un árbol, la pareja se retiró en un vehículo de doble tracción, color blanco, hacia una casa, dentro de Pinilla, donde se hospedará hasta el viernes, día en que saldrá del país.

Aún en el vehículo, Fergie saludaba a quienes estaban afuera, mientras su marido cumplía con su tarea ecológica.

Y si la presencia de la intérprete cayó a la perfección, la de Duhamel no quedó debiendo nada a las expectativas sobre los competidores.

Desde que llegó, la estrella de cine demostró que para él no existe diferencia entre quienes son famosos y quienes no lo son.

Saludaba a cualquiera que pasara frente a él. Jugó con otros dos participantes que no conocía y su compañera de equipo, Karen Rembert, fue la encargada de trasladarlo en un carro de golf, lo que el actor aprovechaba para hablar o, simplemente, disfrutar del impresionante paisaje verde.

Fue efusivo cada vez que lograba un buen tiro. Tan amistoso que en más de una ocasión chocó manos con sus amigos de juego.

En el hoyo dos, le correspondió cerrar con un lanzamiento nítido, que fue seguido por un grito agudo de celebración y que tuvo réplica por parte de los otros competidores del torneo.

Él se tomó fotos con quien se lo pidiera, sin importar que estuviera en la competencia. Cuando completaron el circuito, llegó despistadamente al club de golf, siempre con Rembert. Sin que casi nadie se percatara, se quitó su camisa sudada para ponerse una limpia, en unos segundos que evidenciaron su buen físico.

Sin duda, fue un acto muy espontáneo que muchas habrían querido presenciar.