Miss Costa Rica Gay 2017: Shardë es la nueva monarca

La gala del certamen se realizó la noche de este viernes en el bar La Avispa, donde siete candidatas se disputaron la corona que dejó Gaby Sanabria.

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Shardë Al Mullah tenías su mirada ceñida en el espejo del camerino del bar La Avispa, en San José. Sus enormes pupilas no hacían más que delatar los nervios previos a la coronación de Miss Costa Rica Gay.

A sus 38 años, se codearía con candidatas mucho menores en la pasarela y no podía descuidar ni un solo detalle. Fue la primera en llegar al bar para emprender la transformación con calma.

Shardë está habituada a cambiar radicalmente su apariencia. Comenzó en el transformismo hace 17 años, tras haber perdido –o ganado, no está segura– una apuesta entre amigos.

A sus 21, Shardë entró a su primer concurso de belleza y sin haberlo sospechado, se dio cuenta de que tenía aptitudes para el performance .

Desde entonces, usó el transformismo como arte y como negocio: es habitual ver sus presentaciones en bares de ambiente cada fin de semana.

Pero la de este viernes sería una noche distinta, no solo porque aspiraba a su tercera corona en un concurso de belleza gay , sino también porque debía meterse en el papel de una miss y no en el de una artista a la que imita con lip-sync.

“Tuve que hacer ciertos cambios de look para hoy, porque la gente no quiere ver a la misma Shardë que ve todos los fines de semana,. Aunque pagan para verme, por decirlo de alguna forma, hoy quieren ver mi versión de miss ”, explica.

El proceso fue lento y no escatimó en cuanto a capas de maquillaje y fajas, corsés, rellenos y pantimedias.

En una noche de fantasía como la del viernes, tampoco parecían excesivas sus largas pestañas, el countouring facial sin difuminar, la rizada y larga peluca rubia o incluso su recargada bisutería. Shardë estaba dispuesta a atraer las miradas de los jueces y del público.

Al final de la transformación, lo único que podía hacer para estar más cómoda mientras las horas de espera se consumían era quitarse los altísimos tacones. Sentarse, por ejemplo, era impensable con tantas varillas y fajas adheridas a su torso.

Pero si algo la hacía especial, no era su trayectoria en los escenarios gais, sino la certeza en su propio potencial. Basta con saber que el apellido árabe que eligió, Al Mullah, significa “poder que concede una corona”.

De a pocos fueron llegando al camerino las otras seis candidatas a la corona y la reina saliente, Gaby Sanabria, quien elevó los estándares del certamen al coronarse como Miss Centroamérica Gay 2016.

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Llegó la hora. Tres mujeres transgénero y cuatro transformistas –clasificación que obvian, porque implica divisiones– con apariencias y edades muy distintas salieron al escenario en medio de los aplausos de una Avispa a reventar.

Desfilaron con una salida de baño con los colores de la bandera de Costa Rica, un traje de baño de una pieza con los mismos tonos y, finalmente, con trajes de noche llenos de brillos, lentejuelas y transparencias.

“Si pudiera cambiar algo de su vida, ¿qué sería y por qué?”, decía un papel dentro de un sobre que Shardë eligió al azar.

La respuesta era contundente: nada, porque está convencida de que todo lo que ha ocurrido en su camino ha sido “obra y gracia de Dios”.

Enfundada en un vestido largo de tela azul, Shardë fue reconocida como Miss Elegancia y minutos más tarde, luego de un error al mejor estilo del comediante Steve Harvey en Miss Universo con otra compañera, fue coronada como Miss Costa Rica Gay 2017.

Entonces, resuena en la mente la respuesta de Shardë. Este educador de primaria, publicista y dueño de un salón de belleza en Alajuela vivía unos instantes de felicidad que en otro contexto serían frágiles y vulnerables. Pero en La Avispa, con una corona sobre su cabeza, no tenía nada de qué arrepentirse.

Es lo que es: una reina muy a su manera.