La Gastronomía de alto nivel encontró El Punto

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La gastronomía internacional y la alta cocina se fusionan junto al aprendizaje y la degustación de platillos extravagantes, en la propuesta que dos hermanos mexicanos asentaron en Costa Rica.

Al hablar de un taller gastronómico, usted se podría imaginar una especie de tutoría o curso de cocina. Sin embargo, en Escazú, la experiencia, el aprendizaje y los sabores se combinan en el Taller Gastronómico El Punto, cuya finalidad es una: “Darle un giro a la alta cocina internacional haciéndola más vivencial, más lúdica”, explica Jimena Montecinos, administradora del local.

El concepto de este taller gastronómico es una interacción constante entre los comensales, saloneros y el chef.

“Los detalles de cada plato se explican cuando ya están en la mesa. El mesero cuenta de qué está compuesto, cómo el chef recomienda que se deguste el platillo y hasta aconsejamos con cuál bebida acompañarlo”, explicó Montecinos.

Esta experiencia gastronómica y de aprendizaje se logra por el conocimiento del joven chef encargado de la cocina. Se trata de Rodrigo Montecinos, hermano de Jimena, quien aprendió este oficio en Barcelona y ha viajado por diferentes partes del mundo para mejorar su arte culinario.

Rodrigo estudió en Alemania, Francia, varios países de Asia (entre ellos Japón y Tailandia) y, además, aporta su aprendizaje en la comida española; así que en el menú se puede encontrar desde una ensalada de papaya de Camboya hasta un butano japonés hecho con cerdo y pak choi .

“Tal vez exista un miedo a lo nuevo, pero en la cocina hay que probarlo todo. La gente tiene que descubrir cosas y vimos que en Costa Rica hay gente que quiere eso; queremos presentarnos con una carta sin clichés y sin formalismos”, comentó el chef.

“No estamos inventando cosas, en la cocina juntamos ingredientes de otros países con productos de aquí; este país tiene un gran potencial”, agregó.

La comida. El taller tiene un menú pequeño, sin aspavientos y sin necesidad de ser pretencioso.

Se compone de pikas (entradas), platillos fuertes y los infaltables postres.

Esta carta de comidas está conformado por nueve pikas , cuatro tipos de pescado, cinco diferentes cortes de carnes y tres postres; es el segundo menú que ha tenido el taller en sus tres meses de vida. Lo varían por los productos de temporada y por la recomendación de los clientes.

“No hay un platillo estrella, toda la carta es la consentida. Se trata del dinamismo constante, ofreciendo innovación y tendencia; plasmar todo lo que el chef quiera compartir”, aseguró Jimena.

En El Punto no hay freidoras, todas las comidas se preparan al vacío, al vapor, al horno y a la parrilla, para conservar los nutrientes de cada uno de los ingredientes de los platillos.

Otra de las características más importantes del lugar es que las carnes y el pescado que sirven no son cortes individuales del producto; por el contrario, compran la materia prima y ellos se encargan de prepararlos para que estén siempre frescos.

Dulce. La hora del postre es muy importante. Al leer cajetas de coco, tarta de queso o sopa de moras en la carta, se podría pensar en un dulce común; sin embargo, la sorpresa que llega en el plato dejará una agradable impresión.

“Los postres son simples, coloquiales y conocidos, pero cuando llegan a la mesa rompen esquemas; son muy delicados en la intensidad del dulce y te dejan con un buen sabor de boca”, concluyó la mexicana.