José Pablo Monge: la ilusión de niño que mueve la creación de videojuegos

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Para esta edición de Viva hemos escogido a personajes de los que ya hemos hablado antes en otras secciones del periódico: los líderes y creadores de la incipiente industria de videojuegos en Costa Rica.

En esta ocasión, les hemos pedido que conversaran con nosotros como nunca antes lo habían hecho: como jugadores apasionados, fanáticos de las consolas, enamorados de uno de los entretenimientos más completos que ha creado el ser humano.

Cuando los ojos de un niño suplican por una consola de videojuegos que vieron en una vitrina, difícilmente un padre pueda imaginar que esa compra marcará el resto de la vida de ese gamer en potencia.

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Quizá no lo sospechó la mamá de José Pablo Monge, quien ante la insistencia del pequeño (entonces de 10 años), terminó accediendo a regresar de unas vacaciones familiares con un SuperNintendo y el juego de Donkey Kong Country en la maleta.

No lo dejaron conectarlo en la tele de la sala, porque por entonces se creía que las consolas quemaban los televisores, así que le tocó conformarse con uno de aquellos aparatos portátiles con pantalla en blanco y negro. Entonces, comenzó la magia.

El recuerdo parece ahora muy lejano para el CEO y fundador de Headless Chicken, una empresa dispuesta a ganarse un lugar en la incipiente industria de videojuegos del país.

“Creo que no hay una sola consola que no haya tenido”, dice, casi con la misma ilusión en la mirada que podría haber tenido 18 años atrás.

Monge creció en los tiempos en los que no todos los juegos eran para –al menos– dos jugadores, en los que la única conexión a Internet (¡de 56 k!) a la que se tenía acceso era la de un familiar y en la que en la mente de un niño como él, la única opción para jugar con otras personas hubiera sido lanzar un cable de 800 metros hasta la casa de un amigo.

Hace no mucho tiempo encontró en su clóset una pila de hojas en las que, a mano, diseñaba una especie de pantallas o niveles de videojuegos que retaban las habilidades de sus compañeros de escuela.

Eso es justo lo que hace ahora: diseñar videojuegos para desconectar a los jugadores de sus propias realidades. “Siempre he creído que los juegos son experiencias que uno normalmente no haría o que del todo no se pueden hacer”, dice.

Eso sí, en Monge sigue muy vivo aquel pequeño gamer que se pasaba horas frente a la pantalla. Hoy está sumergido en tantos videojuegos, que necesita apuntarlos en su celular para hacer una lista exhaustiva con nombres como Metal Gear Solid, Blood Born, Game of Thrones, Life is Strange, Everybody's Gone to the Rapture, Soma, Vanishing of Ethan Carter, Destiny, Dota 2, Rocksmith, Mario Maker, Clash of Clans y Crossy Road.

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