Hannah Gabriels: ‘De niña me pasó, pero decidí que no me iba a dejar’

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La boxeadora profesional Hanna Gabriels ha esquivado algunos japs , ganchos y golpes directos al cuerpo dentro de un cuadrilátero, pero también le ha tocado burlarlos a modo de comentarios negativos.

“Sí, pasé muchas situaciones cuando fui más niña, lo que sucede es que llegó un punto donde decidí que no me iba a dejar y, de repente, cuando usted se defiende, se convierte en bullying o así tratan de justificarlo. A la gente no le gusta que uno se defienda, no le gusta que se haga respetar. Hoy no es que me dejó de pasar, fue que me dejó de importar. Al fin y al cabo, todos somos seres humanos y lo que lo hace menos, no es cómo luce físicamente, sino el pensamiento retrógrada”, aseveró la pugilista.

Hace un par de años se llevó un mal sabor de boca durante una de sus visitas a México, junto a su esposo, en aquel momento novio, Bryan Tiquito Vásquez.

Una empleada del hotel donde se alojaron durante una semana, le consultó a Gabriels por la identidad de su acompañante, y al escuchar la respuesta, la empleada del servicio se quedó fría.

“Me preguntó: ‘¿Quién es ese hombre tan guapo?’. Y yo, ‘ah mi prometido’. Se asombró y puso una cara de no lo puedo creer. ¿Qué creyó?, que era la esclava, si me vio que todo el tiempo estuve con él, ella no logró aceptar en su mente tal situación, se quedo estupefacta. Fue muy molesto”, recordó.

Gabriels también comentó que vivió discriminación con su ahijada, quien estudia en una escuela de Alajuela.

“Ella sufre mucha discriminación y bullying por ser negra, prefiere quedarse en la biblioteca con tal de no salir a jugar porque la molestan. Por dicha ella tiene personalidad y se siente bien de sus raíces, pero es increíble que hasta las personas que se suponen deberían tener algún tipo de autoridad en la escuela, no hagan nada al respecto”, apuntó la boxeadora.

Pensarlo dos veces. La deportista aseguró que la gente suele maquillar o disminuir la problemática negando que esto suceda a diario en Costa Rica.

“Mientras no se admita es imposible corregir. Cuando no son los zapatos de uno los que siente el ácido, difícilmente se percatan, por eso dicen que aquí no se da, solo el que lo vive puede explicar cuán grave es. Yo soy una negra, aunque tenga mi mamá blanca y papá negro, esas son mis raíces. Es una cuestión primero, de admitir que la discriminación racial existe y luego se procede a corregirla”, finalizó la boxeadora costarricense.